Después de subir al coche, Marcos, con la cara sombría, se quitó de la corbata y preguntó:
—¿Dónde está Briana?
El conductor le respondió:
—La Señorita ya sale en el camino al aeropuerto.
Marcos se volvió a observar la situación, dijo con ansiedad:
—Date prisa.
La condición de esta noche superó totalmente a lo de haber previsto. Había planeado bien, que le entregaba la empresa a Doria y dejaba que ella asumiera todas las responsabilidades seguidas; y además, pidió que sus hombres incendiaran la mansión. Sin embargo, no pensaba que ocurrieran infinidad de líos.
A la mitad del camino, el conductor echó una ojeada al espejo retrovisor y su tono se ponía involuntariamente nervioso.
—Presidente, hay unos coches siempre siguiéndonos.
Marcos frunció fuerte el ceño, sin esperar que ellos actuaran tan rápido.
Él mandó fríamente.
—Sube a la autopista.
—¿No va al aeropuerto?
—No —. Marcos entrecerró los ojos, y luego dijo:
—Voy al estacionamiento de helicóptero.
—Entonces la Señorita Briana…
Marcos le detuvo.
—Ahora eso ya no importa.
El conductor dejó de hablar, solo pisando el acelerador y el coche se dirigía con alta velocidad a la autopista.
Los carros, que los seguían, perdieron directamente sus pistas sin predecir tal situación. Pero en seguida, aparecieron otros coches que iban a atraparlos.
Frente a tal posición en que se encontraba, en el corazón le surgió a él un mal pensamiento.
Marcos fijándose en tal circunstancia, sentía que esta noche habían preparado una red de captura.
***
En el aeropuerto.
Briana estaba sentado esperando en la sala VIP de embarque, sacó sin paciencia el teléfono para leer la hora. Mientras lo encendió, vio que se enviaba una información pública.
Al notar las palabras como el Grupo Collazo, se apresuró a hacer clic en ella.
La información dio a conocer todo lo que había sucedido en el aniversario del Grupo Collazo, e incluso concluyó afirmado que el presidente actual de la compañía posiblemente no era Rivera, sino Marcos, quien había muerto en la explosión hacía veinte años.
Briana de repente abrió desmesuradamente los ojos, y la leía con cautela de principio a fin. Excepto aquella cobertura correspondiente al proyecto del Grupo, se limitaba a mencionarse una tal frase con respecto a lo sobre Rivera y Marcos.
Ella llamó a Marcos con prisa, pero ya no consiguió poner contacto con él.
Al instante sintió que un hormigueo recorría su cuero cabelludo, y la sangre que originalmente estaba fluyendo como si se congelara.
Briana apretó fuerte el móvil y se puso apresuradamente en pie.
Un subordinado a su lado al ver eso, le preguntó:
—Señorita, ¿qué te pasa?
Ella salió de sus pensamientos y mantenía la calma.
—Nada. Voy al baño.
El hombre asintió con la cabeza.
—Faltan veinte minutos para embarcar. Regresa usted lo antes posible.
Briana lo respondió con el movimiento de cabeza, y salió consigo solo el teléfono.
Después de caminar un rato, ella miró atrás al subordinado, quien aún esperaba en situ, de pronto cambió la dirección y anduvo afuera.
Como ahora pasaron problemas tan grandes, y no podía conectar con su padre, si ella saliera conforme al plan original, definitivamente no se funcionaría.
Por supuesto, justo después de dos minutos que ella se marchara, un grupo de personas se dirigieron hacia allá y retuvieron al hombre y todos sus equipajes.
***
En el hotel.
Tras iluminarse las luces, las personas aún no podían calmarse después del asusto. Doria salió de los brazos de Édgar y encontró a Alan, quien estaba escondiendo en la esquina.
—¿Estás bien?
Alan retiró el rencor superficial y le mostró una sonrisa.
—Hermana bonita, nos volvemos a encontrar…
Cuando todavía estaba hablando, de repente alguien tiró de su cuello de ropa y lo agarró atrás para que se distanciara de Doria.
Vino la voz de Édgar, que no podía percibir ninguna emoción.
—Está bien llamarla solo como hermana. No agregues casualmente los adjetivos.
Alan se arrancó con insatisfacción de sus manos y fue a esconder detrás de Doria.
—La hermana es bonita, ¿qué tengo de malo llamarla así?
Édgar entrecerrando levemente los ojos, cuya vista cayó en sus manos que le sostenían a ella el brazo, le advirtió:
Durante el saludo, su mirada cayó en Alan.
—Vengo a recoger a este muchacho.
Alan bajó un poco decepcionado la cabeza, y caminó lentamente al lado de Stefano.
—Hermana, Stefano me acompaña, no puedo regresar contigo.
Édgar lo miró de reojo, dijo con un tono ni cálido ni indiferente:
—Después de regresar estudia más duro, para tener claro cómo formarse las oraciones.
Hacía un poco Alan todavía mantuvo la expresión triste, al oír lo que dijo de repente le sacó la lengua, le hizo mueca y luego, se volvió a huir corriendo.
Stefano se rio.
—Doria, Sr. Édgar, me voy primero.
Ella asintió con la cabeza y lo saludó.
—Adiós.
Pero mientras acababa de levantarse su mano, Édgar la tiró hacia abajo y la tenía en la palma.
Doria se quedaba sin palabras.
¿Le hacía falta hacer eso?
Afortunadamente, Stefano no dijo nada, solo dio la vuelta y se fue con Alan.
Doria giró la cabeza y lo miraba con cara impasible.
—No me dejas encontrarme con Stefano, está bien. Pero ¿cómo puedes intimidar a un niño?
—¿Lo intimido? Es que no has visto cuán arrogante estaba él.
Ella no quería discutir más con él sobre este tema. Se quedó en silencio un rato y después se le ocurrió una cosa.
—Alan vino aquí con Stefano, lo que significa que vive también con Stefano. Entonces eso de que él podía encontrar la información de contacto de Claudia, ¿no es una casualidad?
—¿Ahora sabes que ese chico es un experto en calcular?
Doria todavía no lo entendió bien.
—Pero ¿para qué buscó a Claudia? Ella no tiene demasiada relación con esta cosa…
Estando a la mitad de decir, ella de repente se calló y tenía consciencia de algo.
Si Alan se había acercado a Claudia no por algún motivo, entonces más posiblemente, venía por ella.
Marcos había matado a su padre, por lo que en aquel entonces él pensó que ella era la hija de Rivera y, de tal modo, ¿la vino a buscar?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...