Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 431

El lugar de reunión para el día siguiente quedó en un club privado, como Doria había informado lo de disculpa a Carmelo, estuvo de acuerdo cuando lo mencionó .

Cuando Doria salió de la casa de Collazo por la mañana, Rivera y Briana aun no bajaron, Doria escribió la dirección y dejó a los empleados domésticos entregar a ellos.

Dado que Rivera ya había permitido aun bajo las circunstancias de ayer, no pasaría la negación provisional.

Al salir de la casa de Collazo, Doria fue a la universidad de Ismael.

Ismael recibió su llamada y fue a la puerta:

—¿Por qué vienes?

Doria dijo:

—¿Hoy no tienes clase? Te llevo a un sitio.

—No tenemos clases para los fines de semana.

—Está bien, sube.

Ismael quería decir algo más, pero no dijo nada con los labios fruncidos.

En el camino Doria preguntó:

—¿Estáis bien con Leila?

—¿Qué?

—¿Fuiste a su casa la semana pasada, no hay ninguna novedad?

Ismael quedó sin palabras.

Después de un largo rato, dijo con la voz baja:

—¿Qué novedad puede tener?

Nunca pensaba eso.

Pero nadie comprendió a su hermano que Doria, ella notó su desaliento, le dijo en voz baja:

—No te desanimes, Leila no ha dicho que no acepta a los hombres menores, o ... la pregunto por ti cuando tenga tiempo.

—No es necesario.

Ismael miró por la ventana

—No pienso en esas cosas ahora.

—¿Entonces qué está pensando, en el estudio?

Al salir de las palabras, Doria sintió que ella era un mal ejemplo.

Ismael estaba concentrado en el estudio, pero ella le incitó a enamorarse.

Ismael no habló por un rato y dijo:

—No, yo ocupo en otra cosa.

—Pues no pasa nada. No es que no puedas enamorarte y estudiar al mismo tiempo, además, ¿no te gusta mucho? Pruébalo.

Al oír eso, Ismael miró a su hermana por fin.

—¿Cómo lo sabías?

Doria señaló sus ojos:

—Soy tu hermana, claro que lo noté. Incluso Édgar lo notó.

—No se lo dijo, ¿verdad?

—Claro que no. Estoy pidiendo su aprobación.

Ismael recordó las últimas reuniones, dijo después de un rato:

—Hablamos luego, ahora no.

Doria enarcó las cejas

—Está bien.

Ismael miró a afuera y preguntó:

—¿Adónde vamos?

—A reunirnos con Rivera y Briana.

Al oír eso, Ismael fruncía las cejas:

—¿Por qué?

Doria dijo lentamente:

—Dejo a Briana pedirte perdón cara a cara, y ellos estaban de acuerdo.

Ismael frunció los labios.

—Tú no tienes que hacerlo, con tal que ... «estás bien»

—Claro que es necesario. No puedo dejarte sufrir injusticias, si no ellos pensarán que somos ingenuos.

Cuando llegaron al club, Carmelo ya estaba allí y tomando té sentado lentamente.

Al empujar la puerta, Doria dijo:

—Disculpe por su esperanza.

Carmelo dijo sonriendo:

—No pasa nada, acabo de llegar.

Mientra tanto, miró la persona detrás de Doria y lo observó.

—¿Este es tu hermano menor?

Doria asintió con la cabeza y dijo con Ismael:

—Ismael, este es señor Figueroa.

Ismael saludó asintiendo:

—Señora Santángel, Señora Briana me dejó entregarle esta cosa.

Doria la recibió y la abrió, lo que tuvo dentro, fue el collar de reloj de leontina que lo diseñó para la cena benéfica.

Creía que lo escondió por Alba, no pensaba que resultó que lo tenía Briana.

El empleado vio que Doria no dijo nada y dijo:

—Señora Briana dijo que lo recogió al lado de cubo de basura hace unos mese. No lo notó que tenía el logotipo de su nombre en el collar hasta que anoche organizó las cosas. Pensaba que era muy posible que fuera de usted, entonces...

Doria cerró la caja.

—Qué casualidad.

Fue muy evidente, Briana quería utilizar el collar para contrarrestar la disculpa.

No fue extraño que la gente tan arrogante como ella no pueda hacer la cosa tan humilde.

Carmelo agitó la mano hacia el empleado que estaba al lado, indicándole que podía marcharse.

Después de la puerta estuvo cerrada, Carmelo dijo:

—No es necesario molestarte por la familia Collazo, lo que hicieron, lo pagarán.

Doria dejó la caja, se rio y asintió con la cabeza ligeramente.

Carmelo dijo con Ismael:

—Tú también, espera con paciencia.

Ismael no tuvo ningún opinión sobre eso:

—Bueno.

Carmelo se levantó después de beber té por un rato.

—Bueno, no os molesto, me voy.

Doria dio:

—Le acompaño.

—Pues hasta abajo, el conductor está allí esperándome.

Bajaron a abajo, miraron a Carmelo subir el coche y después de irse el coche, Doria miró a Ismael y dijo:

—Te llevo a la universidad.

Ismael agitó la cabeza.

—No hace falta, yo tengo otra cosa que hacer.

—¿Adónde vas? Te llevo.

Ismael no dijo hasta un rato:

—Hay una cosa que no te he dicho.

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