Después de regresar, como estaba entre la espada y la pared, Doria se vio obligada a llamarle “marido” durante toda la noche. Al final, ella quería matarlo.
Después de descansar en casa durante una semana, Doria decidió visitar a un psicólogo.
Si tuviera un problema psicológico, ya fuera ansiedad u otra enfermedad, debería recibir un tratamiento adecuado, de lo contrario, no se sabría cuándo las emociones volverían a estallar instantáneamente, comenzando a pensar demasiado y preocupándose por las ganancias y pérdidas personales.
La noche anterior, antes de que tomara una decisión, Doria habló con Édgar sobre esto.
—Si sientes que tus emociones no se han aliviado, podemos ir de viaje después de que arreglé las cosas en la empresa. No hace falta que consultes a un psicólogo. —al escuchar que Doria quería ir a ver a un psicólogo, Édgar frunció el ceño sin que se notara.
—Creo que de verdad estoy enferma. No importa si me siento mejor o no, esto no se puede curar yendo de viaje. —Doria dijo con seriedad.
—No estás enferma, solo es que piensas demasiado, lo que te agota mucho. —parecía que Édgar no estaba satisfecho con su afirmación.
—Pensar demasiado también es un tipo de enfermedad —Doria aclaró—. Si no fuera por pensar demasiado, no habría pensado siempre erróneamente que mi hijo seguía vivo alrededor de mí. Debido a que tengo estos pensamientos, es que me obsesioné incontrolablemente con este asunto.
Los labios de Édgar estaban tensos y no era capaz de proferir palabra alguna.
—Y tú también eres responsable de mi enfermedad. —Doria continuó.
—¿Cómo? —Édgar lo dijo lentamente, mientras tocaba los dientes con la punta de lengua, movía la nuez y la miraba.
—Si no me hubieras dicho siempre que te llevarías a mi niño, no hubiera pensado en eso sin control.
—Entonces, ¿quieres llevártelo?
—Mira, empiezas a decir esas tonterías de nuevo. —Doria lo miró con poca expresión.
—Doria, lo que tú sientes no es una enfermedad —Édgar se rió suavemente, agarrando el hombro de Doria con la palma—, sino es que tienes muchas ganas de tener un bebé.
—No es que lo desee tanto, solo es...
—Es así.
Doria no sabía cómo refutarlo.
—No hace falta que vayas a ver a un psicólogo, yo puedo curarte. —Édgar sostuvo la nuca de la mujer y la besó.
—Estoy hablando en serio. —Doria colocó su mano entre los dos.
—Yo también estoy hablando en serio —Édgar agarró su mano, llevó uno de sus dedos a su boca y lentamente dijo —. Te he dicho que, ya sea que quieras un hijo o a ese pequeño bastardo, lo puedo traer a tu lado.
—Entonces te repito, que no me des más la ilusión. —Doria de repente se sintió un poco cansada.
—¿Qué ilusión?
—Obviamente no te gustan los niños, así que ¿por qué me llevas varias veces a visitar a un niño quien no tiene nada que ver con nosotros...?
—Doria, no me gustan los niños, pero me gustas tú. —Édgar la interrumpió.
Como probablemente Doria no esperaba que Édgar le respondiera así, se sintió un poco sorprendida.
—Me gusta todo lo que te gusta. Ya sea un niño o cualquier otra cosa. —Édgar le dijo mientras la miraba con amor.
Doria lo miró a los ojos, no se veía ni un rastro de mentira o engaño, solo se veía la franqueza. Entonces, ella se sintió convencida por él y antes de que pudiera volver a hablar, Édgar la besó de nuevo.
Al final, cuando Édgar estaba a punto de levantarse para tomar un preservativo de la mesita de noche, Doria lo detuvo.
—No lo tomes.
—¿Cómo? —la voz de Édgar era baja.
—Dijiste... que querías tener un bebé, ¿no?
Él no lo usó cuando estaban en la Ciudad A tampoco, pero parecía que no se quedó embarazada.
Había pasado tanto tiempo desde que todo esto ocurrió, por eso Doria es capaz de averiguar algo, pero no podía perdonarles fácilmente.
No hacía falta ir a visitarlos, ya que ambas partes se sentirían avergonzadas.
—¿Has encontrado una casa adecuada? —Doria preguntó al volver en sí.
—Sí, pero por temor a que Carmelo, ese maldito cabrón, vuelva a acosarme, busqué una casa que está algo lejos.
—Carmelo no te ha vuelto a molestar durante este tiempo, ¿verdad?
—No, por fin se ha calmado. Este año tengo que ir a la iglesia a prender unas velas y agradecer a Dios por su protección.
—Es bueno que todo haya pasado. Si te encuentras con este tipo de situación la próxima vez, recuerda llamarme. —Doria sonrió.
—¿Y tú? ¿has consultado al psicólogo? ¿Qué te ha dicho? —preguntó Claudia.
—No, no fui. —Doria negó con la cabeza—. Quizás este así porque han sucedido muchas cosas durante este tiempo y me siento estresada, tal vez este mejor después de relajarme.
—Yo también lo creo —Claudia estuvo de acuerdo—. Si yo hubiera estado en tus zapatos, me hubiera quedado aturdida sin hacer nada, pero tú te atreviste a enfrentar directamente al peligro y derrotar tus miedos. Realmente eres una heroína.
Doria se quedó sin palabras
—Ya basta. —dijo Doria.
—Eso es la verdad. Ahora que todo se acabó, puedes relajarte. Pero...¿has encontrado a Briana? —Claudia sonrió y preguntó.
—No.
—Ella es muy buena en esconderse. ¿Dónde podrá estar?
Desde que Briana salió de cerca de la casa de Mónica la última vez, todavía no había habido noticias de ella. Probablemente se escondió en un lugar en el que nadie la encontraría.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...