Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 427

Durante estos días Doria siempre centraba su mayoría de energías en Mónica, y claro que poca atención en Lorenzo y Alba.

Sin embargo, Mónica y los dos jueces ya tuvieron una ruptura absoluta. Si esta cosa hiciera escena otra vez, sería imposible para los otros dos poder quedar al margen.

Mientras tanto, Daniel vino de algún sito.

—¿También estás, Señorita Doria?

Ella se recuperó los pensamientos y asintió sonriendo con la cabeza.

Daniel volvió a decir:

—He oído decir lo todo que pasó ayer. Felicitaciones para ti.

—¿Por qué me felicitas?

—Ese escándalo de que Mónica tendió trampas contra ti hace muchos años. Ahora se ha destapado, eso también es el karma para ella.

Claudia escuchando a un lado, no pudo contenerse de murmurar:

—Parece que crees realmente en el cristianismo. Incluso sabes el karma.

Daniel estaba un poco impotente.

Mientras Doria apretaba fuerte los labios de forma en una línea recta y le costó mucho esfuerzo resistirse a reír.

Un rato después, ella volvió a decir:

—Quería preguntarte, ¿lo de ayer tiene algo que ver con vosotros?

Daniel se hallaba confundido.

—¿Con nosotros?

—No fue Édgar quien llamó venir a la madre biológica de Mónica. Pues pienso que excepto él, solo quedáis vosotros que me ayudaréis.

Daniel dijo:

—Me alegro de que confíes en mí tanto. Pero es una pena que no conocí esta cosa previamente.

Pero ella no creía tanto en sus palabras.

—¿Sí?

Daniel tosió y cambió el tema de conversación.

—¿Has venido sola, Señorita Doria?

—No, con Édgar. Él debe de tener algo que hacer y ha salido. Volverá pronto.

Mientras ella acababa de decir, Édgar dio pasos con piernas largas en camino hacia ellos. Detrás de él, aún seguían dos trabajadores de la exhibición, levantando una pintura envuelta por el papel aceitado.

Doria le dijo perpleja:

—Qué haces…

Édgar le respondió lentamente:

—¿No te siempre gusta aquella obra desde que hace años?

Hablando, se inclinó a cuchichearle:

—Tráela a casa. Deja recordarte bien de la escena cuando salías con el que te gustaba secretamente.

Ella se quedó sin palabras.

¡Dios, ese gilipollas era realmente descarado!

Claudia mirando lo que pasaba ante sus ojos, querrían tanto dar bofetadas a sí misma. ¿Por qué era tan entremetida que había hablado de esa cosa? ¿No era como si tuviera demasiada gana de mirar a ellos mostrar afectos?

Ya eran las cuatro por la tarde después de salir de la exposición.

Doria quería comprar algunos enseres domésticos, por tanto, invitó a Claudia ir al centro comercial juntas.

Édgar y Daniel las seguían atrás a una distancia adecuada.

Le dijo el último:

—No esperaba que el Sr. Édgar también tuviera un aspecto accesible.

Édgar, cuya mano sola se ponía en el bolsillo de los pantalones, dijo con un tono indiferente:

—No esperabas… pero también consideras muchas otras cosas.

—Te refieres a…

—Puedo no hacer caso a lo que te acercas intencionalmente a Doria. Pero si aparezcas ante ella otra vez con Stefano, no me culpes, se lo diré todo.

Daniel se esforzó para reír.

—No hables en serio, Sr. Édgar. Solo es un accidente lo de ayer.

—Como tú digas.

Ya que hablaban de eso, Daniel simplemente le preguntó:

—De hecho, siempre tengo una curiosidad. ¿Por qué nos ayudas disimular esta cosa?

Édgar se rio con ironía.

—En este momento piensas demasiado.

Daniel se quedaba perplejo.

Con la vista fijada en la espalda de Doria, Édgar dijo sin apresurarse:

«Está bien.»

Doria dijo:

—Este yogurt está en la oferta, dos por uno. ¿Quieres comprar uno?

Claudia asintió con la cabeza con prisa.

—Claro.

El departamento donde vivía Édgar, aun estaba poseído de la mayoría de enseres domésticos, pero el refrigerador siempre llenaba de nada.

Precisamente por no estar ocupada recientemente y llevar mucho tiempo sin cocinar ella misma, Doria compró numerosos ingredientes.

Claudia la miraba con envidio.

—Añoro demasiado los días cuando yo aún vivía contigo. Ya pido las comidas para llevar por mucho tiempo.

Doria dijo:

—Pero ¿recuerdo que Daniel sabe cocinar?

Era así, él había pedir prestado a ella la salsa de soya.

Claudia dio risas frías.

—¿Él cocina? ¿Cocina qué? ¿Las latas?

Doria sonrió.

—Vosotros, ¿ya os quedáis juntos o aún estáis flirteando?

Mientras se hablaba de eso, Claudia estaba molesta.

Daniel le había dicho originalmente que ella solo tenía que cooperar con su drama con el fin de que los hombres de Rivera creyeran que abrió la tienda de música junto al estudio debido a ella.

No obstante, en la mayoría de tiempo en que nadie los veía, aún seguía su drama.

Eso la hizo tan confusa que no podía distinguir que era verdadera o falsa.

Claudia agitó la mano.

—Olvídalo. Me molesta al hablar de él. Es mejor que yo coma más latas.

Doria dio una mirada a los ingredientes en el carro, enarcó las cejas.

—O ¿ regresas conmigo esta noche? ¿Te prepararé las comidas?

Pero la otra miró atrás a la distancia.

—Mejor que no. En comparación de la gana de comer tus comidas, aspiro más a la de sobrevivir. Os es difícil estar juntos, no voy a ser la sujetavelas.

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