¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 61

Se oyeron sonidos de tos.

Mateo tosió detrás de Rosaría.

Esta subconscientemente volteó la cara para mirarlo, pero no mostró ninguna expresión. Volteó la cara de nuevo y continuó hablando por teléfono.

-Está bien, decide una fecha de cita. Voy a salir y verte -

Rosaría seguía charlando alegremente con Víctor.

La cara de Mateo se volvió descontenta.

Le quitó el móvil de Rosaría y colgó su mirada sin decir nada.

Rosaría se quedó atónita por un momento y luego se enfadó por sus acciones rudas.

-Mateo, ¿qué problema tienes? ¡Este es mi teléfono! ¿Por qué colgaste mi llamada? Estaba charlando con un amigo -

-La herida de pierna tampoco te puede aquietar, ¿verdad? -

Después de decir estas palabras con descontento, se dio la vuelta y caminó hacia la cocina, llevándose consigo el teléfono de Rosaría.

-¡Devuélveme mi móvil! -

Rosaría se descontentó mucho.

Sin embargo, Mateo le dijo con indiferencia -Ve la televisión, que es bueno para tu salud física y mental -

-¡Puro pedo! -

Rosaría estaba tan enojada que profirió groserías directamente.

Mateo se sorprendió por sus palabras vulgares.

De repente se volteó la cara para mirar a Rosaría.

Antes Rosaría siempre parecía una chica tranquila y cortés frente a él. Nunca había proferido groserías, ni había gritado en voz tan alta. ¿Realmente cambió? ¿O de hecho era esta la verdadera Rosaría?

Mateo sintió que Rosaría era mucho más interesante ahora portándose así. Al menos, ahora era viva y real. Y la Rosaría del pasado aunque también era buena, carecía de vigor.

De repente dijo sonriendo -Echa uno para que lo olfatee -

Rosaría no supo cómo responder su petición.

¡Maldito hombre ese!

¿Cómo se hizo tan desvergonzado ahora?

Estaba segura de que nadie se atrevía a proferir groserías ante él, pero ella lo hizo, ¿por qué no se enfadó?

Mateo no estaba enojado, pero Rosaría sí y muy enfadada estaba. Tomó el control remoto de la televisión y la encendió descontentamente como si guardase rencor con la televisión. Eligió un canal aleatoriamente y empezó a verlo.

Anabel se sintió descontenta por las interacciones entre estos dos chicos. Sin embargo, al ver a Mateo sonriendo, no le pareció conveniente decir algo inapropiado.

En los últimos cinco años, Mateo había vivido sin vigor en absoluto. Ahora, finalmente lo pudo ver sonreír, así que ella no iría a decir nada.

Mateo regresó a la cocina de nuevo y comenzó a cocinar otros platos.

La atención de Rosaría no estaba en la televisión en absoluto. Como si algo la hubiera atraído, miró la cocina de vez en cuando, y poco a poco se quedó estupefacta por aquella habitación, y sus pensamientos se volvieron confusos.

Como si hubiera vuelto al pasado de hace muchos años, en aquel entonces todo era tan ilusorio y confuso.

Cuando se dio cuenta de lo que estaba pensando, Rosaría recuperó sus atenciones de repente y se regañó a sí misma que otra vez fue confundida por Mateo.

Aunque este hombre tenía una apariencia física atractiva, ¿y para qué serviría? ¡Debajo de su pellejo había un corazón indiferente y cruel!

Rosaría volteó la cabeza e inconscientemente se levantó. Caminó brincando al baño: le era familiar la ruta.

Al verla levantarse, Anabel quiso ayudarla, pero viendo que estaba tan familiarizada con todo en esta casa, que incluso sabía dónde estaba la luz oculta del baño, se quedó atónita.

-Señor, ¿cómo podría estar tan familiarizada con la casa de la familia Nieto? -

Mateo volteó la cara, le echó una mirada y dijo pensativamente -No preguntes, solo cuida bien de ella -

Después, como si hubiera recordado algo, llamó directamente a Mariano.

-Consígueme una silla de ruedas, que sea la mejor, y que sea con alta inteligencia -

Anabel miró a Mateo y no dijo nada más, pero tuvo muchísimas dudas sobre Rosaría.

Rosaría permaneció un rato en el baño. Cuando salió, vio a Mariano entrar empujando una silla de ruedas.

-Diseñadora Catalina, el señor Mateo me pidió que le arregle esta silla de ruedas. Ha estado teniendo problemas con sus piernas últimamente, así que puede usarla por ahora -

-Gracias -

Rosaría la recibió directamente y se sentó en ella para probar. Esta herramienta le pareció cómoda y ventajosa.

Mateo se volvió contento viendo que a ella le gustó la silla.

-Lávate las manos y ven a comer -

Mateo sacó la comida, pero esto le asustó a Mariano.

-Señor Mateo, ¿ha cocinado usted? -

Había trabajado por Mateo durante muchos años, ¡pero nunca supo que él podía cocinar!

Sin embargo, Mateo lo ignoró y empujó directamente a Rosaría en silla de ruedas al baño.

-Todo está aquí. Si necesitas algo más, pídele a Anabel -

-Ya -

Rosaría contestó, se lavó las manos rápidamente y fue empujada de vuelta a la mesa del comedor por Mateo.

La mesa del comedor seguía siendo la misma que antes, y ni siquiera se había cambiado el asiento de ella.

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