NADIE COMO TÚ romance Capítulo 54

Jacobo, quien estaba en el asiento de copiloto, al escuchar esto, casi se chocó contra el parabrisas por la pregunta repentina de su jefe.

Valeria también se sorprendió y miró a Aitor con incredulidad.

—¿De qué estás hablando?

—¿Te casaste conmigo para conseguir mi ayuda? —dijo Aitor con calma— Ahora ya obtienes lo que quieres. Aunque nos divorciamos, no saldrás perdiendo.

Valeria se puso pálida.

«Aitor sabe mi propósito de haberme casado con él.»

Al pensarlo, creía que era muy razonable, ya que él había investigado los asuntos de su madre, naturalmente sabía esto.

Mirando los ojos de Aitor, Valeria se mordió el labio y dijo con voz baja:

—Según lo que dices, ¿también te has casado conmigo con algunas intenciones? Si algún día ya no tengo utilidad para ti, ¿te divorciarás de mí?

Aitor no esperaba que Valeria hiciera esta pregunta, se quedó desconcertado por un momento.

Valeria no era estúpida, obviamente sabía que Aitor había casado con ella tan apresuradamente por algún otro motivo.

La mirada de Aitor se tensó, y dijo en voz baja respondiendo a la pregunta de Valeria:

—No me divorciaré.

Valeria tampoco esperaba que Aitor respondiera tan claramente y se quedó estupefacta.

Al ver la expresión de sorpresa de Valeria, Aitor agregó en voz baja:

—Ya que te has casado conmigo, serás mi esposa para siempre.

«Serás mi esposa para siempre.»

Aitor dijo con ligereza, pero Valeria, al escucharlo, se quedó estupefacta y miró a Aitor sin comprender.

—Por eso —susurró Aitor de nuevo.

Esta vez, su tono se volvió un poco más dominante y decisivo

—Valeria, nunca pienses en abandonarme.

Valeria no esperaba que Aitor diera una respuesta así y le surgió una leve conmoción en el fondo.

De repente no se atrevió a mirar los ojos oscuros de Aitor, apartando la vista y replicó con una voz baja:

—No te preocupes, ya que estoy casada contigo, mientras no te divorcies de mí, nunca te traicionaré ni te divorciaré.

Las palabras de Valeria fueron muy ligeras, pero Aitor aún podía captarlas con claridad. Viendo la carita roja de Valeria, Aitor de repente sintió que su ira disminuyó.

«Déjalo.»

Él también sabía sus intenciones. Ella se casó con él desde un principio debido a la enfermedad de su madre.

No pasaría nada si no sintiera nada por él.

De todos modos, ella ya era su esposa, tarde o temprano conseguiría que se enamorase de él.

Cuando llegaron a casa, ya era de noche. Sebastián y Estela aún no estaban en casa.

Valeria no sabía si había pensado demasiado, pero sentía que, aunque Aitor era muy educado con Sebastián y Estela, no parecía gustarle que estuvieran en casa cuidándole.

—¿Aún no has comido? —Valeria se quitó la chaqueta, arremangó y se dirigió a la cocina.

—Te prepararé algo de comer, ¿vale?

Pero cuando abrió el frigorífico, se quedó atónita.

Vio en el refrigerador el plato de patatas fritas que le había hecho ayer, que estaba cuidadosamente envuelto con film.

—¿Has comido? —en ese momento, Aitor también se levantó de la silla de ruedas y se puso detrás de ella.

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