¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 189

Por fin, Rosaría transigió, pero Mateo no estaba muy contento. Supo que Rosaría no quería y lo hizo por él.

Ahora Rosaría parecía mucho a ella de cinco años antes. No mostraba su propia idea, sino vivía bajo el gusto de Mateo. Antes Mateo disfrutaba mucho de esto y sentía que era un honor ser amado por una mujer. Pero ahora que se había enamorado de ella, se dio cuenta de lo impotente y triste que era perderse por el bien de la persona que amaba.

Mateo se paró frente a la cama sin moverse. Rosaría sentía que era muy extraño.

-¿Qué pasa? -preguntó Rosaría.

-No tienes que pensar todo en mí. Puedes hacer lo que quieras. Te quiero porque eres tú. No quiero que te pierdas por mí. Te apoyaré en todo que quieras hacer -dijo Mateo.

Aunque Mateo dijo en voz baja y la voz era un poco ronca, Rosaría se emocionó mucho.

De repente se dio cuenta de que sus esfuerzos que había hecho hace cinco años podrían no ser tan grandes como ella pensaba.

En ese momento, ella siempre estaba siguiendo a Mateo. Mirando su espalda, pensaba cuándo Mateo podría detenerse y verla una vez. Sin embargo, nunca se había dado cuenta de que este tipo de amor era anormal. Era tan humilde.

Si querías que alguien se enamorara de ti, tenía que mostrarlo tus buenas partes, no debías perderte totalmente por él.

Hace cinco años, Rosaría era como una muñeca. No tenía alma, ni pensamientos. Todo lo que hizo fue por Mateo. Esperaba que pudiera prestarle un poco de atención incluso fue poquito.

Antes, ella también era una chica confiada. Era muy famosa en toda la facultad y la universidad. Pero desde que conoció a Mateo y se enamoró de él, se había perdido por completo.

En los últimos ocho años, casi no tuvo momentos buenos que pudo recordar.

No pudo esforzarse ni mejorarse para poder seguir a Mateo. En cambio, estaba perdiendo el tiempo por el amor humilde.

¿Cómo pudo estar con Mateo así? Mateo era una persona tan excelente.

No era digna espesa de él.

Mateo nació en una familia rica. Pudo tener todo que quisiera. No pudo obligar a Mateo que la quisiera.

¡No!

No tenía nada para que Mateo se enamorara de ella.

Quizás el Dios también estuviera conmovido por ella. Mateo la quería más. A Rosaría no le importaba que fuera por la culpa o fuera amor verdadero. Sólo pensaba que ahora pudo estar al lado de Mateo y tendría oportunidad para que él se enamorara de ella.

No era importante el pasado. Ahora tenía una oportunidad de empezar de nuevo con Mateo.

Después de pensar en todo esto, Rosaría se sentía mucho relajada. Pensaba que antes se había agobiaba demasiada. Si ella hubiera pensado en esto antes, quizás hubiera sido diferente la relación entre Mateo y ella.

Ella quería agradecer el fuego de cinco años antes, al menos no perdió a Mateo. Ella también estaba agradecida a sí misma porque tras cinco años, siguió queriendo a Mateo. El sentimiento era muy fuerte. Ella estaba aún más agradecida por lo que pasó esta vez. Porque la hizo darse cuenta de que, de verdad, Mateo era un hombre muy bueno. Era el hombre de toda la vida. Mereció que lo tratara bien siempre.

Rosaría entendió lo que realmente quería en este momento.

¡Lo que quería era el hombre frente a ella!

No sólo quería que estuviera a su lado. También quería su corazón, su amor y toda su vida.

Sin embargo, ella no quería pedirle siempre. En la vida, nadie podía pagar por los demás sin ninguna razón. Incluso era la persona a la que más amaba. Si quería estar con él, tenía que hacerse más fuerte. Este sólo pudo hacer ella misma.

Rosaría suspiró suavemente, pero sus ojos se volvieron llenos de esperanza.

Rosaría dejó de mirar a Mateo. Miró por la ventana. De repente sintió que el cielo era muy azul, el sol estaba tan cálido, y el paisaje era muy hermoso.

¿Por qué rechazaba las cosas tan hermosas?

Rosaría sonrió. Su sonrisa llevaba una sensación de alivio. Se sentía muy relajada.

Mateo la miró. Se perdió por ella también.

No había visto la sonrisa de ella desde hacía mucho tiempo. Por lo menos desde que volvió, siempre era muy cuidadosa. Nunca sonrió.

Ahora se rio.

Todo el mundo parecía más hermoso por ella.

Sus preocupaciones estaban despareciendo poco a poco.

Mateo no sabía lo que Rosaría había pensado. Pero la tranquilidad y el alivio de este momento lo hicieron sentirse muy relajado.

Se sentó al lado de Rosaría y preguntó en voz baja -¿Todavía necesitas un psicólogo? -

Rosaría sacudió la cabeza y dijo -El psicólogo sólo puede guiarme. Si no quiero afrontarlo yo misma, nadie puede ayudarme. Gracias, Mateo -

Mateo no entendió nada por qué lo agradeció.

-¿Gracias a mí? -preguntó Mateo con dudas.

-Sí, gracias. Gracias por no abandonarme durante cinco años. Gracias por enamorarte de mí. No me importa si es por la culpa. Pero ahora creo que me quieres de verdad. Hablo en serio. Te pregunto de nuevo. ¿De verdad, quieres estar conmigo toda la vida, serme fiel en las alegrías y en las penas? ¿No me abandonará nunca? -

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