¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 129

-Mateo, ¿de qué estás hablando? ¿Cómo puedes dirigirme tales palabras? Estos cinco años, he hecho tanto para ti y para Adriano. ¿Qué me porto mal? -

El rostro de Estela hizo que Mateo se fastidiara mucho.

No era bueno en hacer algo a la mujer, además, ahora era seguro que Estela no iba a decir la verdad. Era mejor cambiar la estrategia en vez de gastar demasiado tiempo en ella.

Mateo dijo con una mirada fría -Te doy la última oportunidad. Estela, si dices todo de lo que has hecho a la familia Nieto, te prometo que no vas a estar encarcelada. Pero si abandonas esta oportunidad, no tendrás ninguna relación con la familia Nieto. Por supuesto, Adriano va a creer que mueres por la enfermedad -

Al escuchar las palabras de Mateo, Estela entró en susto.

-¿Qué me vas a hacer? -

-Eso depende de lo que me dices -

La crueldad inaudita de Mateo casi truncó la última esperanza de Estela.

-¡No puedes tratarme así! Mateo, llevo cinco años de juventud criando al hijo para ti y he dado todo para la familia Nieto. ¿Cómo puedes tratarme así? -

Al ver que Estela quería lanzarse a él, Mateo agarró al guardia del lado para impedir a ella.

Estela no estaba preparada y abrazó directamente al guardia.

El guardia todavía era un joven. Fue abrazado por Estela de repente y se enrojeció inmediatamente. Incluso no sabía cómo reaccionar.

Pero Estela se irritó de vergüenza.

-¿Te atreves a tocarme? ¿Quieres morir? -

Ella le dio una bofetada directamente.

Eso era tan inesperado. El guardia justo fue abofeteado y realmente se enojó.

Mateo agradeció que no fuera tocado por Estela. De lo contrario, le daría asco los siguientes días. Además, no sabía si eso le molestó a Rosaría o no. Al pensar en esto, se puso mal carado de nuevo.

-Parece que eres muy impenitente. Aquí es un buen lugar. Piensa claramente y después búscame en cualquier momento -

Al terminar las palabras, Mateo salió de la habitación sin ninguna vacilación y le dijo al comisario -Este lugar es demasiado pequeño. Puedes encerrar a señora Estela en la sala de interrogación. Si ella no dice la verdad, no le des de beber ni de comer hasta que abra la boca -

El comisario asintió con la cabeza apresuradamente.

Estela se sintió destrozada totalmente.

-Mateo, no puedes tratarme así. Adriano todavía es tan pequeño y no puede salir de mí. ¿No tienes miedo de que te odie cuando sepa la verdad en el futuro? Ya has hecho mal a Rolando, ¿quieres que su hijo también pierda la madre? ¿Así cómo es posible que Rolando muera en paz? -

Estela no tenía otro remedio que hablar de Rolando que ya estaba muerto.

Mateo entrecerró los ojos de inmediato y se volvió rápidamente. No dio tiempo a Estela para que reaccionara y le agarró el cuello con los ojos sanguinolentos.

-¿Eres digna de mencionar a Rolando? Te digo, si todavía hablas de Rolando, te hago que mueras para que acompañes a Rolando, ¿lo crees? -

Parecía que Mateo no estaba bromeando en absoluto. El aspecto feroz de él les asustó al comisario y al guardia.

Era la primera vez que Estela se quedaba alarmada.

Se dio cuenta de que Mateo quería que ella muriera.

El odio en sus ojos era tan evidente que hizo todo el cuerpo de Estela temblara.

-Mateo, tú -

-¿De verdad crees que no lo sé? ¿Qué es la verdad de la muerte de Rolando? ¿No tienes ideas de eso? Si no fuera por el hecho de que tenía el hijo de Rolando, ¿crees que podrías sobrevivir hasta ahora? Ya morirías con ese cabecilla en esa masacre hace cinco años -

Mateo empujó a Estela de una vez, pero lo que dijo hizo que ella temblara con la cara pálida. Y no pudo decir ninguna palabra.

Mateo se esforzó por controlar sus emociones y el pecho subía y bajaba intensamente.

-Estela, a partir de hoy, no eres digna de mencionar el nombre de Rolando. Si escucho que dices su nombre otra vez, te encerraré en su tumba para que le pidas disculpa en persona. Si lo digo, lo cumpliré. Es mejor que no me violes el límite de aguante -

Después de decirlo, Mateo salió directamente del dormitorio para solteros.

El comisario sabía que había malentendido las ideas de Mateo, por eso no se atrevió a demorarse y de inmediato dejó al guardia que llevara a Estela, que ya estaba atontada, a la sala de interrogación.

Cuando salieron, creyeron que Mateo ya no estaba. Pero no esperaban que Mateo todavía apoyara contra la ventana fumando.

Se vio la luz indistinta de la colilla. Mateo estaba a espaldas de ellos mirando la vista fuera de la ventana. Sin embargo, reinaba una atmósfera fría alrededor de él, y eso hizo que ellos mantuvieran la respiración.

El comisario se acercó con estrés y preguntó -Señor Mateo, ¿qué más necesita? -

Mateo dio una gran chupada al cigarrillo y lo aplastó.

La sensación de quemadura era como si hubiera una plancha que encendiera su pecho.

Dijo fríamente -Si todavía no dice nada a medianoche, haz un incendio para que ella sufra mientras garantiza su seguridad de vida -

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