¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 109

-¡Eduardo! -gritó Rosaría.

Ella no tuvo más remedio que impedir a su hijo seguir haciéndolo.

La mujer dijo -Él es tu... -

-¡Mamá es de mi padrino! ¡Ya ha dicho que se casará con mamá! Y desde que era pequeño, cuando estaba enferma, siempre era mi padrino quien me cuidaba. Cuando necesitaba compañía, también fue mi padrino quien estaba a mi lado. ¡Mamá, no puedes abandonar al padrino! -dijo el chico.

Parecía que Eduardo sabía lo que su madre iba a decir. Antes de que ella pudiera hablar, ya había dio estas palabras.

Mateo se esforzó mucho por poder quedarse con Rosaría, pero no esperaba que la persona que los detuvo fuera su propio hijo.

El hombre dijo -No importa lo bueno que sea tu padrino, ¡Solo es tu padrino! ¿Entiendes lo que significa padrino? ¡No tenéis lazos de sangre! -

Mateo no quería discutir con su hijo, pero ya no podía controlarse.

Carlos era un hombre muy sobresaliente.

Durante los últimos cinco años, había asumido su responsabilidad, como el guardián de su esposa e hijos. Esto hizo que Mateo se quedara infeliz. Cuando encontró que su hijo apoyaba a aquel hombre, Mateo se sintió muy decepcionado.

Cuando Eduardo escuchó las palabras de Mateo, gritó enojado -¡No me importa! Lo considero como mi padre biológico -

-¡Eduardo! -gritó el hombre.

-Mateo, ¡no te tengo miedo! Simplemente no me gusta que estés con mi mamá. ¡Eres un mal tipo, no quiero verte! -dijo el chico.

Eduardo raras veces actuaba tan caprichosamente. Después de que terminó de hablar, sus ojos se pusieron rojos y las lágrimas cayeron por sus mejillas. Se sintió muy doloroso.

Rosaría se quedó muy triste.

Ella dijo -Eduardo, escúchame. Mamá y tu padrino somos sólo buenos amigos -

-¡No lo creo! ¡Mamá, has cambiado! -respondió el chico.

Eduardo gritó y salió corriendo de la habitación.

-¡Eduardo! -llamó la mujer.

Ella se puso muy preocupada y miró a Adriano y Mateo.

Mateo susurró -Date prisa y persíguelo con los guardaespaldas. No te preocupes. Es un chico. No voy a discutir con él -

-Mateo, dale tiempo. Después de todo, desde el nacimiento hasta ahora, siempre toma a Carlos como su padre -contestó ella.

Las palabras de Rosaría decepcionó mucho a Mateo.

Pero no sabía qué decir.

En aquel entonces, si no hubiera insistido en dejar que Rosaría se marchara, no se habría producido tantos problemas.

-Ve, lo entiendo. Cuida de ese chico -respondió él.

Mateo dio una sonrisa amarga, aunque se sentía doloroso.

Sin demorarse, la mujer rápidamente salió corriendo.

Adriano se quedó aturdido al ver esta escena.

Nunca se había atrevido a hablar con su padre de esta manera. No pensaba en que Eduardo lo tratara así.

Se quedó muy sorprendido.

¡Qué valiente!

Adriano admiraba mucho lo que había hecho su hermano, pero de repente encontró que su padre lo estaba mirando.

-¿Papá? -dijo el chico.

Dio un paso hacia atrás, con mucho miedo.

No era capaz de soportar la ira de Mateo solo.

Al ver que Adriano era tan tímido, Mateo se sintió incómodo.

En los últimos años, era cierto que había sido estricto con este chico. El motivo era porque quería que Adriano tomara el cargo de él en el futuro, pero no se había imaginado que este chico le tuviera tanto miedo.

Si este chico fuera tan atrevido como Eduardo, no sabría qué hacer.

-¡Ven aquí! -dijo el hombre.

Mateo le dio una señal.

-¿Puedo quedarme aquí? -preguntó el chico.

Adriano dijo con una voz muy baja.

Mateo contestó -Ven aquí. Solo quiero hablar contigo -

Sintió que las acciones de su hijo eran muy agradables.

Adriano se le acercó lentamente, con el miedo de que Mateo lo regañara, pero al pensar en Eduardo, dijo audazmente -Papá, Eduardo no quería contradecirte. Es que se preocupa demasiado por su mamá -

-¿Estás apoyándolo? Pero eres mayor que él -dijo Mateo.

Sonrió, le tocó de la cabeza y dejó que el chico fuera a la cama.

Afortunadamente, este chico era bueno, no como Estela.

Raras veces Mateo trataba a Adriano con tanta cordialidad. Al sentir la calidez dada por su padre, inmediatamente se acostó en el cuerpo de Mateo. Lo miró parpadeando.

Preguntó -Papá, ¿también quieres a Eduardo? -

-¿Y tú? -contestó el hombre.

Mateo lanzó una pregunta a este chico.

Adriano asintió inmediatamente.

-¡Sí! Eso es extraño. Me gusta ser su amigo. ¡Es increíble! ¡Tiene la misma edad que yo, pero es capaz de diseñar juegos! Y conoce muy bien cómo funcionan computadoras. No creo que haya algo que él no sepa. Aunque siempre dice que soy tonto, no estoy enfadado. Me gusta estar con él -dijo el chico.

Al escuchar el elogio generoso, Mateo sonrió y dijo -¿Entonces quieres que os convirtáis en hermanos reales? -

-Perfecto. Ya somos hermanos. ¡Todos estamos de acuerdo! ¡No importa a dónde vayamos! -contestó el chico.

Adriano se palmeó el pecho con orgullo. Estaba especialmente feliz.

Mateo lo abrazó y susurró -Quiero que Rosaría y tu hermano vivan con nosotros. Como tú, luego me llamará 'papá'. También puedes llamar 'mamá' a Rosaría, ¿de acuerdo? -

El chico se quedó aturdido.

Preguntó -Tengo mi madre, pero ¿por qué llamo a ella 'madre'? -

Mateo respondió -¡Porque así seremos una familia! -

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