Mimando a Mi Esposa Sustituta romance Capítulo 1

Era junio en San Arrecife, la cercanía al mar hacía que no fuera tan caluroso como se podría esperar, pero el clima inestable siempre resultaba en algún grado de irritabilidad, y la brisa marina no ofrecía el alivio esperado.

Cerca de las diez de la noche, Vilma Durango se sentaba en el balcón de su estudio en el segundo piso, acariciando su notorio vientre: "Mi amor, solo faltan unos veinte días para que llegues al mundo, siendo tu mamá, te daré todo el amor que pueda".

Quizás, en su vida, ese niño era su única fuente de calor en ese mundo. Vilma cerró sus ojos, perdiéndose en sus pensamientos.

El móvil sobre el escritorio vibraba con insistencia. Sin apresurarse, Vilma abrió los ojos y decidió atender la llamada, se levantó con lentitud, recogió el teléfono y vio un video enviado por su hermana, Betiana Durango. Era típico en su hermana, siempre enviándole mensajes o videos. Vilma ya estaba acostumbrada.

Con una mano sobre su vientre, decidió abrir el video sin pensar más. En la pantalla, un hombre y una mujer desnudos se retorcían sobre la cama, besándose con una pasión desenfrenada...

"Ahh...Ciri, ¡más suave porfa!..." La mujer exclamaba con una mezcla de timidez y excitación.

El video duraba tres minutos en los que la pareja se entregaba a su deseo desbocado. Aparte de los gemidos ocasionales de la mujer, el silencio solo era interrumpido por la respiración agitada del hombre.

Ese video le mostró a Vilma algo que nunca hubiera querido ver: su esposo y su hermana, enredados en las sábanas.

¡Qué gracioso! Vilma soltó una risa amarga que terminó en un llanto desconsolado.

Ella se giró lentamente, sus manos todavía en su vientre redondo. Su cuerpo comenzó a temblar y se sintió débil. Intentó dar un paso, pero su pie se enredó en la gruesa alfombra. Cayó fuertemente, un dolor agudo en su vientre la dejó sin aliento. Intentó levantarse, pero las lágrimas le empañaban la vista.

Volvió a intentar ponerse de pie, pero un calor intenso y un dolor insoportable la vencieron, dejándola inconsciente antes de que siquiera pudiera pedir ayuda.

Finalmente, la puerta de la habitación se abrió. La criada, al ver a la joven en el suelo, gritó: "Señora Vilma, señora, ¡qué le pasa!".

El último recuerdo consciente de Vilma fue la voz del mayordomo Samuel, diciendo: "¡La señora va a dar a luz, llamen al jovencito de inmediato!".

Luego, el sonido de la ambulancia llenó sus oídos, cada sonido se hacía más y más distante. Cuando volvió a abrir los ojos, el blanco del hospital le confirmó donde estaba.

¿Y su bebé?

Intentó sentarse, pero vio a una enfermera preparando el suero. Esta al ver que Vilma había despertado, la enfermera sonrió y le dijo: "Señora Vilma, ha despertado".

Vilma intentó responder, pero su garganta estaba tan seca que no podía articular palabras.

La enfermera le ofreció un vaso de agua que estaba en la mesa de noche: "¿Desea decir algo, señora Vilma?".

"Mi bebé...Bebé...", Vilma apenas pudo susurrar.

La enfermera no supo cómo responder, le colocó el suero y la miró con simpatía: "Debe descansar, si necesita algo solo tiene que tocar el timbre".

Cuando la enfermera se disponía a salir de la habitación, Vilma la agarró del brazo, su voz rota por la sequedad: "¿Dónde está mi bebé? ¡Tráigamelo!".

"Señora Vilma... su bebé... no sobrevivió, lo siento", la enfermera bajó la mirada.

Vilma se quedó helada, las palabras de la enfermera la golpearon como un balde de agua fría.

"Señora Vilma, lo siento... su bebé murió al nacer por falta de oxígeno", la enfermera rompió a llorar.

Vilma agarró aún más fuerte el brazo de la enfermera: "No, no puede ser. ¡Él no puede estar muerto! Sentía cómo se movía en mi vientre, ¡no puede estar muerto! ¡Tráigamelo ahora mismo! ¡¿Dónde está?!". Arrancó el suero de un tirón y corrió hacia la puerta sin siquiera ponerse las pantuflas.

En ese momento, Samuel entró corriendo: "¡Señor, la señora Vilma ha desaparecido!".

"¿Desaparecida? ¿No acababa de despertar?", Cirilo sintió que su corazón latía descontroladamente y sus párpados temblaban frenéticamente.

Frustrado, salió al balcón y vio su coche alejándose del hospital, se quedó sin aliento.

"¡Vilma!", gritó, arrebatándole las llaves del coche a Samuel y saltando del tercer piso. Las enfermeras del segundo piso se asustaron al verlo pasar tan rápido.

Vilma condujo a toda velocidad por la carretera, con Cirilo siguiéndola de cerca. Vio cómo la velocidad de ella aumentaba cada vez más y sintió que su cabeza iba a estallar.

Cirilo bajó la ventana y gritó: "¡Vilma, detente, es peligroso! ¡Escúchame vamos a hablar!".

Pero Vilma no escuchaba nada, se incorporó a la autopista, saliendo de San Arrecife hacia el puente elevado junto al mar.

A esas alturas, Cirilo estaba al borde del colapso. Quería adelantar su auto y detenerla, pero Vilma iba tan rápido que era imposible sin causar algún accidente. Todo lo que podía hacer era gritar. "¡Vilma, por favor, detente!".

Vilma no escuchó los gritos detrás de ella, solo podía ver a su hijo esperándola en el cielo.

Su coche salió disparado para el puente.

Vilma vio la barrera del puente y sonrió. Tal vez así estaría mejor, estaría en el cielo con su hija. Ese mundo era demasiado cruel y solo quería irse de allí.

La barrera se acercaba cada vez más en su visión. Su coche, era como una flecha, se disparó por el centro del puente. Cerró los ojos lentamente, una sonrisa tranquila apareció en su rostro, y chocó contra la barrera...

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