Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 93

Cuando estaba en la universidad, había una calle vieja como estaba al lado de la escuela, Doria y Claudia solían ir de compras por la noche.

Sólo el lugar al que iban fue una calle larga, no era tan grandiosa y próspera como este lugar.

Pero realmente no esperaba que a Édgar le gustara un lugar tan animado.

Pronto, los bocadillos que Doria ordenó antes se entregaron uno tras otro.

Cuando Doria acababa de recoger los palillos para comer, se encontró con que Édgar estaba revisando los archivos de su teléfono, y después de pensarlo, le pasó los palillos.

Este cabrón cogió los palillos sin levantar la cabeza.

Doria hizo una mueca y tomó otro par.

Cuando estaba a la mitad de comer, Édgar dejó su teléfono y miró la comida en la mesa, -¿Por qué no te comes estos?-

Doria estaba mordiendo la comida en su boca y dijo después de tragar, -¿Gerente Édgar, no estás pidiendo nada?-

Édgar empujó las cajas frente a ella y dijo a la ligera, -Ya dije que basta con servirte.-

Doria se quedó sin palabras.

Pensó que este cabrón realmente no sabía lo que era bueno o malo.

Doria pidió todo lo que le gustaba, quería dárselo amablemente, pero él no lo apreciaba, así que terminaría de comer sola.

Después de probarlos todos, no pudo evitar eructar.

Édgar la miró, -¿Estás llena?-

-¿Qué? Sí, estoy llena, voy a...-

Antes de que Doria dijera que quería ir al dueño del puesto para que se llevara la bolsa de embalaje, Édgar volvió a coger los palillos y se comió la comida que ella no había terminado.

Doria estaba atónita, incapaz de seguir el ritmo de sus pensamientos.

Se preguntó ¿qué tipo de comportamiento era?

Como si percibiera su mirada de sorpresa, Édgar dijo con indiferencia, -¿Nadie te enseñó a no desperdiciar?-

-Solo es que…-

No estaba dispuesta a desperdiciar, siempre había planeado llevarlos.

Doria dejó de hablar y miró hacia otro lado.

En la calle, las luces deslumbraban y la noche brillaba intensamente.

La mayoría de las personas que venían aquí eran parejas, amigos y familiares, todos eran muy cercanos y armoniosos, tal vez no hubiera otros que se vieran obligados a comer juntos, aunque estuvieran divorciados como ellos.

A punto de ella estar un poco distraída, Édgar ya había terminado de comer y dijo, -Vamos.-

-Sí.-

Cuando Doria estaba a punto de caminar hacia la salida, encontró a Édgar entrando en una calle más animada.

Ella no entendió lo que él quería hacer.

Édgar dio unos pasos y descubrió que Doria no lo había seguido, se volvió para mirarla y dijo con gesto impasible, -Hay tanta gente aquí, no te abrazaré, así que disiparás esta idea poco realista lo antes posible.-

Doria se rio secamente, pero no pudo encontrar nada para quejarse de él, y pasó apresuradamente a su lado.

Édgar todavía la seguía como antes.

Doria miró hacia atrás en silencio, se preguntó ¿si este cabrón estaba loco y qué quería hacer?

Antes de que Doria pudiera entender, sus ojos se sintieron atraídos por los pequeños juguetes peludos en el puesto de la calle.

Escogió algunos de sus favoritos, y cuando estaba a punto de pagar con su teléfono móvil, llegó la voz del pago del dueño del puesto.

Doria giró la cabeza con una mirada increíble, vio a Édgar retirar su teléfono, su rostro guapo y frío estaba un poco de disgusto, -¿Por qué me miras?-

Doria no le respondió.

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