¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 258

-¿Tienes noticias de tu mamá? -

-Por supuesto, ¿o por qué más te habría llamado para que viniera? -

¡Qué niño más travieso!

Viendo a Mateo tratando de reprimir su ira, Eduardo finalmente dejó de jugar con él. Sabía que podría echarle bromas en algunas ocasiones, pero le daba miedo irritarlo de verdad.

Aunque ahora Mateo le parecía un poco ridículo, Eduardo no se atrevía a soltar risas.

Tosió y dijo -Bueno, poco después de que mamá cayó en el mar Perla, Mario lo supo. En concreto, se enteró de eso cuando Carlos la llevó al Grupo López -

Las palabras de Eduardo hicieron decepcionarse a Mateo.

-¿El señor Mario de la Discoteca Paraíso? -

-Sí, es el gerente de la filial del Imperio de la Noche en Estados Unidos y había dejado un rastreo en mamá. Así que no importa donde esté ella, tanto él como los de nuestra sede central la podrá localizar -

Las palabras de Eduardo le recordaban algo a Mateo.

-¿Su sede central? Casi se me olvida que eres sucesor del Imperio de la Noche y naturalmente sabes más que yo. Eso quiere decir que supiste lo de tu mamá poco después de que todo sucedió, pero no me lo dijiste y me dejaste tan preocupado durante todo el tiempo. ¿Por qué lo hiciste? -

La voz de Mateo se volvió fría e incluso algo de peligrosa.

Eduardo trataba de alejarse de él.

-Bueno, Mateo. Por favor, ¡no te pongas así! Tranquilo, tranquilo -

-¿Cómo me puedo tranquilizar? -

Esta vez, se enojó de verdad.

Mientras él, preocupado por Rosaría, se moría por ansiedad, su hijo estaba al lado, viéndolo como si pudiera ponerse fuera de todo el asunto y no se lo dijo nada hasta ahora. ¿Qué? ¿Que todo estaba bajo el control del Imperio de la Noche?

Ya había llevado muchos años sin haberse enfadado tanto, pero viendo a su hijo, ¡ya no podía más!

Mateo llegó a saber lo que sentiría un padre jugado por su propio hijo.

Directamente, se dirigió a Eduardo.

-Mateo, tranquilo. Escúchame -

Eduardo se dio cuenta de que lo había hecho mal.

¿Por qué pensó que podría someter a una bestia tan salvaje como Mateo?

Estaba tan asustado que se dio la vuelta y huyó.

-¡Mocoso, alto! -

Mateo lo persiguió enojado.

En este momento, Eduardo realmente no sabía qué hacer.

-¿Crees que soy estúpido? Si me detengo, seguramente me matarás -

-Ahora tienes miedo. ¿Por qué no lo tuviste cuando hiciste todo eso? Fuera de la casa, dirigido por tu tío, tú ya te consideras omnipotente, ¿no? ¿Tanto para no tomar en serio a tu propio padre? -

Cuanto más hablaba, más enojado se volvía.

Ella siempre había sabido que Eduardo era más travieso que Adriano, pero no esperaba que este niño fuera tan audaz.

Eduardo no se atrevió a detenerse en absoluto. Dijo corriendo -¿Que no te tomo en serio? ¿No he vuelto ya? ¿No te lo cuento ya? Tranquilo, ¿vale? ¿Por qué no te pones más amable ante tu propio hijo? -

-¡Sabes que eres mi hijo! ¡Vaya! ¡Detente, Eduardo! -

Mateo lo persiguió dando varias vueltas en el almacén, solo para descubrir que su hijo se había vuelto mucho más fuerte que antes.

Eduardo siguió sacudiéndose la cabeza.

-No soy estúpido. No me detendré hasta que me prometas que no me golpearás -

-¡Claro! ¡No te golpearé! ¡Para! -

Mateo ya estaba jadeando.

¡Qué rápido corría!

-¿De verdad? -

Eduardo lo miró con cierta incertidumbre.

-¡Claro! -

Mateo se detuvo.

Fue en ese momento cuando Eduardo se empezó a acercar a Eduardo con dudas y encontró que realmente no lo quería golpear, así que suspiró de alivio.

Pero justo en ese instante, Mateo extendió la mano para agarrarlo del brazo, haciéndole caer entre los suyos.

-¡Ah! ¡Mateo! ¡No cumpliste tu palabra, eres un desvergonzado! ¡Le mentiste a un niño! ¡Tú! ¡Ah! -

Antes de que Eduardo pudiera terminar de hablar, le golpeó fuertemente en el trasero.

Mateo dijo enojado -¿Que no te golpee? ¡De ninguna manera! ¡Qué mosco! Te voy a dar una lección. ¿Seguirás corriendo? A ver, te romperé las piernas para que te detenga -

A Eduardo le empezaba a quemar por el dolor en el trasero.

¡Vaya Mateo!

-Mateo, perdóname. Estoy equivocado, para ya. Me duele. ¡Papá, papá! -

Eduardo solo pudo empezar a suplicar.

Esas palabras le dejaron parado a Mateo.

Soltó enojado al hijo y dijo -No pienses que te perdonaré con tanta facilidad. Dime, ¿dónde está tu mamá? -

Eduardo se frotó su pobre trasero y dijo -Iba a decírtelo cuando empezaste a golpearme. Sabes que estabas haciéndolo a un niño, te puedo denunciar -

-Te consideras listo, ¿verdad? Vamos a ver si te golpeo o me denuncias -

Mateo realmente no quería pelear con su hijo, pero este mocoso era simplemente demasiado irritante.

Eduardo contestó -He dicho que no me golpees más, o haré que no veas a mamá durante el resto de tu vida -

-¡Cómo te atreves! -

-¡Pruébalo! -

Eduardo se estiró el cuello para mirarlo con provocación.

Mateo estaba tan enojado que le dolía el pecho. Después de un duro respiro, escupió algo de sangre.

-¡Mateo! -

Eduardo estaba completamente asustado.

-Mateo, ¿estás bien? -

-No moriré -

Mateo había pasado unos días en preocupación y tenía inflamada la amígdala. Escupió y se sintió mucho mejor.

Eduardo no se atrevió a ser presuntuoso ya.

Lo observaba con mucho cuidado como si tuviera el miedo de verlo desmayarse.

Viéndolo tan obediente, Mateo se calmó.

Después de todo, había pasado mucho tiempo sin haberlo visto. Parecía que se había vuelto más alto y también mucho más fuerte.

-Estoy bien, no te preocupes -

Mateo no tuvo más remedio que consolarlo.

Pero inesperadamente, Eduardo echó a llorar. Incluso se enterró entre los brazos de su padre y empezó a gritar lloroso, dejando a Mateo sin saber qué responder.

-¿Qué te pasa? -

-¡Me duele el trasero! -

Eduardo aprovechó la oportunidad para pedir mimos.

Mateo no pudo evitar sonreír.

-¿Realmente te duele? -

-¡Sí! -

-Quítate los pantalones y veré si estás sangrando ya -

Mientras hablaba, Mateo extendió la mano para hacerlo. Eduardo se apresuró a huirse de inmediato y lo miraba con sus ojos finos como si hubiera cometido algún crimen.

-No me mires así. Eres demasiado novato para jugar conmigo. ¿Qué pasa? Todavía quieres más golpes, ¿verdad? -

-¡Mateo, maldito bastardo! ¿Cómo se enamoró de ti una mujer como mi mamá? -

Eduardo dijo con enojo.

A Mateo le encantaron esas palabras.

-Tu madre y yo estamos hechos el uno para el otro -

-Sinvergüenza -

Eduardo hizo una mueca y se sentó en los harapos a su lado.

-Cuando Marta envenenó a mamá, no lo supimos. Pero Mario se dio cuenta de que algo andaba mal cuando vio anormalidad en el rastreo. Mamá no tenía identidad legal, así que era imposible que saliera de la habitación sola. Además, encontramos que Ada estaba descansando allí, y mamá no la dejaría sola. La única posibilidad era que la habían llevado afuera a la fuerza. Luego, cuando me lo avisó Mario, vi lo que había pasado después de haber hackeado la computadora en que se guardaban los vídeos de vigilancia a la puerta de la casa de Ada. Pero no sabíamos qué quería hacer Carlos, así que no te lo avisamos

Hablando de eso, Eduardo bajó la voz.

Mateo lo miró y lo abrazó de nuevo.

-No quería hacerle daño a Carlos, ¿verdad? O sea, inconscientemente, no creías que él dañara a tu mamá, ¿verdad? -

Eduardo se quedó en silencio.

A decir verdad, Carlos le había sido muy amable durante esos cinco años.

Le encantaban las computadoras, y Carlos le encontró al mejor hacker como maestro. Le gustaba pintar, y ese le acompañaba a clases de dibujos. Incluso aparecía cuando lo necesitaba para jugarle el papel de su padre. Así le satisfacía casi todos los anhelos.

Sin embargo, un día se dio cuenta de que ese hombre le había hecho algo tan despiadado a Laura y había borrado la identidad de su mamá. Incluso seguía persiguiéndola así, eso lo dejó atónito.

Sintió que todo había cambiado. Ni siquiera podía reaccionar, así que en realidad estaba en un dilema. Por un lado, no creía que Carlos hiciera daños a su mamá, ya que él les había sido realmente amable a los tres durante esos cinco años.

Ahora que Mateo lo señalaba con tanta claridad, Eduardo se sintió algo de culpable.

Se dio la vuelta para no enfrentarse a su padre, pero seguía temblando.

Mateo suspiró de nuevo y lo abrazó, le susurró -La gente tiene que experimentar muchas cosas durante su vida. Habrá dilemas y abandonos necesarios. Los que te importaban podrían traicionarte un día, así que tienes que ser más fuerte para no dejarlos vencerte con tanta facilidad, ya que todavía tienes un futuro que te espera -

-¿No me culpas? -

Eduardo levantó la cabeza, sus ojos ya estaban llenos de lágrimas. ¡Qué pobre parecía!

-¿Por qué lo haría? -

-Porque no te lo avisé cuando lo supe, además sigo con ilusiones irreales en ese hombre. Mamá ha sufrido tanto por mi culpa, culpa mía -

Eduardo bajó la cabeza por tristeza.

Acariciándole de la cabecita, Mateo le dijo con ternura -Eres nuestro hijo, naturalmente sabes cómo elegir. No importa qué hayas hecho, tu mamá y yo nunca te culparemos, ya que sigues siendo un niño -

-Pero a mamá la casi mataron en el mar. Se había desmayado, el agua estaba tan fría. Si Mario no hubiera ido allí en tiempo o si no hubiera pasado por allí un barco, posiblemente mamá ya -

El niño ya no pudo continuar.

Hasta ahora, todavía tenía miedo en su interior.

Nunca podía borrar la imagen de su memoria. ¡Qué miedo tuvo cuando vio a su madre tan pálida en la pantalla de computadora!

Lo que le sorprendió más fue que todo lo había hecho su admirado Carlos, la persona a que respetaba como a su padre.

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