Al notar su expresión cansada, Samuel se acercó y le preguntó:
—Sra. Doria, ¿qué le pasa?
Doria sacudió la cabeza y se mordió la punta de la lengua con mucha fuerza para recuperar la compostura y la racionalidad:
—Ve al grupo Santángel y mira qué está haciendo Édgar. Si lo ves, dile que Julieta fue asesinada y pídele que venga aquíde inmediato. Si no lo ves...
Doria respiró profundamente y continuó:
—Si no puedes encontrarlo, vuelve a la empresa directamente.
Tras la marcha de Samuel, Doria, aunque seguía temblando ligeramente, reprimió el susto y le dijo al policía:
—¿Puede llevarme a ver... el cuerpo?
—Sígame.
A continuación, se dirigieron al depósito de cadáveres. Cuando se levantó la sábana blanca, Doria se quedó sin aliento al ver aquel rostro familiar.
El oficial de policía preguntó:
—Estamos intentando contactar con su familia. ¿Usted no tiene sus números de contacto?
Doria respondió con voz ahogada:
—No lo tengo.
—¿Conoce a su novio? ¿Cómo es su relación? ¿Han tenido peleas recientemente?
Tras un rato de silencio, Doria negó con la cabeza.
Solo sabía alguna información superficial sobre Julieta. Sin embargo, todo lo que sabía ella era falso.
Solo sabía que se llamaba Julieta Nores.
Su historia y sus familiares fueron fabricadas por ellos, y siempre le mintieron a Doria.
De repente, Doria se sintió ridícula. Nunca esperó que sus suposiciones se demostraran por este medio algún día.
Después de salir del depósito de cadáveres, Doria miró el sol de fuera, sintiéndolo tan deslumbrante como nunca antes.
***
Los policías terminaron de interrogar a Gonzalo.
Aunque Gonzalo se empeñó en negarlo y afirmó que Julieta llevaba varios días desaparecida y que él no podía ponerse en contacto con ella, la policía había recibido una denuncia anónima según la cual la última persona con la que se encontró Julieta antes de desaparecer era Gonzalo.
Al mismo tiempo, al examinar su cadáver, el forense encontró algunos residuos de tejido de la otra persona en los dientes de Julieta, que coincidían con la marca dental en el dorso de la mano derecha de Gonzalo.
Ahora estaban esperando el informe del laboratorio y entonces podrían juzgar a Gonzalo.
Doria se sentó junto a la puerta de la comisaría y solo hasta que el cielo se oscureció recibió una llamada de Samuel.
Justo en ese momento, Gonzalo fue sacado de la sala de interrogatorios y estaba a punto de ser arrestado.
Cuando vio a Doria, curvó los labios en una extraña sonrisa:
—Sra. Doria.
Doria miró hacia él sin expresión.
Gonzalo giró la cabeza para mirar al policía:
—Quiero hablar con ella. ¿Puede darme unos minutos?
El oficial miró hacia él y luego a Doria. Al ver que Doria asentía con la cabeza, se apartó.
Gonzalo preguntó:
—Sra. Doria, debe conocer a Julieta, ¿verdad? Después de todo, ella cuidó de su hijo durante mucho tiempo.
Doria no cambió su expresión al preguntar:
—¿Qué quieres decir?
—Por desgracia, solía ser un hombre con perspicacia, pero no esperaba sufrir esto un día. Ahora que me abandonaron justo después y me inculparon, creo que debo hacerle un favor. Sra. Doria, puedo decirle que su hijo probablemente esté en peligro.
Doria apretó los puños al instante:
—¡¿Qué has hecho?!
Gonzalo se rió:
—¡Espera! —Agustina gritó—. ¡¿Esta es tu manera de hablar con alguien mayor que tú?!
A Doria le hizo gracia. Se dio la vuelta para mirarla:
—Te tomé por mayor en el pasado porque pensé que eras la madre de Édgar, pero resulta que no eres su madre. Además, las cosas que hiciste fueron muy inmorales. ¿Por qué debería de respetarte?
—Tú...
—Tienes razón. No tengo labia y es imposible cambiar mi vulgaridad y mis malas cualidades innatas. ¿Por qué tienes que molestarme ahora? Acabo de pedirte que te vayas a la mierda. Te he mostrado algo de respeto ya que no he maldecido a tus familia.
Doria continuó:
—Por cierto, fui una cobarde ya que no quise causar ningún problema. Tampoco me atreví a ofender a los Santángel antes. Pero esta vez, también los arrastraré al infierno si a mi hijo le ocurrió algo. Tienes un hijo, así que creo que puedes entender cómo me siento ahora.
Agustina nunca había visto a Doria ser tan dura y dominante. Se quedó atónita y permaneció en silencio.
Cuando Doria terminó de hablar, no perdió más tiempo con Agustina y salió directamente de la casa.
Cuando se dirigió al jardín y se preparó para subir a su coche, oyó vagamente algunos sonidos a lo lejos y le pareció que había un revuelo.
Doria se asomó siguiendo el sonido y comprobó que procedía del patio trasero.
Aunque había vivido en la Mansión de los Santángel durante un tiempo, nunca había estado en el patio trasero.
Pero parecía haber una fuerza inexplicable que la impulsaba a ir allí a echar un vistazo, pues tuvo la corazonada de que tanto Édgar como el bebé estaban en el patio trasero.
Doria corrió sin dudarlo.
De repente empezó a lloviznar. Era casi verano, pero Doria seguía sintiendo un frío glacial cuando la lluvia caía sobre su rostro.
Después de correr un rato, Doria finalmente se acercó a la fuente del ruido.
Su suposición era correcta, Édgar estaba en el patio trasero. Y Saúl estaba de pie frente a él.
Ambos tenían muchos subordinados reunidos detrás de ellos, así que el ambiente era tenso.
Doria miró a su alrededor y decidió no acercarse. Encontró un lugar para esconderse y contuvo la respiración.
No tendría ninguna ventaja si ella se acercara directamente, sino que solo comlicaría la cosa. Ella debería de pensar en su siguiente movimiento antes de que todo eso acabara.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...