¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 305

Mateo se aturdió.

-Tú -

-¡Sé bueno! ¡Quieto! -

Rosaría lo besó, lo acarició de cabeza y se levantó para cocinar.

Mateo se quedó rígido.

¿Qué estaba pasando?

¿Lo estaba tomando como Eduardo?

¿O Laura?

¿Acaso estaba cegada por el amor maternal?

¡Lo había acariciado como a un niño!

Quería decir algo más, pero Rosaría ya se había ido.

Mirando la espalda de la mujer, Mateo, de repente, no pudo evitar sonreír. Seguía sintiendo el toque que le había dado en la frente. Todo le parecía suave y dulce.

Se tocó la frente y sonrió como un bobo.

Viéndolo así, Mariano, que acababa de entrar, se quedó atónito y tosió rápidamente.

-Señor Mateo -

Mateo, inmediatamente, se volvió serio.

-¿Por qué no llamaste la puerta? Se te han olvidado todas las reglas, ¿verdad? -

Naturalmente, Mateo no quería que lo viera así su subordinado.

Ante Rosaría, podía actuarse como le daba la gana. Pero frente a Mariano, ¡de ninguna manera!

En cambio, Mariano se creía inocente y se sintió un poco agobiado por la ira de su jefe.

-Es que alguien llamó el antiguo número de la señora Rosaría. ¿No dijiste que a eso le prestara atenciones? He venido para decírtelo -

Mariano se apresuró a explicar su propósito de venir.

Cuando Mateo se enteró de que se trataba de lo de Rosaría, se relajó.

-¿Qué está pasando? ¿Quién lo hizo? -

-La mejor amiga de la señora, Lidia -

Si hubiera sido otra persona, no habría venido Mariano. Pero no era nadie más que la amiga de Rosaría. Realmente no sabía qué hacer.

Aunque Rosaría no estaba en contacto con ella en ese período de tiempo, pero Mariano sabía lo que le significaba esa mujer.

Mateo frunció el ceño ligeramente.

Pensando en el disgusto que Lidia sentía por él, Mateo se descontentó.

No le había sido fácil volver a tener a Rosaría a su lado. Si esa mujer volvía a molestar su relación...

Por lo tanto, Mateo quería que la ignorara. Pero justo en ese momento, con las palabras en la punta de la lengua, vio entrar a Rosaría.

-¿Qué paso con Lidia? -

Mariano no sabía cómo responder la pregunta.

Miró a Mateo y hesitaba.

-¿Cómo? ¿No me lo puedes decir? -

Rosaría, inmediatamente, se dio cuenta de que algo andaba mal y miró a Mateo.

¡Qué remedio! Tenía que confesarlo todo.

-¿Cómo? Le estaba preguntando por eso. Mariano dijo que alguien llamó su antiguo número y fue justamente Lidia. Y entraste justo cuando le quería preguntar por algo más -

-¿De verdad? -

Obviamente, Rosaría no creía en él.

Después de todo, sabía que los dos no se llevaban bien.

Ya llevaban cinco años así y no quería que lo siguieran. Rosaría se entristeció.

Parecía que tenía que encontrar una ocasión para hablar de eso con Lidia.

No quería perder a su mejor amiga por la familia y Mateo, como lo que hizo hacía cinco años.

Cuando Mateo vio su mirada dudosa, realmente se enfadó. Sin embargo, tampoco podía expresarse, ya que realmente se le había ocurrido ocultárselo.

Bueno, tampoco tenía razón.

Sintiendo el atmósfera extraño, Mariano lo entendió inmediatamente y se precipitó a responder -Señora, no estaba cuando la señorita Lidia le llamó. Cuando regresé, solo la oí llorando. Tampoco sé qué pasa, pero mencionó que estaba en el Primer Cementerio o algo así -

-¿Cómo? ¿Por qué fue a un cementerio? -

A Rosaría se le latía más rápido el corazón.

Lidia le tenía mucho miedo a las fantasmas y cosas relacionadas con esas. Había sido abandonada por su familia en un cementerio y eso constituía la mayor pesadilla de toda su vida.

Rosaría estaba convencida de que Lidia no iría a un lugar como ese.

-¿Dónde está ella ahora? -

Rosaría se pudo nerviosa.

Viéndola tan preocupada, Mateo se volvió celoso.

-¿Por qué te preocupas por una adulta? Es pleno día, puede que haya ido a visitar a algún conocido -

-¡Cállate! -

Rosaría gritó.

Mateo estaba aturdido.

Esta mujer tenía agallas, ¿no?

¿Realmente se atrevió a gritarle?

Incluso Mariano miró a Rosaría con admiración.

Probablemente sería ella la única persona que se atrevía a hablar así con Mateo frente a una persona ajena como él.

¡Qué formidable!

Aunque no se atrevió a mostrar sus emociones, Mariano se dijo a sí mismo -¡Bravo! -

Claro que no lo diría con voz, o seguramente perdería su trabajo.

En ese momento, Rosaría solo se preocupaba por Lidia y naturalmente olvidó a prestar atenciones a Mateo. Después de haberle gritado, dijo rápidamente a Mariano -Dame la llave del auto, me voy ahora mismo -

-Ella no es una niña. ¿No puede tomar un taxi para regresar? No lo entiendo. ¿Por qué te llamó? -

Mateo no sabía nada de la pesadilla de Lidia. Creía que lo había hecho a propósito para molestar a Rosaría y él.

Gracias a Dios, se había ido todas las demás moscas y podía, por fin, disfrutar del amor de Rosaría. Pero justo en ese momento, Lidia apareció a molestarlos. ¡Maldita!

Rosaría lo miró con ira y respondió -Hablemos más tarde sobre eso. Ahora me voy. Prepárale algo a Laura en caso de que tendrá hambre cuando se despierte. Pronto te servirán la comida ya -

-¡Rosaría, estoy enfermo! Me estás pidiendo que cuide a otra enferma para salir dejando a un lado a tu esposo e hijos, ¿cómo lo puedes? -

Mateo era demasiado obstinado.

Pero, ¡qué remedio! A él no le gustaba Lidia.

Esa mosca siempre aparecía cuando estaba con Rosaría para molestarlos. ¿Cómo le podía caer bien?

Sin embargo, ignorando sus quejas, Rosaría fue directamente a tomar su móvil y bolso y le dijo a Mariano -¿Me llevas tú o condujo yo? -

Después de hablar, miró a Mariano, y esa mirada lo dejó sin saber qué hacer.

Era un empleado inocente, ¿no?

¿Por qué tenía que meterse en el asunto de su jefe y la esposa de este mismo?

Mariano observaba a Mateo con cierta vacilación. Era el asistente especial de él, ¡pero no entendía lo que quería decir ahora!

Al verlo así, Rosaría le arrebató la llave de la mano y salió sin dejar ninguna palabra.

-Señora -

Mariano estaba un poco deprimido.

¡Qué enojado estaba Mateo!

¡Fue derrotado por Lidia otra vez!

¡Bravo!

Mirando a Mariano, que seguía allí de pie sin saber qué hacer, le gritó con enojo.

-¿A qué estás esperando por allí? Date prisa y síguela. ¿De verdad vas a dejarla ir sola al cementerio? ¿Adónde va? ¡Al cementerio! ¿Estaría segura sola? -

Mariano se volvió aún más angustiado.

¿Por qué le echaba la culpa a él?

Sin embargo, no se atrevió a responder. Se dio la vuelta apresuradamente y salió corriendo, siguiendo los pasos de Rosaría.

-Señora, dame la llave. El camino al cementerio es un poco escarpado. Condujo yo -

Rosaría lo miró con indiferencia y dijo -¿Ahora me conduces? ¿Te lo permitió su jefe? -

Mariano no sabía qué hacer.

-Señora, sólo soy un empleado suyo -

-Sí, sólo trabajas para tu jefe. No me obedeces a mí. Entiendo -

Las palabras de Rosaría le estaba poniendo en una situación difícil.

-Señora, usted es la señora. Pero me paga el señor Mateo. Dígame usted qué debo hacer yo -

-Basta, no te pongas así. Mateo nunca te toma como un empleado común, ¿no? Vamos, démonos prisa -

Rosaría dejó de hablar y le pasó la llave.

Mariano se alivió y sonrió -Muy bien. Súbase, ahora le sirvo a la reina -

Rosaría sonrió y sacudió ligeramente su cabeza.

Llegaron rápidamente al cementerio.

No era el momento de visitas comunes, así que casi no había nadie en ese lugar. Bajo el cielo nublado, Rosaría sintió cierto frío y se volvió incómoda.

Rápidamente llamó a Lidia, pero no la contestó.

Se asustó.

-¿Dónde está? ¿No dijiste que me llamó? ¿Por qué no me contesta ahora? -

Mariano sentía que realmente tenía mala suerte.

¿Cómo lo sabría él?

Aparentemente, eso ya era fuera de su incumbencia como asistente, ¿no?

Sin embargo, respondió apresuradamente -Señora, sí me habló cuando contesté la llamada. Pero tampoco sé por qué no le contesta ahora, ¿posiblemente se le habrá agotado la batería del móvil? -

-Ojalá así sea. ¿Y si pasa algo más? -

Rosaría se puso preocupada.

Miró a su alrededor y dijo en voz baja -Mira por allí y yo, por aquí. Luego nos vemos allí -

Señaló con su dedo un lugar cercano donde se vendían las urnas funerarias.

Mariano estaba algo preocupado.

-Señora, ¿por qué no voy a buscarla solo y usted descansa por allí? -

-Estoy preocupada por ella. Lidia ha sido abandonada por su familia en este lugar y para ella, fue una pesadilla. No sé cómo ha venido, pero puedo entender lo asustada que está en el momento. Ni me contesta la llamada, no sé cómo está -

Las palabras dejaron a Mariano algo aturdido.

-¿La señorita Lidia fue abandonada aquí por sus parientes? -

-Sí -

Rosaría corrió rápidamente hacia un lado.

Al ver que ya había tomado su decisión, Mariano no dijo nada más y corrió en otra dirección.

Los dos buscaron casi todo el cementerio, pero no vieron a Lidia en absoluto. Rosaría incluso casi perdió su voz por haber exclamado demasiado su nombre, pero todavía no tuvo ninguna respuesta.

No sabía qué más podría hacer.

¿Acaso se encontró con alguien o algo malo?

Se puso extremadamente triste al pensar en esa posibilidad.

No debería haber cambiado su número de teléfono. Incluso si lo hiciera, debería haberle dicho a Lidia. ¡Nunca se perdonaría a sí misma si le pasaba algo mal a Lidia!

En este momento, Mariano la llamó a la puerta del lugar donde se vendían las urnas funerarias.

-¡Señora, la señorita Lidia está aquí! -

Rosaría corrió rápidamente, pero en el momento en que vio a Lidia, se sorprendió y se puso llorosa.

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