¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 257

-¿Quién es? -

Mateo recogió directamente el teléfono, pero la otra parte no le respondió.

El silencio instantáneo lo estiraba del corazón y lo estaba poniendo nervioso.

-Rosaría, ¿estoy hablando con Rosaría? ¿Eres tú? -

Mateo habló con ansiedad, mientras que le respondió una voz de máquina.

-Ven al muelle número 3, solo -

Después de decir eso, la otra parte colgó el teléfono.

Estaba claro que fue una voz sintetizada por computadora, así que no se podía decir con quién estuvo hablando. Además, con lo poco que había durado la llamada, ni siquiera se podría llegar a localizar la fuente de la señal telefónica.

La mirada de Mateo se llenó de frialdad.

Tomó su abrigo y se puso a salir, pero justo en ese momento, se encontró con la señora Lorena que acababa de bajar.

-¿Adónde vas? -

-Acabo de recibir una llamada que me pidió ir al muelle número 3. Tengo que ir a echar un vistazo. Ya sea una trampa o no, tendré que buscar pistas -

Mateo sabía que la señora Lorena se preocupaba por él, pero realmente no se podía quedar allí sin hacer nada.

Viéndola tan pálida por la enfermedad, Mateo se sentía culpable.

-Mamá, seguramente te acompañaré bien cuando se acabe este incidente -

-No te preocupes por mí. ¿Qué le podría pasar a una señora de mi edad? En cambio, son ustedes los que me preocupan. ¿Qué pasa con lo de Rosaría? -

Al escuchar la pregunta de la señora, Mateo respondió en voz baja -Estamos seguros de que sigue viva. Es muy posible que ya haya regresado a los alrededores de la Ciudad H en barco sin haber contactado con nosotros. Así que probablemente se haya encontrado con algún problema. Justo en ese momento, me llaman a la casa para que venga al muelle número 3, y eso no me parece una casualidad -

Al escuchar el análisis de Mateo, el rostro de la señora Lorena se ensombreció.

-¿Han encontrado a Anabel? -

Al escuchar el nombre de Anabel, Mateo quedó atónito, y luego negó con la cabeza.

-No hemos tenido el tiempo para eso. Mamá, sabes que he estado ocupado por lo de Rosaría desde que regresé -

-No la tomes a la ligera. Esa mujer incluso llegó a escaparse de la vigilancia de la familia Suárez, se puede deducir que está bajo la protección de un poder poco descartable. Ahora que Rosaría está perdida, te ha venido una llamada rara. A lo mejor debes ponerte más cuidadoso -

Mateo frunció el ceño ligeramente.

-¿Crees que Anabel me hará daño?

En realidad, Mateo tampoco sabía contestar su pregunta.

Aunque Anabel era su madre biológica, esta mujer era despiadada y cruel. Se había escondido en la familia Nieto durante tantos años, ¿acaso renunciaría su plan solamente por él?

La señora Lorena se burló sin ninguna palabra.

Se decía que las madres nunca envenenaban a sus propios hijos, ¿y qué tal con Anabel?

-Ten cuidado -

-Ya veo. Mamá, cuídate bien. Ya hablé con Javier para que te envíen guardaespaldas -

Al escuchar las palabras de su hijo, la señora Lorena suspiró -No somos pocos los Nieto, pero ahora necesitamos siempre la ayuda de los Suárez. ¡Qué ridículo! -

Antes de que pudiera terminar, Mateo la entendió.

-Mamá, cuando encuentre a Rosaría, pondré nuestra familia en orden. Ahora no sé si aquí quedan más ayudantes de Anabel y eso realmente me preocupa -

-¡Ojalá estuviera aquí Rosaría! Los del Imperio de la Noche solo obedecen su orden -

La señora suspiró de nuevo y se puso de pie para regresar a su habitación.

Mateo se apresuró a preguntar.

-Mamá, ¿cómo se contacta con el Imperio de la Noche? Tal vez podamos utilizarlos para localizar a Rosaría -

-No hay manera. Ellos solo obedecen a un dueño o una dueña. Ahora están bajo los órdenes de Rosaría, así que nadie se puede poner en contacto con ellos -

La señora Lorena tampoco sabía qué hacer.

Mateo se quedó sin palabras.

Al verla volver a su habitación, Mateo se puso a reflexionar un poco más antes de salir de la casa.

Llegó al muelle número 3 solo.

No había nadie más.

Todavía recordaba que había venido al lugar en busca de Eduardo, pero no lo consiguió. Eso casi lo dejó roto.

Estando allí de nuevo y escuchando el sonido que hacía el viento del mar, sentía como si hubiera regresado al mar Perla de los Estados Unidos.

¿Dónde estaba su querida Rosaría?

Mateo se sintió extremadamente triste, pero no sabía cómo tranquilizarse.

De repente, una pequeña piedra lo golpeó de la cintura.

Rápidamente, se dio media vuelta, pero no logró ver a nadie. Solo se escuchaba la voz sintetizada por computadora.

-Camina 50 metros más hacia adelante y entra en el almacén -

-¿Quién está hablando? -

Mateo frunció el ceño ligeramente.

-¿Cómo? ¿No te atreves? ¿Acaso no quieres saber dónde está tu querida Rosaría? -

Parecía que la otra parte lo conocía como la palma de la mano. Y cuando hablaba, se notaba su provocación.

La mirada de Mateo se puso fría.

Eran pocos los que sabían lo de Rosaría, ¿quién sería?

En este momento, Carlos estaba aislado bajo la vigilancia del departamento fiscal y no podía volver tan pronto de Estados Unidos. ¿Quién más sabría lo de Rosaría?

¿Podría ser la persona que la secuestró?

De repente, los ojos del hombre se hundieron de frialdad.

-Te lo advierto, no la toquen. Si le pasa algo, ¡juro que les haré pagar el precio! -

-¡Qué miedo! Basta ya, ¿entras o no? Si no, vete ya. ¡Basta de decir esas tonterías! -

La otra parte era realmente agresiva.

Pocas veces le habían provocado a Mateo de esa manera. Sin embargo, él se tranquilizó y caminó hacia el almacén.

El almacén había sido abandonado durante muchos años, pero a veces, cuando llovía y hacía viento, los pasajeros también entraban para refugiarse. Por lo tanto, era húmedo y crudo.

Nada más que entró, Mateo sintió que se lanzó algo hacia él.

Si no hubiera sido por su habilidad y flexibilidad, ya lo habrían dejado muerto.

Mateo se burló y se dio una vuelta rápidamente para patear directamente el objetivo que volaba en el aire. Luego, encontró que era una muñeca de niños bastante vieja y rota. Ya no se veía su apariencia original.

-¿Quién es? ¿Qué quiere con estas tonterías? Ponte el coraje para salir a pelear conmigo cara a cara -

Mientras hablaba, se escuchaban ecos por todo el lugar. Obviamente, alguien lo había arreglado.

¿Quién estaría tan aburrido?

¿Tan aburrido para hacer eso?

¿O había algo que no sabía que en ese lugar?

Mateo pensaba con todas sus fuerzas.

Sin embargo, la otra parte no le respondió. Justo cuando terminó de hablar, se lanzó hacia él otro objeto desconocido.

Mateo se irritó.

Obviamente, estaba destinado a jugar con él.

Mateo volvió a patearlo. Del objeto salieron polvos blancos que directamente le cubrió la cara.

Pensaba que era cal o algo así y se apresuró a taparse con los brazos. Pero justo en ese instante, sopló un viento provocado por un puño.

Reaccionó inconscientemente, pero la otra parte lo empezó a detener con todas sus fuerzas. Se subió a su hombro y lo enrolló con las piernas.

-¡Gané! -

Una voz tierna sonó, era algo familiar y estaba llena de orgullo.

Mateo estaba aturdido, y no podía creerlo.

-Oye, Mateo, ¿acaso te quedas tonto por mi golpe? -

El niño volvió a hablar con algo de sarcasmo.

Mateo lo agarró y realmente vio a su hijo Eduardo.

Por un momento, él se confundió tanto que lo golpeó en el trasero inconscientemente.

-¡Vaya! Mateo, ¿por qué me golpeaste? -

Eduardo saltó.

Esta bofetada fue demasiado dolorosa.

¡Qué padre era!

En cambio, Mateo dijo enojado -¿Por qué no regresas a casa? ¿Por qué juegas conmigo de esa manera? ¿Acaso no sabes lo preocupado que estoy por ti? -

-Lo sé. Sólo es que te echo de menos y quiero verte -

El niño sacó maliciosamente su lengua.

Había poca luz en el almacén, así que Mateo se limitaba a verlo allí de pie con un traje deportivo limpio y una gorra. Estaba sonriendo como si estuviera de broma.

Mateo no se sentía bien, todo eso le parecía unas burbujas que podrían desaparecer en el siguiente minuto.

Lo tiró y lo abrazó con fuerza.

-Mocoso, quieres preocuparnos a propósito, ¿no? Llevas tanto tiempo sin darnos ninguna noticia. ¿Qué es lo que quieres hacer? -

Sintiendo su temperatura corporal, Mateo llegó a asegurarse de que era real.

Había regresado su hijo Eduardo.

-Mateo, ¿quieres estrangularme? Déjame ir -

Eduardo luchaba para liberarse de sus brazos, pero Mateo simplemente lo ignoraba y no lo dejaba ir.

Sintió las lágrimas sinceras y cálidas de su padre.

Eduardo también se quietó.

Extendió su brazo y palmeó suavemente el hombro de Mateo, susurrando -Papá, he vuelto -

Las palabras casi hicieron llorar a Mateo.

Dejó escapar de su boca un sí y se emocionó mucho sin dejar al hijo.

Eduardo sabía que estaba de mal humor, así que lo dejó hacerlo.

Después de un tiempo, Mateo pudo controlar sus emociones y soltar a Eduardo.

-¿Por qué no regresaste a casa? -

-¿Te refieres a la mansión de la familia Nieto? Allí están muchos ayudantes de Anabel. Antes de aparecer, fui llevado de allí, ¿cómo pude entrar? -

Esas palabras le pusieron nervioso a Mateo.

-¿Cómo lo supiste? -

-Sé mucho más. Mateo, mi tío me dejó volver -

Se refería, por supuesto, a Rolando.

Mateo se detuvo un momento y preguntó en voz baja -¿Te dejas volver así? -

-¿Qué más? ¡Qué genial! Mira, tampoco sabías que era yo quien te llamó con una voz de máquina, ¿no? Siempre que no hablaba y no aparecía, ¿a quién se le ocurriría que se trataba del truco de un niño? -

Viéndolo así, Mateo lo tocó de la cabeza con un dedo con tantas fuerzas para provocar sus gritos.

-¡Me duele! -

-¡Todavía sabes el dolor! ¿Sabes que Laura también ha regresado? La abuela también está en la mansión. Eres tan caprichoso, ¿no te preocupas por ellas? -

-Lo hice para mantener su seguridad. Basta, dejamos de hablar ya. Sé dónde está mamá, ¿quieres ir a verla? -

Eduardo lo miraba con los ojos entrecerrados. Su cara casi volvió a irritar a Mateo. Pero este se calmó con la noticia de Rosaría.

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