Rodrigo siempre estaba ocupado pero había hecho un viaje especial a la fiesta de cumpleaños, ¡había preparado un regalo!
Sin embargo, lo que asombró aún más a todos los presentes fue que esta hija de la familia Vargas estaba elegante frente a Rodrigo, como si no fuera la misma persona que solía ser.
¡Fue un shock para casi todos los invitados!
Pero a Rodrigo no le importó, solamente miró a Isabel.
José Vargas era su abuelo y tenía tantas experiencias llevando mucho tiempo con ella, y no podía entenderla.
Era interesante.
Isabel estaba un poco nerviosa, un hombre como Rodrigo la miraba intensamente delante de tanta gente.
En particular, se dio cuenta de que Vicente, que estaba al otro lado, también la miraba.
La verdad era que su autoestima de una mujer estaba siendo satisfecha, pero...
¿Por qué se sentía como un libro extendido, siendo escudriñado por Rodrigo?
—¿Qué estás mirando, Señor Rodrigo? —Ya no era una niña, y la mirada de Rodrigo casi le hizo pensar que enamorara de ella.
—¿Me tienes miedo? —Rodrigo se la inclinó ligeramente y, al ver que ella estaba un poco nerviosa pero respira con tranquilidad, no pudo evitar acercarse a su oído y sonreír suavemente.
Aunque su expresión no cambió, las palmas ya estaban enrojecidas, ¿tenía miedo de que él desenmascarara su disfraz?
—¡Claro que no! —¡Isabel pensaba que hoy fue increíble! Rodrigo estaba tan cerca de ella susurrando...
¿Lo que su abuelo había pedido también?
Este hombre estuvo muy cerca.
Siempre había sido capaz de controlar sus emociones, y se sentía un poco abrumada.
—Bueno. —Rodrigo asintió y se enderezó ante la gente con expresión de asombro.
Al verle retomar su habitual distancia social, Isabel se relajó. Este hombre era tan fuerte que no pudo respirar.
En ese momento, la orquesta del salón comenzó a tocar música, era un vals.
Luisa, que era la anfitriona de la fiesta, se acercó a saludar a Rodrigo y varias personas se reunieron a su alrededor de inmediato.
Sin embargo, en ese momento, la multitud estalló repentinamente en ruido.
Todos miraron en dirección a Isabel con expresiones sutiles.
Rodrigo se había vuelto hacia ella en ese mismo momento.
Se detuvo frente a ella y a Vicente.
El tiempo parecía haberse detenido.
Incluso Vicente, siempre tranquilo, tenía una rara expresión de sorpresa en su rostro.
Al momento siguiente, Rodrigo ignoró a Vicente y tomó la mano de Isabel en la suya.
Ella inclinó inconscientemente la cabeza para mirarle a sus ojos, y el hombre bajo la luz de cristal sonrió:
—Se me olvidó preguntar, ¿bailarás conmigo en el baile de apertura?
En ese momento, el corazón de Isabel se detuvo.
Toda la sala se quedó en silencio.
¡Rodrigo estaba invitándole a bailar! Todos se sorprendieron.
Especialmente todas las señoritas, en este momento, todas ellas miraban celosamente a Isabel, ¡deseando poder cambiar de lugar con ella inmediatamente!
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