Tan pronto como Luisa escuchó que la secretaria de Vicente había calumniado deliberadamente a Isabel, sus cejas se fruncieron inmediatamente.
Todavía recordaba que había visto a esa mujer la última vez en el hospital. Esa mujer también había aparecido en la escena de la muerte de la exnovia de Vicente.
El ambiente era extraño en ese momento en el hospital.
—Madre, tango que ir a la empresa Sánchez —Isabel se acercó a Luisa y le estrechó la mano:
—Necesito averiguar quién me calumnió.
Si realmente era Lidia, Isabel la haría pagar el precio de maldecir de ella.
Luisa asintió:
—Llévate a guardaespaldas para que te protejan.
Sea lo que sea lo que su hija quiera hacer, no lo impedirá. Ella no sabía si era Lidia quien quería hacer esto o Vicente quien la mandó.
«Después de todo, en la fiesta de cumpleaños de anoche, Isabel había rechazado primero su invitación a bailar y luego su brindis.»
En ese momento, Silvia y sus padres estaban contentos.
Ellos vieron la esperanza.
Si podían demostrar que las cosas fueron provocadas deliberadamente por la secretaria de Vicente, entonces podrían lograr la perdona de Isabel.
Silvia e Isabel fueron juntos a la empresa Sánchez. Isabel no dijo una palabra en el camino.
Silvia tampoco se atrevió a decir nada. Sacó su teléfono y borró todos los contenidos que había publicado ayer en Internet.
Los fans comentaron:
—¿Por qué has borrado de repente el contenido? ¿Ha pasado algo?
—El calor de esa foto todavía es realmente alto, esa mujer debe haber gastado dinero para mantener el calor, ¡qué sinvergüenza!
—He estado maldiciendo bajo su cuenta durante toda la noche de ayer. No se atreve a decir nada ...
Silvia se puso nerviosa cuando vio estos mensajes. Los dedos estaban temblando cuando tecleando.
—Lo que he dicho ayer es falso. Porque alguien te calumnió, hizo que te malinterpretara. Por favor, perdóname, Isabel —Después de enviar esta frase en su Facebook, exhaló un profundo suspiro.
Miró a Isabel. Ella miró por la ventana con indiferencia, y su teléfono no sonó.
Silvia preguntó directamente a la recepcionista:
—¿Dónde está Lidia?
—Está en la oficina de la secretaria en el piso 70.
Silvia asintió y entró en el ascensor con Isabel.
Los recepcionistas susurraron:
—¿Quién es la otra mujer? La Señorita Pérez es tan humilde frente a ella.
—Debe tener un estatus inusual, saliendo con dos guardaespaldas.
En ese momento, Isabel y Silvia llegaron al piso 70, e Isabel entró en el piso en el que trabajó antes.
Al fin y al cabo, el despacho de la secretaria del presidente estaba justo al lado de lo del presidente.
En aquel entonces, ella había trabajado aquí.
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