¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 464

Antonio estaba gritando improperios enojado afuera, pero obviamente Víctor ya estaba acostumbrado.

-Mira, él no se queda en su apartamento sino volver para provocar disturbios en mi cocina. ¡Es su intención! -

Antonio estaba furioso.

Desde que Víctor fue rescatado del secuestro cuando era niño, parecía haber cambiado de temperamento de repente. Siempre llevaba a Antonio la contra.

Víctor encogió sus labios y dijo -Eso es verdad. Soy reacio a hacer algo con mi apartamento. Si se enciende, tendré que redecorarlo -

Tan enojado, Antonio se desmayó.

-¡Antonio! ¡Alguien, llame al médico de familia! -

La señora Zoe se preocupaba tanto que sudaba sin cesar.

Sin embargo, Víctor se dio una ducha. Ya estaba entumecido por tal situación.

En cualquier caso, el médico de la familia estaba a disposición siempre, y Antonio no iba a morir.

Después de ducharse, se cambió de ropa. Viendo en el espejo su cabeza calva, encontró un sombrero y se lo puso, y salió directamente de la casa.

Encontró una barbería y se le cortó todo el pelo.

Ahora no necesitaba arreglarse.

Cuando salió, sintió frío en la frente. Realmente no estaba acostumbrado a eso. Las personas de los alrededores lo miraron al unísono, lo cual le hizo enojarse.

-¿Qué estáis mirando? No habéis visto a un monje, ¿verdad? -

Víctor gritó en voz baja, asustando a las personas para que se fueran rápidamente.

Justo cuando estaba pensando en comprar algo para comer, recibió la llamada de Eduardo.

Víctor dijo -Mocoso, he oído que tienes un resfriado. ¿Por qué eres tan débil? Tu mamá está bien. No te preocupes. Acabo de volver del hospital. Ella está de buen humor -

Al escuchar las palabras de Víctor, Eduardo se sintió aliviado, pero dijo en voz baja -Gracias, Víctor. He oído que salvaste a mi mamá anoche -

Víctor pensaba, "La señora Lorena ni siquiera sabía sobre este asunto, ¿cómo podría Eduardo saberlo?"

Ligeramente aturdido, recordó luego la habilidad de genio de Eduardo. Se estimó que este mocoso había penetrado el sistema informático del hospital.

-Mocoso, no puedes hacer esto. No puedes penetrar los sistemas de seguridad sin permiso. ¿Sabes que esto es ilegal? -

-Solo estoy preocupado por mamá -

La voz de Eduardo era algo ronca, acompañada de ráfagas de tos, haciendo que Víctor se sintiera algo angustiado.

Pensando que era el hijo de Rosaría y que ahora ella no podía cuidarlo, dijo -Déjame comprar algo delicioso y voy a verte -

-¡Bien! Quiero comer pastel de durian -

Eduardo fue muy franco.

Víctor sonrió y dijo -Espera, lo compraré para ti -

-Bien, te espero -

Después de colgar el teléfono, Eduardo se levantó y cuando quería cambiarse de ropa, la señora Lorena entró.

-Abuela -

-¿Te sientes mejor? -

La abuela sentía mucho cariño por su nieto.

-Mucho mejor. Víctor viene a verme más tarde -

Al escucharlo, Lorena se quedó un poco aturdida. Sin embargo, sonrió y dijo -Vale, pero debes descansar más. ¿Lo sabes? -

-Gracias, abuela -

La señora Lorena tocó la frente de Eduardo. Al ver que ya no tenía fiebre, hizo que alguien preparara un poco de agua caliente y lo dejó.

Cuando Víctor llegó a la mansión de la familia Nieto, la señora Lorena se sorprendió.

-Señor Víctor, tu peinado es súper especial -

Le costó mucho encontrar una palabra para expresarlo.

Víctor se tocó la cabeza moronda y dijo con una sonrisa -Señora Lorena, ¿no lo sabes? Es de moda -

-Vale, la moda -

La señora Lorena sonrió, pero pensó que si sus dos hijos hacían tal forma, podría matarlos.

-Eduardo está arriba. Puedes ir -

Al oírlo, Víctor se encogiera de hombros y luego fue a la habitación de Eduardo.

-Mocoso, tu pastel de durian -

Víctor se lo entregó directamente a Eduardo.

Eduardo lo miró con asombro y no reaccionó durante mucho tiempo.

-¿Cómo es? ¿No es genial? -

Preguntó Víctor con una sonrisa.

Eduardo asintió y dijo -Genial, parece que viniste de cárcel -

-Mocoso, no puedes decir así -

Víctor ya estaba deprimido, pero ahora estaba aún más cuando escuchó a Eduardo decir esto.

-¿Realmente tan feo? -

-No tanto. Hay que acostumbrarse -

Eduardo protegía su dignidad.

Víctor se sentó a un lado frustrado y dijo -Si lo hubiera sabido antes, no lo habría hecho-

-¿Qué has hecho? -

-¡No es asunto tuyo! -

Víctor sintió que la mitad de sus hombros estaban entumecidos.

Eduardo, por otro lado, sostuvo su teléfono y tomó unas fotos de él en sucesión, sonrió y dijo -¡Eres tan frágil! Mateo ni siquiera parpadeó cuando se la aplicó antes -

-¿Quién es Mateo? ¡Es una bestia! -

Víctor tenía tanto dolor que casi se volvió loco. Esa sensación lo torturaba.

Eduardo dijo con indiferencia -Si Mateo es una bestia, solo puedes ser su presa. No le puedes alcanzar -

-Mocoso, me invitaste aquí hoy a propósito para enojarme por Mateo, ¿verdad? ¡Claro, me voy! -

Víctor se puso de pie, pero fue agarrado de la muñeca.

-No, es una broma. ¿Por qué estás discutiendo con un niño como yo? -

-¿Un niño y qué? ¿Es glorioso intimidar a un adulto como yo? -

Víctor creyó que tenía mala suerte.

Si Mateo fuera un zorro, Eduardo sería su hijo perfecto. Víctor pensó que él tenía un resfriado y quería venir a verlo, pero ahora estaba siendo intimidado.

Al ver a Víctor así, Eduardo quería reírse, pero tenía miedo de que se enojara y se huyera. Tenía que reprimir su risa y dijo -Sí, sí, sí. Fue mi culpa. No debería haberte intimidado -

-Eso sí -

Víctor se sentó en la cama sintiendo que sus hombros ardían. Ya no llevaba ropa y esperó a que la sensación se desvaneciera lentamente.

-Dime, ¿qué quieres? -

Si no podía saber la intención de Eduardo, no sería Víctor.

Eduardo sonrió y dijo -Quiero que me hagas un favor -

-¿Qué es? -

Víctor no iría tontamente a la trampa de Eduardo.

Aunque era joven, pensaba mucho en la mente como su padre.

Víctor pensaba así, pero no sabía que su expresión lo traicionaba por completo.

Eduardo sacudió la cabeza. Encendió su computadora y dijo en voz baja -Encontré la señal del teléfono de Mateo -

-¿Dónde está? -

A Víctor en realidad no le importaba dónde estaba Mateo, pero cuando pensó en la situación actual de Rosaría y en cómo Rosaría había llamado el nombre de Mateo antes de desmayarse, tenía ganas de saber dónde estaba Mateo.

En este momento, solo quería ir y golpear a ese tipo. Sería mejor si pudiera pegarlo tan fuerte que no pudiera cuidar de sí mismo.

Víctor pensó maliciosamente en su mente. Vio a Eduardo señalando un punto y diciendo -Aquí está. ¿Puedes ir aquí y ver qué le pasó a Mateo? -

Los ojos de Eduardo estaban llenos de ruego. Esta era la primera vez que este chico le preguntaba tan seriamente.

Víctor de repente creyó que no podía rechazarlo. Aunque sus ojos se parecían a los de Mateo, esa mirada le hizo pensar involuntariamente en Rosaría.

-¿Por qué yo? En la familia Nieto hay mucha gente. ¿Por qué me lo pides? -

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