Habían pasado tres meses desde aquel entonces y de mi parte había seguido con mi vida normal, había suspendido mis estudios. Obviamente los pensaba retomar después que mi mente estuviera estable, de lo contrario no iba a rendir lo suficiente así que decidí tomarme unas buenas vacaciones en la granja.
Ayudaba con las cosas de la casa e incluso me involucraba en las cosas del campo, después de todo había nacido en este lugar y no era de las mujeres plásticas que conocí en la ciudad.
—Alis, ¿me puedes sostener el balde para poder ordeñar?—me indicaba Tomas. Tomas era un joven que tenía unos dos meses de haberlo conocido cuando vino a buscar trabajo, él era un buen tipo, no era nada feo, pero aún tenía reciente ciertas cosas de alguien a quien no quiero mencionar.
—Sí, claro—sostuve el balde y la leche empezó a caer a chorros.
—¿Qué harás hoy?—sonreía mientras jalaba de la teta
—Creo que nada. ¿por qué?—espero que no sea una invitación o algo por el estilo, de cierta forma yo percibía el interés en los hombres por mi, no sé por qué, pero todo hombre que se me acercaba no le podía dar mi amistad porque ya se aprovechan de eso y se desviaban del tema.
—Es que hoy en la noche habrá una feria de ganado y esas cosas, pero me preguntaba si querías ir. Quizás comamos algo que te guste y así te distraes un poco. ¿Qué piensas?—Tomas era un sujeto muy sencillo, no como uno que conozco qué todo era lujo, en realidad ahora que lo pienso bien. No sé qué cosa tengo ahora con las personas ricas, sus cosas exclusivas y así… yo era de las chicas que con un gesto o detalle por muy pequeño se daba con amor, con eso me bastaba y la verdad necesitaba salir un poco.
—Perfecto, te acompaño—asentí, no pasaría nada malo, supongo—me pasas buscando temprano entonces.
•
La noche caía y con ella el canto de los grillos se hacía presente por todo el pasto de la granja. Yo estaba en mi cuarto frente a mi espejo vestida con unos vaqueros de mezclilla, una camisa manga larga de color naranja y unos converse de color blancos, un poco sucios. Lo bueno de estar acá es que ya no debía de utilizar esos atuendos elegantes y esos tacones incómodos.
—Alis—llamó mi mamá desde el piso de abajo.
—¿Qué pasa, mamá?—seguía peinando mi cabello, esta vez llevaría un partido en medio y listo.
—Tomas te está buscando, no lo hagas esperar.
Bajé.
—¡Que hermosa que vienes, Alis!—Tomas estaba recostado en la puerta del conductor con un pie cruzado encima del otro.
—Qué exagerado que eres—negué con la cabeza, lo que hacen los hombres solo para conquistar a una chica. Tomas me tomó la mano como todo un caballero y me abrió la puerta. Estando adentro había un poco de polvo y la camioneta en sí no era lujosa. Más bien parecía una camioneta de trabajo.
Tomamos la carretera, él puso unas canciones clásicas, al menos tenía buen gusto musical.
—Espero que hoy la pases bien, para eso haré todo lo que esté a mi alcance—conducía sonrientemente.
—No es necesario que te esfuerces, solo sé cómo tú realmente eres y listo—rodé los ojos, en serio se pasan estos hombres de hoy en día, pero se me hacía mala onda con el.
Finalmente llegamos a la feria, habían varias secciones en donde exponían a los mejores caballos, las mejores razas de toros y animales del campo. Desde que salí de mi casa me esperaba un ambiente así.
—Vamos a los establecimientos que están del otro lado—Tomas una vez más tomó mi mano y esperaba que esto no se le volviera costumbre, aún no me hacía la idea de que alguien me tomara de la mano y menos un hombre. Por esta noche se la dejaré pasar.
Habían varios puestos de comida, entramos a uno y el menú me llamaba la atención.
—Quiero pedir esto que se llama Panini—señalé y se miraba rico—además me gustaría pedir un té helado, Ah, Por supuesto, lo olvida, también quiero una orden de papas fritas.
—¿Estás segura que todo eso te podrá alcanzar?—Tomas se extrañaba—eso es bastante, ya verás cuando lo traigan.
—¿Y? ¿crees que no me alcanza? Te apuesto que puedo comer eso y mucho más—reí, me había dado gracia ver su rostro. Al menos despues de todo no me la estaba pasando mal. Pero de la nada como un rayo que impactó en mi cabeza se instaló un pensamiento: Nicky.
¿Cómo puede ser posible eso? ¿por qué aún pienso en este hombre? ¿será que la vida me intenta decir algo y no logro escucharla? Lo que sea, no quiero por nada del mundo regresar a ese lugar que solo malos recuerdos tengo.
—Acá tiene señorita—la mesera colocó una escudilla con dos trozos de pan cortados en diagonal, supongo que esto es lo que llaman panini, es como un sándwich partido en diagonal y más tostado. Además colocó una bandeja de papas fritas.
—Un momento—detuve a Tomas—estas son mías—tomé la bandeja y la coloqué bien cerca, no quería que él metiera manos.
—Como quieras Alis, pero te apuesto que luego vas a pedir que yo te ayude con ese plato—Tomas empezó a comer del suyo.
•
La noche había estado buena hasta el momento. Tomas me había llevado a casa y se había comportado como todo un hombre respetuoso, pero eso no quería decir que yo saldría con él o que le daría una oportunidad, necesitaba más tiempo si eso llegara a ocurrir y la verdad no creo que sea mi tipo, ojalá que él encuentre quien lo aprecie y lo vea con ojos de amor.
—Muchas gracias por todo, Tomas—bajé de la camioneta.
—No es nada Alis, de vez en cuando podríamos hacer estas salidas ¿no lo crees?
—Quizás —puse mis labios en una sola línea—buenas noches, Tomas, por favor conduce con cuidado—le dije adiós con mi mano y luego entré a mi habitación.
CINCO MESES DESPUÉS
Los ocho meses que había pasado en la granja me habían caído bien, pensaba retomar mis estudios, creo que ya había sido suficiente tiempo para aclarar mis dudas, pero esta vez tenía pensado estudiar en otro estado muy lejos de New York, no tenía nada en contra con el lugar. Pero quería conocer nuevas cosas y rodearme de gente que fueran un aporte a mi vida.
Ese día estaba preparando mis malestas para irme, tenía todo listo, pero en eso entró una llamada de Kyle. Con ella siempre me mantenía en contacto, era una buena amiga y siempre hablábamos por la noche lo cual me tomó por sorpresa.
—¿Alis?
—Sí, ¿dime?
—Por favor…—eso fue lo único que dijo entre dientes, enseguida salió de la habitación con su miraba baja.
No sé por qué quise seguirlo, pero me quedé aferrada a mi lugar.
—¿Qué esperas?—Kyle señaló con sus ojos que lo siguiera, no esperé a más, quería hacerle una pregunta que la tenía en mi cabeza desde meses atrás.
Lo seguí, pero no lo encontraba, hasta que se me ocurrió que quizás estaba en el balcón que tenía ese hospital en el último piso. Efectivamente él estaba ahí, con sus brazos recostados al barandal, se le miraba pensativo.
—Nicky —me le acerqué, él aunque escuchó mi llamado no habló, solo el guía en su estado de trance—¿qué pasó contigo? ¿Dónde están los lujos y esas cosas?—era una de las cosas que había notado desde que entró.
—¿Qué tiene?—hasta que por fin abrió su boca, pero aún no teníamos contacto visual.
—No sé, solo me extrañó que estés vestido así—me coloqué a su lado viendo al horizonte.
—Pues solo decidí desde hace unos meses retirarme de todos los negocios como la empresa e incluso el negocio sucio, le dejé todo a mi padre y ahora llevo una vida normal, como alguien de sociedad media, trabajo caro todo el día y por las noches miraba por Kyle, tampoco tengo autos lujosos. Vivo en un apartamento común y corriente. ¿Qué más quieres que te diga?—esta vez me miró fijamente, conocía esos ojos. Tenía tanto tiempo de no verlos de cerca, pero jamás los olvidaría.
—¿Por qué lo hiciste?—nuestras miradas estaban fijas.
—Por ti. Alis, aunque no volvieras yo quería ser un hombre sencillo y demostrarme a mi mismo que podía vivir sin lujos, es cierto que en un principio el ego me cegó y acepto que firmé ese documento, pero luego que me llegué a enamorar de ti, no he tenido paz en mi vida, tampoco me acosté con nadie más.
—Pero… ¿Cómo puedes explicar las cosas de Veronica y las otras chicas que decían?
—Esas cosas fueron falsas. Yo no he estado con nadie más—tomó mis manos, una vez más mi corazón empezaba a palpitar—por favor, perdóname. Perdóname por haber hecho eso antes de haberme enamorado, pero en mi vida solo hay una mujer y esa eres tu, Alis, me
entregué en su totalidad y ya me ha quedado más que claro que sin ti no puedo vivir, pero si tienes pensado otra cosa yo me retiraré—sabía que esta vez decía la verdad, cuando amas a alguien solo lo sientes y no te cuestionas tanto. Mi vida entera giraba alrededor de Nicky.
—No…—fue lo único que dije.
—Lo sabía. Sabía que sería imposible que me perdonaras, pero nada perdía con intentarlo una última vez—giró sobre sus talones y dio unos pasos hacia adelante, pude ver como llevó sus manos a su cara, quizás secando algunas langrimas.
—No… te perdono que me hayas dejado acá esperando por tus besos, Nicky Miler—lloré, no me imaginaba una vida sin el. El se detuvo en seco y corrimos en ambas direcciones.
—Te amo, te amo, ¡te amoooo!—me repetía una y otra vez, incluso me cargó en sus brazos y me besó. Me sentía en la luna, nunca me había sentido tan feliz como en los brazos de Nicky.
•
—Vaya, vaya…—Kyle sonreía al vernos entrar agarrados de la mano a su habitación—pero si son los dos tórtolos. Qué bueno que hayan arreglado sus diferencias y con eso ahora quiero decirle algo. Mi bebé no estará sin padrinos, ahora que ustedes dos están nuevamente juntos quiero pedirle a ambos que sean los padrinos de mi hijo. ¿Qué les parece?—nos observaba. La felicidad y el amor en esa habitación eran grandes. Por un lado Kyle con su bebé y por el otro, yo, con el amor de mi vida.
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