Julieta dijo desde el otro lado de la llamada:
—No lo sé, eso es asunto de mi jefe, no me atrevo a preguntar. Pero he oído antes que su familia provocó que tenga un bebé prematuro, de modo que es bastante complicada su situación familiar. Supongo que él quiere resolver todos los líos de su familia.
—Así que lo que sucede en su familia no te involucrará, ¿verdad?
—No, no te preocupes.
Gonzalo retiró su vista.
—Ahora te voy a recoger.
Ella dijo:
—Bueno.
Una vez colgada la llamada, él arrojó el teléfono a un lado y se quitó la corbata, llevando un poco de ironía y desdén en su rostro.
***
En el taller.
Después de que ellos se fueran, Claudia entró:
—Doria, ¿para qué te buscaron ellos?
Doria apretó los labios y con ojos mirando sin rumbo, dijo:
—Para las cosas del Grupo Collazo.
—¿Grupo Collazo? ¿Qué ocurre?
—Desde que huyó Marcos, nadie se hace cargo de la empresa, y ahora está en completo desequilibrio.
—Eso tampoco tiene que ver contigo, ¿cuál fue el objetivo por el que te buscaron?
Doria dijo en voz muy baja:
—Esperan que yo pueda tomar el cargo del Grupo y conseguir inversionistas y el préstamo del banco para salvar al Grupo.
Apenas oyó esto, Claudia sintió que había gato encerrado en este asunto.
—Nunca aceptes. Con la actual condición del Grupo Collazo, quien sea que intervenga tendrá mala suerte. Que ellos hagan lo que quieran, de todos modos, eso no tiene ninguna relación contigo.
Doria contestó:
—Yo también lo creo, pero…
—¿Pero qué?
—Los que saldrán perjudicados por este asunto, no solo abarcan miles de empleados del Grupo Collazo, sino que abarca muchos más, ellos realmente son personas inocentes.
Al escuchar lo que dijo, Claudia frunció el ceño:
—Es cierto. Marcos realmente es un malvado, perjudica a todos y deja aquí su desastre, que nadie sabe cómo arreglarlo. Pero… Doria, en serio esto no tiene nada que ver contigo, no tienes por qué hacerte responsable o preocuparte de este asunto.
Doria bajó los ojos:
—Lo sé.
Claudia miro su expresión y suspiró en silencio.
Saber era una cosa, pero lo que debía hacer era otra.
Un lapso después, Doria de repente preguntó:
—Claudia, ¿recientemente todavía estás en contacto con Daniel?
La cara de Claudia se puso ligeramente roja:
—No… para qué seguiría en contacto con él.
Desde la última vez en el funeral de la madre de Doria, ellos nunca volvieron a encontrarse. Pero, eso también era alo bueno, ya que era un fastidio tartar con él.
Doria dijo:
—Quiero hablar con él.
Claudia inclinó levemente la cabeza, pareciendo estar perpleja.
—¿Él tiene alguna solución para esto?
—No.
Doria no sabía cómo debería explicarse, y volvió a decir tras una pausa:
—Es que… él debería conocer mejor que yo las circunstancias del Grupo Collazo.
Claudia asintió con la cabeza:
—Es verdad, podría haberse tomado la molestia de acercarse a Briana.
Escuchando sus palabras, Doria sonrió:
—¿Estás celosa?
—Tonterías… quién estaría celosa por él, solo creo que él es bastante bueno en mentir, incluso más que Briana, seguro que fue totalmente engañada por él.
Doria dijo:
—Bien, entonces lo buscaré más tarde, ¿quieres venir conmigo?
Claudia rechazó:
—No, tengo una cita a ciegas esta noche.
Naturalmente Doria recordó esta cosa y se quedó por atónita por un rato:
—¿Hoy?
Y la lista seguía y seguía. Esto es sólo la punta del iceberg.
Doria cerró la página, apoyándose contra la silla tomó un largo suspiro.
Él también, debería haber visto las noticias, ¿en qué demonios... estaba pensando?
Ella miró por la ventana el cielo lleno de estrellas y se quedó pensativa.
Transcurrido un tiempo, Claudia tocó la puerta.
—Doria, ya son las cinco, vámonos.
Ella salió de la meditación y dijo,levantándose:
—Vale.
Como era fin de semana,no había tráfico a esa hora, y llegaron en diez minutos más o menos.
Después de que el carro se paró frente al restaurante, Claudia se desabrochó el cinturón de seguridad y dijo:
—Doria, me voy primero, ten cuidado cuando conduces.
Doria le dio una sonrisa.
—Vale.
Después de que entró, Doria condujo hacia adelante, encontró un lugar donde poder aparcar y le mandó a Daniel la dirección después de estacionarse.
Daniel partió desde su domicilio, que no estaba muy lejos de ahí, entonces tardó solo veinte minutos en llegar.
Doria lo esperaba de pie junto al restaurante.
Tras aparcar el coche, él se acercó a ella:
—Lamento la demora, Señorita Doria.
Ella respondió:
—No debería, yo te pedí venir.
—Entonces, entremos.
Después de ingresar al restaurante, de un vistazo ella notó que Claudia se sentaba junto a la ventana y, frente a ella, había un hmbre que la acompañaba. Debido a que él le daba la espalda, no podía distinguir su apariencia.
Doria seleccionó un lugar desde el cuál podía vigilarlos.
—Sentémonos aquí.
Daniel no detectó nada extraño y solo le dio una respuesta sencilla.
—Bueno.
Después de sentarse, apenas levantó los ojos, él se dio cuenta de que Claudia no estaba muy lejos de ellos.
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Quiero el finall...