Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 478

Doria Aparicio negó con la cabeza.

—Ya que él no ha dicho nada, aunque lo sabía antes que yo, debe de tener sus propios motivos.

—¿Así que ya le perdonas?

—Tampoco me ha hecho nada malo, no tengo que perdonarle nada.

Además, ella se alegró porque no lo han expuesto todo, si no, no podría imaginarse las consecuencias si Ismael Aparicio se enterara de eso.

«En esa situación, supongo que no importa quien sea, sentiría vergüenza.»

Édgar Santángel parecía que supiera lo que estaba pensando Doria y le dijo con voz baja:

—Solo necesitas tener claro lo que quieres y no dejar que los demás te afecten.

Doria insistió de nuevo pacientemente:

—Ismael es mi hermano menor, también es mi único...

—Doria, da igual si fuera el único o uno de varios, tú siempre debes tener en cuenta que, primero debes mirar por ti misma y luego por los demás. Por una vez que hagas algo para ti misma no es nada malo.

Doria abrió la boca y parecía que intentaba refutar su palabra, pero Édgar no esperó a lo que fuera a decir y siguió:

—¿Sabes por qué estás tan estresada? Es porque siempre estás preocupada por lo que puedan pensar o sentir los demás y acabas pensando demasiado, al final, todo esto hace que vivas agotada.

—Tampoco es eso, solo no quiero que Ismael...

—Ya tiene 20 años. Es adulto. Si no puede aceptar esa minucia, ¿tú crees que lo que has hecho por él valdrá la pena?

Después de un buen rato, Doria dijo con voz baja:

—Esto es lo que pienso. Para mí, nadie es más importante que Ismael. Si tengo que elegir a alguien, solo será él.

—¿No soy tu primera opción? —Édgar arqueó un poco las cejas.

Doria le miró y dijo suavemente:

—¿Por qué insistes en buscar problemas?

Édgar se quedó sin palabras. Apagó la luz y dijo:

—A dormir.

En la oscuridad, Doria seguía despierta.

—¿Estas enfadado?

—No. —Contestó Édgar sin ninguna emoción en su voz.

—¿Entonces por qué insistes en preguntar esto sabiendo la respuesta? Además, ¿no me has dicho que tengo que pensar en mí misma primero? Por eso te digo lo que pienso de verdad.

Édgar se río con desprecio.

Viendo al hombre así, Doria sonrió un poco y se sintió mucho mejor al instante. Por lo tanto, no volvió a rechazar que Esmeralda Costa le siguiera y dijo:

—Mañana quiero ir de compras. ¿Cuándo vendrá Esmeralda?

—Cuando te despiertes ella ya estará aquí.

—Vale.

El tono de este malnacido sonó bastante mal.

No sabía si era porque había dormido demasiado estos días o bien se debía a que su estado de ánimo, Doria no pudo dormir nada. Además, tenía a ese hombre que estaba punto de estallar a su lado, ella no podía evitar querer provocarlo.

—Señor Édgar —Doria habló suavemente.

Pero Édgar no la hizo caso.

Ella movió un poco entre los brazos de Édgar y presionó con sus dedos su cintura.

—¿Estás dormido?

El hombre seguía sin reaccionar.

—Olvídalo —dijo ella.

Su mano que estaba en el aire fue agarrada y se escuchó la voz del hombre de repente:

—¿Olvidar qué?

—Nada. Solo no puedo quedarme dormida, así que quería charlar un poco contigo, pero parece que tienes sueño. Duerme ya, buenas...

Antes de que acabara la frase, Édgar la calló con un beso.

El hombre que estaba tumbado a su lado hace poco ahora ya se puso encima de ella y el peligro detrás de su mirada se podía vislumbrar, a pesar de que el lugar estaba en penumbras.

Mientras dijo eso, le sirvió un bol de caldo a Doria.

Doria cogió el bol con las dos manos y dijo:

—Gracias. Disculpa por generarte tantas molestias.

—¡No diga eso, Señora! Últimamente, la Mansión Estrellada está haciendo reformas. El Señor Édgar me ha dado unas vacaciones largas y me paga con regularidad. Además, me siento mal quedándome en casa sin hacer nada, nada me llena más que venir a cuidar de usted.

Doria bebió medio bol de caldo y luego preguntó:

—La Mansión Estrellada... ¿ya empezaron con las reformas?

—Sí, fui allí ayer y ha cambiado un montón en comparación con la anterior. Hay muchas más plantas en el jardín y el color de pintura dentro del piso también se ve más acogedor.

Luego, Esmeralda preguntó cuidadosamente:

—Señora, cuando acaben las reformas, el Señor y usted van a volver a vivir allí, ¿verdad?

Doria sonrió ligeramente.

—Quizás.

Viendo que a Doria no le apetecía mucho hablar de eso, Esmeralda no preguntó más y se fue a limpiar la cocina.

Después de comer, Doria se tumbó un rato más en el sofá. Cuando se sintió más energética, ella envió un mensaje a Claudia y se preparó para salir.

Cuando llegó al garaje, el conductor de Édgar se acercó.

—Señora, el Señor me pide de encargarme de sus viajes durante estos días.

Al oír eso, Doria no dijo nada. Ya que Édgar había llamado ya a la gente, eso significa que ya había planeado todo. Entonces, aunque ella se quejara, no conseguiría nada.

Mientras que el coche salía del garaje, el sol entraba lentamente por las ventanas. Hacía un excelente tiempo.

Al llegar al centro comercial, Doria vio a Claudia desde muy lejos y se giró hacia Esmeralda.

—Esmeralda, ya viene mi amiga. Usted puede buscar un sitio abajo para sentarse. Le llamaré cuando terminemos.

Esmeralda asintió con la cabeza.

—De acuerdo.

La orden del Señor era acompañar a la Señora y no dejarla sola. Ahora que tenía a su amiga a su lado, no era necesario estar cerce de ella.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO