Briana se encontraba caminando sin ninguna clase de ruta fija.
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Todas las esperanzas: se habían reducido a ese día, en la misma nada. Había perdido la persona que más amaba.
No porque lo hubiera decidido así; más bien al contrario: la habían dejado plantada en el altar.
Aquella muchacha de ojos grises, siguió caminando ignorando el dolor que sentía al pisar las piedras del camino, de esa manera amortiguado el que tenía en el corazón.
No le importó tampoco las miradas curiosas de los vehículos que pasaban a su lado, nada le interesaba en ese momento. Paso a paso, se sentía cómo un cascarón sin vida; con un vestido blanco acompañando la pureza que ahora no tenía.
Algo hizo que se frenará, había una pequeña casa de madera a unos metros de distancia.
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Habían plantadas unas flores que ella recordaba cuando era pequeña, y eso la hizo ir a ese lugar.
Se encaminó, como una luciérnaga perdida hacia la luz.
No miro atrás, no tenía a nadie quien llorara por ella, tampoco que la extrañara: por lo tanto no le importó si en ese lugar le esperaba un destino cruel.
Después de varios minutos, ya estaba frente a frente de aquellas flores y las acarició con las yemas de sus dedos. Cerró los ojos recordando cuando su mano pequeña lo hacía.
De pronto, le dió curiosidad el interior de aquella casa, se asoma un poco cautelosa.
Aunque curiosa.
El interior estaba bastante iluminado, los ventanales al parecer ayudaban a mantener con luz propia.
Briana sin dudar ni un segundo ya había golpeado la puerta, cuando un muchacho sumamente atractivo apareció en su visión. Quiso decir algo, pero en todo el camino había intentado decir una palabra sin embargo ninguna salia de su boca.
-...
-¿Estas bien? -le preguntó.
Aquel joven miraba horrorizado, y un poco asustado aquella novia que tenía la mirada perdida. Después de echarle un vistazo leve, pudo percatar que era muy bonita. Tenía unos grandes e inexpresivos ojos grises, un cabello rubio y largo hasta la cintura.
Ella no dijo nada simplemente se quedó así parada de pie, y el la miro confuso y volvió a preguntar:
-¿Necesitas ayuda?
Ella negó con la cabeza, se dió la vuelta sin decir nada para marcharse. Pero aquel joven no podía dejar ir a aquella muchacha que se veía bastante mal, tomó su mano y al hacerlo: sintió algo que nunca antes había sentido una corriente eléctrica atravesarle la espina dorsal y al parecer aquella joven también le había sentido, porque lo miro con sorpresa.
-Quedate, te veo mal.
Briana puso sus ojos de nuevo en la fría carretera, y después giró su rostro para mirar aquel joven de sonrisa amable. Asintió con la cabeza y se dirigió al interior de la casa.
-¿Tienes hambre? -le preguntó.
A pesar de que sabía: que no tendría respuesta; aquella joven asintió con la cabeza. Ella se había sentado frente a una gran mesa, que se encontraba en el medio del salón.
"¿Por qué?"
-Supongo que quieres saber porqué, a decir verdad no lo sé con exactitud -dijo con calma, hizo una pausa y continuo hablando:- lo único que sé en este momento: se olvidaron de mí. Tal vez yo no era lo que necesitaban. Éramos... y siempre había muy poco alimento para todos. Nos habían hecho trabajar desde pequeños, desde ir a pedir monedas hasta limpiar vidrios en la calle, a decir verdad trabajar no me molestaba que más me gustaba tener mi propio dinero, sin embargo yo no tuve una infancia feliz , la mayoría que iba a mi escuela.
Brianna hizo una mueca triste.
-Descuida eso pasó hace mucho... tiempo ya ni lo recuerdo.
....
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