¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 188

Mariano se fue, y Mateo no entró. Sabía que Rosaría se sentía muy infeliz ahora. Cualquiera que se encontrara con todo esto no podría aceptarlo con calma. Afortunadamente, Rosaría no estaba deprimida.

Mateo siguió consolándose a sí mismo, pero todavía no se sentía cómodo.

Quería fumar, pero al final abandonó la idea.

Señora Lorena se acercó y vio a su hijo. Preguntó en voz baja -¿Qué pasa? ¿Os habéis peleado? -

Mateo negó con la cabeza y dijo -Es mejor si es capaz de reñir conmigo. Ahora tiene el sentimiento de inseguridad y no quiere abrir su corazón -

-Déjala en paz. Cualquier mujer que haya sufrido tal cosa será vencida. Dentro de los días, le pediré a Adriano que traiga a Laura para que se mantenga alejada y la deje recuperarse pacíficamente. Nuestro le debe -

Señora Lorena también era una mujer, por lo que naturalmente sabía qué sentiría una mujer sufre algo así después de perder a su hijo.

-Si no tiene idea, ¿iré a persuadirla? -

Señora Lorena estaba muy satisfecha con esta nuera.

Mateo negó y dijo -Rosaría y yo resolveremos los asuntos de nosotros. Mamá, no te preocupes por eso. Cuando tu reporte de inspección corporal salga, tienes que obedecerme sin importar cuál sea el resultado -

Señora Lorena negó sonriendo con la cabeza.

-Hay tantas cosas de las que preocuparte. Vamos a hablar de esto después de salir el resultado -

Señora Lorena se fue, dejando a Mateo solo en la puerta.

Se quedó allí y miró adentro. Pero allí estaba tan tranquilo que hacía que la gente se sintiera incómoda.

-Rosaría, ¿estás ahí? ¿Rosaría? -

Mateo tenía un nefasto presentimiento.

Fue a llamar a la puerta, pero Rosaría no respondió. Mateo estaba tan asustado que abrió directamente la puerta y entró corriendo, y vio a Rosaría tirada en el inodoro y vomitando.

Había un vaso de agua sobre la mesa. Algunas manchas de agua en la mesa. Rosaría había querido beber agua, pero no podía evitar vomitar de nuevo.

Entonces Mateo comenzó a compadecer a ella.

Se apresuró a dar un paso adelante y palmeó suavemente la espalda de Rosaría, con la esperanza de que pudiera sentirse mejor.

-Si no puedes soportarlo, déjalo ser. No te esfuerces demasiado. El médico dice que cura esta enfermedad tarta mucho tiempo. Le pediré que te den una solución nutritiva primero. Lo haremos poco a poco, ¿está bien? -

Al ver a Rosaría así, Mariano sentía aún más dolor que cuando él estaba herido.

Rosaría se sentó en el suelo débilmente. Miró a Mariano y dijo -¿Cuánto tiempo tarta? ¿Una semana? ¿Un mes? ¿O un año? No puedo dejar que siga así. Tengo que ponerme de pie. Tengo a Laura a mi lado, y tengo que encontrar a Eduardo. Incluso quiero quedarme contigo hasta la envejezca. No quiero estar a tu lado así. Mateo, ¿entiendes lo que siento? -

Sus ojos estaban llenos de lágrimas.

Ella ya había hecho esfuerzos grandes pero ¿por qué no podía recuperar?

¿Por qué?

Este sentimiento de derrota hizo que Rosaría se sintiera un poco aplastada.

Ella no quería distanciarse de Mariano, ni quería admirar a este hombre para siempre. Ella quería caminar al lado de él, para poder decir a todos que ella era la esposa de Mariano, ¡y que ella merece a Mariano!

Sin embargo, todo era tan terrible que no podía realizarlo como lo que imaginaba.

Mateo entiende lo todo.

Recogió a Rosaría, se dio la vuelta y caminó de regreso a la cama, susurrando -Puedo darte tiempo para realizar tu sueño y devolverte a tu estado máximo. Pero Rosaría, tienes que prometerme que no puedes hacerte daño. Al verte así, siento pena por ti, ¿entiendes? -

-Sólo puedo superarlo si me enfrento a él -

-¿Qué pasó exactamente? Dígamelo, por favor ¡Lo superaré contigo! -

Mariano no podía ver a Rosaría así.

Ella era indudablemente fuerte.

Sin embargo, también fue así la compadeció más.

-La pena es como una montaña que aplasta a una persona. Pero si compartes el dolor, son dos personas las que lo soportan, entonces es mucho más fácil para ti. Rosaría, eres mi medio de naranja. Podemos soportarlo juntos. ¿O crees que te despreciaré por eso? -

Mariano no quería hablar en voz alta con Rosaría, pero no podía controlarlo.

En este momento, Rosaría es como envolverse en un capullo. A nadie se le permite entrar. Está atrapada dentro, a menos que un día rompiera el capullo y salió como la mariposa.

Rosaría no dijo nada. Se mordió el labio y se sentó allí. Se quedaba vidriosa con lágrimas brillantes en su rostro.

Mariano de repente se suavizó.

No quería tratar duramente con ella, y aún más decir algo demasiado pesado para ella.

Mariano sostuvo a Rosaría en sus brazos y dijo en voz baja -¿Qué puedo hacer por ti? -

Rosaría agarró fuertemente su cuello, y quería disculparse, pero estaba tan pálida.

La atmósfera opresiva casi aplastó a Mariano. En ese momento, su teléfono sonó.

Mariano sacó el teléfono y vio que era Héctor. Soltó a Rosaría y dijo -Voy a responderlo -

-Vale -

Rosaría no lo detuvo.

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