Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 73

Después de que Armando consiguió el dinero, bajó felizmente las escaleras cuando un Rolls-Royce negro se detuvo repentinamente frente a él.

La puerta se abrió y Édgar salió del auto, sus rasgos faciales eran solemnes, miró de reojo a Armando, y parecía haber mal humor en sus ojos negros.

Armando se estremeció y retrocedió unos pasos, tan pronto como quiso explicar, Édgar pasó a su lado y entró al hotel con sus piernas largas.

Vicente lo siguió apresuradamente. Tras hacer una llamada telefónica, consiguió la ubicación exacta, -Gerente Édgar, es en el noveno piso.-

Édgar siguió caminando y se dirigió directamente al ascensor.

Al ver eso, la recepción rápidamente preguntó, -¿Quiénes sois...?-

En ese momento, el gerente del hotel corrió hacia ella y negó con la cabeza desesperadamente.

En el noveno piso, los súbditos de Édgar rápidamente detuvieron a los dos hombres que custodiaban la puerta. Édgar miró al gerente que lo siguió y dijo con frialdad, -Abre la puerta.-

-Sí, sí.-

Como el gerente no se atrevió a descuidarlo, se apresuró a abrir la puerta de la habitación del hotel.

En la habitación, Doria tenía la ropa desordenadamente puesta, y con ojos sin enfoque estaba tirada en un costado de la cama.

En el momento en que se abrió la puerta, pareció recuperarse y apretó el cenicero manchado de sangre que tenía en la mano.

Cuando la figura de Édgar apareció en su vista, Doria estaba un poco aturdida, como si no esperara verlo allí.

Édgar se quedó allí y dijo sin mirar atrás, -Espera afuera.-

Vicente respondió, -Sí.-

Édgar se quitó el abrigo y dio un paso adelante, se agachó frente a Doria, le puso la ropa sobre los hombros y fue a quitarle el cenicero que tenía Doria en la mano.

Ella no lo soltó, solo lo miró fijamente.

Édgar dijo, -No pasa nada, ya estoy aquí.-

Doria no supo qué decir.

Tampoco era como se lo imaginaba.

Solo estaba pensando si debería aprovechar la oportunidad para romper su cabeza.

Édgar hizo un poco de fuerza para abrir su mano, luego tiró el cenicero y tomó a la persona en brazos.

Cuando se dirigió a la puerta, se detuvo un poco, volvió la cabeza y miró hacia la habitación, -Encárgate del resto.-

Vicente asintió.

Desde el camino del hotel hasta el auto, Doria no habló, solo yacía en sus brazos sin saber lo que estaba pensando.

Édgar la puso en el asiento trasero del coche y le dijo al conductor, -Ve al hospital.-

Doria levantó la cabeza reflexivamente, -¡No voy!-

Édgar la miró.

Doria se dio cuenta de que su reacción parecía ser un poco exagerada, se ajustó la ropa y murmuró en voz baja, -¿No dijiste que iríamos mañana? No puedes incumplir tus palabras.-

Édgar estaba tan molesto que se quedó sin habla por un tiempo. ¿Ella estaba pensando que había venido corriendo desde tan lejos solo para el asunto de llevarla al hospital?

Volvió la cabeza, su voz era fría, -Lo que quieras.-

El más agraviado e indefenso era el conductor de delante, porque al final tampoco habían dicho exactamente adónde iban, y en un ambiente tan tenso, no se atrevía a preguntar, por lo que solo podía juzgar por sí mismo y conducir hacia la Mansión Estrellada.

Doria se encogió en un rincón, sin saber por qué, se sentía cada vez más mareada, y la reacción de su cuerpo… también era muy extraña.

Después de un rato, miró levemente por la ventana, -Mi casa no está en esta dirección.-

Édgar la miró de reojo, -¿Dónde está tu casa?-

-Mi casa está en...- dijo Doria bajando la cabeza, -Olvídalo, no tengo casa, no tengo nada.-

Édgar no se molestó en hablar con ella.

Media hora después, el Rolls-Royce se detuvo en la Mansión Estrellada y Édgar dijo con indiferencia, -Bájate.-

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