NADIE COMO TÚ romance Capítulo 52

Mientras Aitor estaba cenando con Valeria, recibió varias llamadas de trabajo.

Valeria sabía que él había estado con ella casi durante todo el día, por eso sentía un poco de vergüenza y dijo:

—Vuelve primero al trabajo, estoy aquí acompañando a mi madre.

Aitor miró a Valeria, quien tenía la boca manchada de soja por comer con tanta prisa, y le limpió la boca.

—Me voy, vuelvo mañana —le dijo en voz baja—. Si necesitas algo, dime.

Valeria asintió con la cabeza, pero vio que Aitor aún estaba sentado, frunció el ceño.

—¿Qué pasa?

Aitor miró a Valeria pensando en algo, limpió el dedo que tenía la soja de Valeria con la boca.

—Nada, me pareces muy atractiva.

Valeria estaba muy sorprendida al ver a Aitor lamiéndose el dedo, por eso ni siquiera le escuchó.

«¿Eso es demasiado íntimo, no?»

Si fuera otra persona haciendo eso, Valeria podría sentirse asquerosa. Sin embargo, le parecía un poco sexy Aitor chupando su dedo fino.

—¿Qué?

Ella preguntó con mucha vergüenza y con la cara roja y evitó mirarlo.

—Pues, si en el futuro me necesitas dímelo directamente —Aitor no estaba contento de ver la dudosa mirada de la mujer, la agarró de la barbilla forzándola a mirarlo—. Valeria, quiero que me trates como tu marido seriamente.

Valeria miró los ojos negros de Aitor, un poco perdida.

—Vale —le respondió enseguida— Te prometo que si necesite algo, te lo diré primero.

Aitor sacó una sonrisa satisfecha.

—Muy bien.

Le soltó la barbilla y se fue.

Cuando llegó a la puerta, Valeria de repente lo llamó.

—¡Aitor!

Él giró un poco la cabeza, y vio que la cara de Valeria estaba un poco roja.

Ella dijo vergonzosamente:

—Muchas gracias por hoy.

Por alguna razón, era un agradecimiento muy simple, pero alegró tanto a Aitor que esbozó una sonrisa leve en la cara.

—De nada.

Valeria pasó la noche en el hospital. Gracias a Aitor habían trasladado a su madre a una sala privada, donde había una cama pequeña al lado de lecho, por eso Valeria no pasó la noche mal.

A la mañana siguiente, Valeria fue despertada por unos toses.

Ella abrió los ojos y vio que su madre ya estaba despertada.

—¡Mamá! —Valeria se acercó a la cama inmediatamente— ¿Cómo estás? ¿Te encuentras bien? ¿Quieres que llame al médico?

—Estoy bien —la cara de Bárbara Santos aún estaba pálida, ella miró a Valeria con lágrimas en los ojos, acarició el pelo de Valeria con las manos temblorosas.

—Valeria, mi Valeria, déjame verte bien, cuánto tiempo llevo sin verte…

Las lágrimas de Valeria brotaron y ella asintió sollozando.

—Dos años, mamá, llevas dos años en coma…

Dos años antes, en esa noche horrible, se le quitón lo más importante de una mujer. Además, las dos personas que más amaba la dejaron.

Una era el hombre que amaba, Vicente Cabrera, quien de repente perdió el contacto.

La otra era su única pariente, su madre Bárbara Santos, quien cayó repentinamente enferma e inconsciente.

Bárbara tosió con una sonrisa amarga y cogió la mano de Valeria.

—Lo siento mucho Valeria, todo es por mi culpa sin poder cuidarte bien estos dos años e incluso te he dado tanta presión, tú solo…

Su madre no conocía a nadie de la Ciudad S, pues ¿quién podría venir a visitarla?

Ella abrió la puerta y vio a Aitor y a Jacobo.

Aitor seguía sentado en la silla de ruedas mientras Jacobo llevaba comida y fruta en las manos.

—¿Aitor?

Valeria se quedó un poco sorprendida.

—Valeria, ¿quién es?

Bárbara preguntó desde la habitación.

Valeria estaba tan nerviosa que no sabía cómo responder.

Aitor escuchó lo que dijo, levantó la ceja y saludó,

—Señora Bárbara, buenos días, vengo a visitarle.

La cara de Valeria se sonrojó de la vergüenza, abrió la puerta y les dejó pasar.

Aitor se acercó a la cama sentado en la silla de ruedas, vio a Bárbara que estaba mirándole aturdidamente, sacó una ligera sonrisa y dijo con educación,

—Señora Bárbara, soy Aitor Cabrera. Debería haber venido antes para visitar a usted, pero Valeri siempre decía que no se encontraba bien por eso he tardado mucho tiempo, disculpe la demora, señora.

Bárbara miró un momento a Aitor, luego vio que su hija tenía la cara roja, y entendió lo que estaba pasando.

—Vaya, supongo que eres el marido de Valeria, ¿verdad? No eres como yo pensaba…

Aitor no lo negó, le dejó a Jacobo poner la comida y la fruta en la mesa y dijo sonriendo:

—Usted todavía no ha comido, ¿verdad? He preparado comida y fruta para Valeria y usted.

Valeria se acercó con mucha prisa, abrió la caja y vio la comida preparada por Estela. Ella empezó a dar de comer a su madre con cuidado.

Bárbara había estado inconsciente durante dos años, no tenía mucho apetito y solo comió un poco. Después empezó a mirar a Aitor con mucha curiosidad y preguntó:

—Aitor, ¿verdad? ¿Te podría preguntar a qué te dedicas?

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