Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 430

Doria vivió unos días en la casa de Édgar, mientras tanto Rivera y Briana no estaban allá, aunque Édgar a veces era un molesto, Doria se sentía muy cómoda.

Al enterarse de que volvió Rivera, Doria regresó a su casa.

Acababa de entrar en la casa, vino la voz fría de Briana:

—¿Pensabas que aquí es el hotel? Vienes y sales como tú quieras

Doria se rio:

—Briana, está equivocada. Nunca pienso así, pero no todo el mundo tiene la suerte como la tuya, se puede quedarse en la casa sin hacer nada. Cuando siente aburrida, puede quedar con sus amigas para charlar. No tengo la suerte, tengo que salir para trabajar. Creo que eso lo pueda comprender el presidente Rivera.

Mientras tanto, Rivera bajó por el segundo piso.

Dijo:

—Entonces según lo que dijiste, ¿no estabas en la ciudad Sur estos días?

—Claro que no, debido al contenido de trabajo, todos los días salí de trabajo muy tarde, cambié el sitio para vivir para que no molestara a doña Briana.

Rivera no dijo nada más y echó un vistazo a Briana dejando a ella volver a su habitación.

Claro que Briana no se resignó, cuando iba a decir algo, Rivera dijo:

—A propósito, presidente Rivera, he hecho lo que le prometí. ¿Cuándo va a hacer lo que me prometió?

Rivera dijo:

—¿Qué promesa?

Doria sabía que él no va a permitirlo fácilmente, dijo riéndose:

—Es normal que no lo recuerda como tiene tantas cosas por hacer. Antes usted prometió que Briana pediría perdón a mi hermana si yo manifestara que todos no tenía nada que ver con Briana.

Doria no habló por un rato y dijo:

—¿Ahora usted lo recuerda?

Antes de que habló Rivera, Briana dijo sombríamente:

¡ Eso no va a ser imposible !

Doria miró a Rivera manteniendo su sonrisa.

—¿Presidente Rivera también lo cree?

Briana dijo ansiosamente:

—Papá...

—Briana.

Rivera lo interrumpió y preguntó a Doria:

—¿Qué tipo de perdón quieres?

—Aunque esta cosa no se puede dar la luz, pero hay que pagar por las injusticias que sufrió mi hermano. Así invito a Señor Figueroa siendo testigo. Si usted está de acuerdo, se hará mañana, que es el fin de semana y mi hermano está disponible.

Rivera arrugó el entrecejo, probablemente estaba descontento por la invitación de Figueroa, no respondió inmediatamente.

Briana dijo:

—Doria Aparicio, basta ya, ¡no vayas a los extremos!

—Lo que dijo usted es muy interesante, pero ¿quién es la persona que excedió?

Doria se puso hosca:

—Señora Briana, si tienes alguna queja puede vengar contra mí, pero lo que hiciste son para mi hermano, él no ha hecho nada malo para ti, además hiciste lo más asqueroso que pueda. Tú piensas que tu comportamiento es noble y requiere admiración?

Briana se quedó embarazosa temblando los labios sin decir una palabra.

En este momento, vino la voz de Rivera:

—No sirve para nada decir más, tú decide el tiempo y el lugar.

—Entonces gracias a presidente en ante mano.

Luego, Doria se rio hacia Briana, dio la vuelta y subió a la escalera.

Briana miró a Rivera increíblemente:

—Papá, ¿de verdad quieres que yo disculpe a su hermano? Yo...

Rivera levantó la mano y detuvo sus palabras:

—¿Me traicionaste?

Alba se asustó y dijo:

—No entiendo lo que dices.

Briana se rio fríamente:

—No pretendas que no supiera nada hasta ahora.

—De verdad no entiendo lo que dices, ya estoy en esta situación y no hay nada que cubrirse.

—Ojalá sea así. Si descubro que eres tú la que me traicionó, no culpes lo que haría.

Briana iba a colgar la llamada, vino la voz de Alba:

—Briana, la que traicionó no fui yo sino fuiste tú. Desde principio, yo fui injustamente culpada por ti. Tú envidiabas a Doria pero no lo reconocías y me provocaste con intención para que hice algo por ti. Cuando hacías todos estos, ¿no pensabas que algún día lo pagarías por eso?

—De verdad eres tú.

Alba dijo:

—No importa quién es la traidora. De todos modos, he perdido todos y me encuentro así... todos son culpa tuya. No importa que vayamos junto al infierno.

Después, Alba colgó la llamada directamente.

Escuchando la señal de corte Briana hacía crujir los dientes.

El otro lado, Alba dejó el móvil, seguía recogiendo las cosas.

Ya vendió la casa y pensó en empezar su vida nueva en otro sitio.

Acabó de empaquetar las cosas, soñaba el timbre, creía que era la compañía de mudanza y fue a abrir la puerta rápidamente.

Pero en vez de los trabajadores, estuvo Lorenzo, que estaba muy borracho.

Se erizó los cabellos, iba a cerrar la puerta pero no lo consiguió.

Hizo un eructo y entró en la casa a la fuerza. Viendo las maletas que estaban en la casa se sio a carcajadas:

—¿Adónde quiere mudar? ¿Te llevo?

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO