Mi primera vez (COMPLETA) romance Capítulo 54

Habían pasado tres meses desde aquel entonces y de mi parte había seguido con mi vida normal, había suspendido mis estudios. Obviamente los pensaba retomar después que mi mente estuviera estable, de lo contrario no iba a rendir lo suficiente así que decidí tomarme unas buenas vacaciones en la granja.

Ayudaba con las cosas de la casa e incluso me involucraba en las cosas del campo, después de todo había nacido en este lugar y no era de las mujeres plásticas que conocí en la ciudad.

—Alis, ¿me puedes sostener el balde para poder ordeñar?—me indicaba Tomas. Tomas era un joven que tenía unos dos meses de haberlo conocido cuando vino a buscar trabajo, él era un buen tipo, no era nada feo, pero aún tenía reciente ciertas cosas de alguien a quien no quiero mencionar.

—Sí, claro—sostuve el balde y la leche empezó a caer a chorros.

—¿Qué harás hoy?—sonreía mientras jalaba de la teta

—Creo que nada. ¿por qué?—espero que no sea una invitación o algo por el estilo, de cierta forma yo percibía el interés en los hombres por mi, no sé por qué, pero todo hombre que se me acercaba no le podía dar mi amistad porque ya se aprovechan de eso y se desviaban del tema.

—Es que hoy en la noche habrá una feria de ganado y esas cosas, pero me preguntaba si querías ir. Quizás comamos algo que te guste y así te distraes un poco. ¿Qué piensas?—Tomas era un sujeto muy sencillo, no como uno que conozco qué todo era lujo, en realidad ahora que lo pienso bien. No sé qué cosa tengo ahora con las personas ricas, sus cosas exclusivas y así… yo era de las chicas que con un gesto o detalle por muy pequeño se daba con amor, con eso me bastaba y la verdad necesitaba salir un poco.

—Perfecto, te acompaño—asentí, no pasaría nada malo, supongo—me pasas buscando temprano entonces.

La noche caía y con ella el canto de los grillos se hacía presente por todo el pasto de la granja. Yo estaba en mi cuarto frente a mi espejo vestida con unos vaqueros de mezclilla, una camisa manga larga de color naranja y unos converse de color blancos, un poco sucios. Lo bueno de estar acá es que ya no debía de utilizar esos atuendos elegantes y esos tacones incómodos.

—Alis—llamó mi mamá desde el piso de abajo.

—¿Qué pasa, mamá?—seguía peinando mi cabello, esta vez llevaría un partido en medio y listo.

—Tomas te está buscando, no lo hagas esperar.

Bajé.

—¡Que hermosa que vienes, Alis!—Tomas estaba recostado en la puerta del conductor con un pie cruzado encima del otro.

—Qué exagerado que eres—negué con la cabeza, lo que hacen los hombres solo para conquistar a una chica. Tomas me tomó la mano como todo un caballero y me abrió la puerta. Estando adentro había un poco de polvo y la camioneta en sí no era lujosa. Más bien parecía una camioneta de trabajo.

Tomamos la carretera, él puso unas canciones clásicas, al menos tenía buen gusto musical.

—Espero que hoy la pases bien, para eso haré todo lo que esté a mi alcance—conducía sonrientemente.

—No es necesario que te esfuerces, solo sé cómo tú realmente eres y listo—rodé los ojos, en serio se pasan estos hombres de hoy en día, pero se me hacía mala onda con el.

Finalmente llegamos a la feria, habían varias secciones en donde exponían a los mejores caballos, las mejores razas de toros y animales del campo. Desde que salí de mi casa me esperaba un ambiente así.

—Vamos a los establecimientos que están del otro lado—Tomas una vez más tomó mi mano y esperaba que esto no se le volviera costumbre, aún no me hacía la idea de que alguien me tomara de la mano y menos un hombre. Por esta noche se la dejaré pasar.

Habían varios puestos de comida, entramos a uno y el menú me llamaba la atención.

—Quiero pedir esto que se llama Panini—señalé y se miraba rico—además me gustaría pedir un té helado, Ah, Por supuesto, lo olvida, también quiero una orden de papas fritas.

—¿Estás segura que todo eso te podrá alcanzar?—Tomas se extrañaba—eso es bastante, ya verás cuando lo traigan.

—¿Y? ¿crees que no me alcanza? Te apuesto que puedo comer eso y mucho más—reí, me había dado gracia ver su rostro. Al menos despues de todo no me la estaba pasando mal. Pero de la nada como un rayo que impactó en mi cabeza se instaló un pensamiento: Nicky.

¿Cómo puede ser posible eso? ¿por qué aún pienso en este hombre? ¿será que la vida me intenta decir algo y no logro escucharla? Lo que sea, no quiero por nada del mundo regresar a ese lugar que solo malos recuerdos tengo.

—Acá tiene señorita—la mesera colocó una escudilla con dos trozos de pan cortados en diagonal, supongo que esto es lo que llaman panini, es como un sándwich partido en diagonal y más tostado. Además colocó una bandeja de papas fritas.

—Un momento—detuve a Tomas—estas son mías—tomé la bandeja y la coloqué bien cerca, no quería que él metiera manos.

—Como quieras Alis, pero te apuesto que luego vas a pedir que yo te ayude con ese plato—Tomas empezó a comer del suyo.

La noche había estado buena hasta el momento. Tomas me había llevado a casa y se había comportado como todo un hombre respetuoso, pero eso no quería decir que yo saldría con él o que le daría una oportunidad, necesitaba más tiempo si eso llegara a ocurrir y la verdad no creo que sea mi tipo, ojalá que él encuentre quien lo aprecie y lo vea con ojos de amor.

—Muchas gracias por todo, Tomas—bajé de la camioneta.

—No es nada Alis, de vez en cuando podríamos hacer estas salidas ¿no lo crees?

—Quizás —puse mis labios en una sola línea—buenas noches, Tomas, por favor conduce con cuidado—le dije adiós con mi mano y luego entré a mi habitación.

CINCO MESES DESPUÉS

Los ocho meses que había pasado en la granja me habían caído bien, pensaba retomar mis estudios, creo que ya había sido suficiente tiempo para aclarar mis dudas, pero esta vez tenía pensado estudiar en otro estado muy lejos de New York, no tenía nada en contra con el lugar. Pero quería conocer nuevas cosas y rodearme de gente que fueran un aporte a mi vida.

Ese día estaba preparando mis malestas para irme, tenía todo listo, pero en eso entró una llamada de Kyle. Con ella siempre me mantenía en contacto, era una buena amiga y siempre hablábamos por la noche lo cual me tomó por sorpresa.

—¿Alis?

—Sí, ¿dime?

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