Cuando Claudia salió del baño, se encontró con que había mucha gente de pie en la puerta de la sala de operaciones, que parecía estar viendo un espectáculo y discutiéndolo. Claudia, que acababa de estar bastante alterada, se animó de inmediato, así que se apresuró a meterse entre la multitud para intentar averiguar qué estaba pasando.
Pero cuando se detuvo frente a la multitud, sorprendentemente se fijó en Daniel y entonces se quedo congelada en el lugar.
Doria fue la primera en darse cuenta de la presencia de Claudia. Soltó un suspiro de alivio y se dirigió hacia Claudia:
—Claudia, ¿dónde has estado?
Claudia retiró la mirada y respondió:
—¿Ah?, estaba muy nerviosa hace un momento y quería ir al baño, así que la enfermera me dijo que podía ir al baño primero...
Antes de que ella pudiera terminar la explicación, Daniel se acercó a zancadas, la agarró por los hombros, movió sus finos labios y dijo con voz ronca:
—No te operes.
Claudia levantó la vista hacia él. Asustada por su expresión, su mente se quedó en blanco. Ella miró hacia Doria en busca de ayuda:
—Pero... pero ya he pagado por la operación.
Cuando Daniel se preparó para decir algo, comprobó que los espectadores se emocionaban más por la aparición de Claudia y discutían apasionadamente.
Daniel respiró profundamente, tomó de la mano a Claudia y la sacó del hospital.
Claudia no esperaba que ella se convirtiría en la protagonista de ese ridículo espectáculo.
Doria miró el paño quirúrgico de Claudia que tenía en la mano, curvó los labios en una sonrisa, rompió el paño en pedazos y los tiró a la papelera.ç
***
Cuando salió del hospital, se encontró con que Claudia y Daniel no estaban en ninguna parte.
Así que Doria echó un vistazo a la hora y descubrió que no era tan tarde, así que podía ir al Grupo Collazo.
Sin embargo, cuando llegó a la empresa, descubrió que el edificio estaba rodeado de mucha gente y que un furgón policial estaba aparcado no muy lejos de la empresa.
Doria aparcó su coche, pasó entre la multitud y entró en el edificio. También había muchos empleados en el vestíbulo, que parecían estar discutiendo algo en susurros.
Doria se puso detrás de ellos y preguntó:
—¿Qué ha pasado?
Un empleado se dio la vuelta y se preparó para responder a la pregunta. Pero al ver a Doria, ajustó inmediatamente su expresión:
—Sra. Doria.
Al oír el saludo, los demás empleados se callaron.
Doria respondió con un sonido gutural y repitió la pregunta:
—¿Qué ha ocurrido?
Alguien respondió:
—Esta mañana se ha informado de que se ha hallado el cuerpo de una chica que fue asesinada, por lo que la policía ha venido a nuestra empresa para investigar el caso. He oído que el asesino es uno de nuestros empleados.
Doria frunció ligeramente el ceño. «¿Acaso Jairo está metido en todo esto?».
Justo en ese momento, alguien exclamó:
—¡Ya salieron!
Cuando las puertas del ascensor se abrieron lentamente, Doria vio que dos policías salían del ascensor con un hombre.
Era Gonzalo Cotilla.
Con la cara pálida, Gonzalo parecía un poco desordenado y abatido.
Aunque la policía no había encontrado ninguna prueba tangible hasta el momento, ser llevado por la policía como sospechoso era, sin duda, una violación de su dignidad.
Cuando Gonzalo pasó junto a Doria, se detuvo. Parecía que quería decir algo, pero al final no pronunció ninguna palabra.
Después de que Gonzalo subiera al furgón policial con los agentes, los curiosos se fueron poco a poco, pero sus discusiones fueron subiendo de tono.
—Nunca esperé que fuera el Sr. Gonzalo. No parece una persona que fuera capaz de hcaer algo así.
—Yo también pienso igual. El Sr. Gonzalo siempre ha sido amable con los demás y siempre está sonriendo. Cuando hice horas extras en la empresa sola, se acercó y me preguntó si quería que me llevara varias veces. Ahora siento miedo al pensar en eso.
—Espera, ¿por qué mató a esa chica? Debe haber una razón.
—He visto un comentario en Internet. Parece que esa mujer era su novia, supongo que se pelearon y la mató en un arrebato.
—Pero recuerdo que el Sr. Gonzalo es casado y tiene dos hijos. ¿No sería su amante?
—Quizás. Pero para ser sincero, esa chica tuvo muy mala suerte, solo tenía veinte años. He oído que una vez fue empleada del Grupo Santángel.
—¡Dios bendito! ¿Grupo Santángel? Entonces la Sra. Doria...
Alguien se dio cuenta de que Doria seguía en el pasillo y se apresuró a callar. A continuación, se marcharon rápidamente.
Doria se quedó pensativa en el sitio, frunciendo más las cejas.
¿Un empleado del Grupo Santángel? ¿La amante de Gonzalo?
Doria se vio repentinamente atenazada por un inexplicable torrente de emociones. La fuerte inquietud conquistó su corazón, haciendo que se quedara sin aliento.
Luego marcó a Vicente, pero aún no había respuesta.
Esto no era una buena señal.
Se quedó pensando un rato y luego llamó a Alex, pero tampoco hubo respuesta.
Doria bajó la ventanilla del coche. Tenía el presentimiento de que un gran evento estaba por acercarse.
***
Cuando llegaron a la comisaría, les dijeron que los agentes estaban interrogando a Gonzalo en la sala de interrogatorios.
Samuel preguntó por el progreso y luego informó a Doria:
—Señora Doria, el oficial de policía dijo que los antecedentes de la víctima son un poco sofisticados y no pueden decirme nada antes de que salga el resultado de la investigación de este caso.
—¿Sofisticado?
—Sí.
Doria no indagó en este asunto y dijo:
—Vámonos.
Tras salir de la comisaría, Doria se detuvo de repente al recordar las noticias que había escuchado hoy.
El apellido de la víctima era Nores y sus antecedentes eran sofisticados, además era empleada del Grupo Santángel. Ella tenía veinte años.
Doria se dio la vuelta bruscamente y entró en la comisaría. Se detuvo frente al oficial que estaba ordenando los documentos del caso y preguntó ansiosa:
—Disculpe, ¿la víctima se llama Julieta Nores?
El policía la miró:
—¿Eres su amiga?
Doria movió los labios tratando de decir algo, pero de repente sintió que se le hacía un nudo en la garganta, su mente que había estado tensa, se quedó de repente en blanco.
El oficial se levantó:
—Si realmente eres su amiga, puedo llevarte a verla. Y también espero que puedas proporcionarnos alguna pista útil.
Doria se dio cuenta de inmediato cuando escuchó aquellas palabras de que la víctima era Julieta.
Dio un paso atrás y su cintura golpeó el escritorio. Doria se agarró con fuerza al borde del escritorio, con una cara llena de espanto.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...