Brianna al día siguiente, se sentía un poco mejor.
El sol, le pegó de lleno de la cara, no había ninguna ventana en esa habitación que pudiera impedir lo contrario. A pesar de ese incómodo momento, se estiró cerrando los ojos, con más fuerza.
Apoyó ambos pies, en el frío suelo despertando hace de inmediato. Contemplo con curiosidad, cada rincón de la habitación. Era un poco extraño, estar en un sitio , en donde no estaban sus típicas cosas de siempre.
Mira a su alrededor, ella se encontraba sosteniendo el picaporte de la puerta. Por algún motivo, tenía el miedo constante de no poder abrir en un momento la puerta. Pero siempre, que apoyaba su mano derecha sobre el frío metal: está cedía sin complicaciones.
Un rico aroma, la atrapó . mira un poco confusa, la cocina. Apenas, puso un pie dentro de ella, Esteban la miro con una sonrisa amplia.
—Hola, buen día.
Ella, solamente pudo levantar la mano en modo de saludo.
En la noche anterior, había intentado con todas sus fuerzas , abrir la boca y emitir algún tipo de sonido.
<<¡Tú puedes Brianna!>>
Lo había intentado por tantas horas , que se quedó dormida arrodillada, frente a su cama.
Por eso le había parecido un poco confuso, la posición donde dormía.
En una cama cubierta de cobija.
¿Tal vez él la arropó?
No lo sabía, con exactitud. De lo único que estaba segura, era que había un plato caliente, con una taza de café humeante frente a ella.
Eso fue más que suficiente, para que aquella muchacha de cabellos desordenados y pecas salpicantes, se sentara.
Empezó a comer , sin sentir la mirada de Esteban; él mismo, se había ido hacia afuera, dejándola momentáneamente sola.
Después de que terminó hasta el último bocado, dejando el plato brillante, minutos más tarde limpió.
Se acercó a la puerta del exterior, aún tenía ese miedo persistente que le rodeaba la sangre. Pero ya se encontraba fuera, puedo pisar con placer las hojas secas, y sentir la brisa fría del próximo invierno.
Sentirse viva, no le molestaba en lo absoluto.
Era, despertar el alma, la cual se había quedado levemente dormida unos días atrás. Lo primero que visualizo, fue a Esteban junto a la huerta que estaba preparando para ella.
<<¿Él se tomó esa molestia?>>
—Tenía una parte, con la tierra removida. Así que te ahorré ese trabajo, te daré las semillas, y te daré un manual instrucciones así podés aprender. Te daré creo que las verduras más sencillas. Aunque sé que te gustan las plantas.
Briana, le sonrío con amabilidad. Tomó las cosas, que le daba. También tenía entre sus manos algunas palas, entre otros utensilios necesarios para la tierra.
Sabía que él , la quería ayudar. Hace muchos años, que no se sentía contenida por alguien. La única persona que siempre había estado: había sido su abuela.
Una persona de mayor edad, la cual muchas veces se olvidaba incluso su propio nombre. Sabía que no lo hacía adrede, pero a veces sentía que necesitaba otro tipo de apoyo. Un apoyo, que su novio no le brindaba en lo absoluto.
Su rostro, se inundó en un mar de tristeza.
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Tal vez era el hecho, de que empezaba a recordar. O tal vez era la necesidad imperiosa, que tenía su mente, de querer olvidar.
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