Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 507

Diciendo eso, Doria volvió a poner la vitamina B delante de Claudia:

—Aunque sé que no quieres tener a este bebé, pero aún así toma esto, no te hará daño hacerlo, y cuando llegue el día en que realmente necesites hacerte aquella operación, puedes tirarlo.

Claudia se avergonzó y se acercó a abrazar a Doria:

—Guaaaa, eres muy considerada, Doricita.

Doria se rió y le dio unas palmaditas en la espalda:

—Suficiente. Sé que no estoy en condiciones de convencerte de nada, pero de todos modos aún queda más de medio mes antes de la operación, así que puedes pensar seriamente si quieres decírselo o no a Daniel. En mi opinión, él definitivamente no es una persona irresponsable.

Claudia asintió algo fuera de sí:

—Lo pensaré.

Después de acomodar la nevera, Doria recordó lo que Édgar le había dicho el otro día.

Se mordió los labios:

—Claudia, ¿ha venido Carmelo a verte últimamente?

—No, supongo que recibió su merecido.

Doria se lo pensó y no le dijo que había sido Daniel quien se había encargado de su asunto. Pues, Rafaela ya estaba bastante confundida en ese momento, y que ella se lo contara, solo interferiría con sus pensamientos y haría que se sienta aún más insegura de qué hacer en el futuro.

Poco después, sonó el teléfono de Doria, y era Édgar quien llamaba.

—Aunque hayas ido caminando, ya deberías haber llegado. —Dijo Édgar con disgusto:

Doria se quedó sin palabras. Se olvidó por completo de enviarle un mensaje.

Entonces, ella respondió:

—Llegué temprano, pero me retrasé por otro asunto.

—Cuándo terminarás. —Al otro lado del teléfono, Édgar tarareó en voz baja:

—Supongo que aún queda un rato, te enviaré un mensaje cuando termine. —Quería preparar la cena para Rafaela antes de irse.

Sin esperar a que Édgar dijera nada más, Doria colgó el teléfono bruscamente.

Claudia se sentó en el sofá y, de alguna manera cobró vida, con los ojos llenos de curiosidad:

—¿Tu querido Édgar te busca para una cita?

Doria sonrió:

—No... no, cómo crees. Es solo que cuando no está ocupado, empieza a vigilarme.

Claudia suspiró:

—Nunca pensé que un gilipollas como él estuviera algún día así.

Doria se levantó:

—Iré a cocinar para ti, ¿qué quieres comer?

Claudia respondió de manera adorable:

—Quiero comer todo lo que tú me cocines.

—De acuerdo.

Hacía dos días que Claudia no comía bien, y como lo que cocinó Doria, era su comida favorita, se comió repitió dos veces sin darse cuenta.

Cuando terminó de comer, Doria estaba a punto de ir a lavar los trastes cuando Rafaela dijo:

—Yo haré el resto, tú deberías ir a tu cita con el señor Édgar, o se enfadará de nuevo contigo.

Doria miró la hora y, efectivamente era bastante tarde:

—Entonces me iré primero, descansa bien.

—¡Como ordene mi señora! Anda con cuidado.

Después de que Doria se marchara, Rafaela lavó los platos y limpió la cocina, para finalmente desplomarse en el sofá en un ataque de desesperación.

Después de un largo tiempo autoreflexionando, Rafaela sacó su teléfono móvil y encontró el número de Daniel, pero solo se limitó a mirarlo.

De pronto la noche cubría el cielo cuando Claudia tiró el teléfono a su lado y éste cayo por la parte superior en el sofá.

«¡Guaaa!, ¿qué debo hacer?».

***

Durante la cena, durante la película y después de ver ésta, Doria estuvo todo el tiempo un poco distraída.

Al ver eso, Édgar le preguntó:

—¿No te sientes bien?

Al oír su voz, Doria dejó escapar un “¿qué?” y luego retiró lo que había dicho:

—No es nada. Estoy bien...

Las bonitas cejas de Édgar se fruncieron ligeramente:

—Entonces, simplemente te aburre salir conmigo.

Doria no sabía que decir.

—¿Cuándo he dicho yo eso?. —Doria le respondió un poco enfadada.

—La expresión de tu rostro no es suficiente.

Al escuchar eso, Doria explicó:

—No, solo estaba pensando en algo.

—¿Qué estabas pensando?, Dímelo y te ayudaré a resolverlo.

Doria no quería decírselo, pero cuando escucho lo que le dijo, recordó que aquel gilipollas tenía mucha experiencia en este campo, así que era correcto pedirle su opinión.

El resultado era el mismo.

Cuando Édgar vio que ella guardaba silencio, supo que no era una buena señal, así que suavizó su voz:

—También dijiste que nuestra situacion era diferente, solo quiero protegerte.

Doria dijo:

—Me parece que ahora puedes decir cosas dulces.

Este gilipollas solía decir todo para perjudicaba, su boca nunca perdonaba, y no sabía cuándo había empezado a decir palabras suaves, tratando de engatuzar a la gente.

Édgar se rió:

—Porque he descubierto que hacerlo es bastante bueno. Además, lo que he dicho es la verdad.

Doria le dio una patada:

—Vale, volvamos, que tengo sueño.

—¿Ya no hay más preguntas?

—Es una perdida de tiempo preguntarte.

—Entonces puedes preguntárselo a Daniel, mi opinión es solo una referencia.

Doria volvió a quedarse sin palabras.

Ante su mirada atónita y sorprendida, Édgar dijo:

—¿Es tan difícil adivinar?

—Bueno...

Su suposición era demasiado precisa.

Édgar dijo:

—Solo tienes unos pocos amigos, y el que puede hacer que te preocupes tanto es Leila o Claudia.

Doria dijo:

—Entonces crees que Daniel sabrá la respuesta.

—No importa la respuesta, tú misma lo has dicho, él está enamorado de Claudia y están luchando juntos, este tipo de cosas se supone que son responsabilidad de dos personas, no hay razón para que una sola persona lo asuma.

Doria volvió a quedarse sin palabras

«Maldito gilipollas sabelotodo».

Doria no pudo evitar susurrar:

—Tú eres el que me parece un gilipollas sabelotodo.

No solo era un gilipollas sabelotodo sin escrúpulos, sino también era un abominable opresor, el famoso ¡Édgar Santángel!

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