OTRO MUNDO DE MÍ romance Capítulo 14

Candela Fonseca se mostró contrariada: —Elsa, no seas caprichosa, se nos hace tarde, señor, sigue conduciendo.

Elsa replicó con los ojos llenos de ira:

—Si no paras, romperé el cristal del coche.

El conductor frenó con fuerza después de escucharlo.

No se atrevió a intervenir en la discusión entre las dos señoritas, pero si el coche se averió, fue definitivamente él quien sería castigada por la señora Fonseca.

Elsa empujó la puerta del coche y salió corriendo sin pensarlo dos veces.

Los ojos de Candela estaban llenos de ira por el hecho de que Elsa acababa de desobedecerla, pero luego, volvió a ser alegre.

«Si Elsa no se presenta a su primer día de clase, los profesores aseguran que van a por ella y lo mejor es que la expulsen.»

—Señor, me disculpo por mi hermana —Candela se disculpó falsamente con el conductor en nombre de Elsa.

El conductor suspiró:

—No pasa nada, pero es difícil de tolerar su mal carácter para usted y la señora, ¿no?

Candela pone cara de tristeza: —Para mí no es nada, pero mamá...

El conductor estaba aún menos impresionado con Elsa.

Pero en ese momento a Elsa le daba igual, porque estaba en el coche cuando vio que la señorita de la tienda que la atendía muy bien se desmayaba.

Elsa se acercó corriendo.

Para entonces, el colega de la chica había llamado al hospital y le pidió a Elsa que la ayudara a llevarla al hospital.

Elsa llegó a conocer el nombre de la joven, Melissa Sáenz.

Afortunadamente, Melissa estaba bien, pero sólo estaba sobrecargada de trabajo. Elsa se enteró por los colegas de Melissa de que tenía un hermano menor en la universidad y que estaba enferma porque estaba tratando de pagar su educación.

Después de ver a Melissa dormirse y de estar ella misma un poco cansada, compró un chocolate y una botella de agua en la tienda del hospital y se acurrucó en el jardín para comer.

Todas las tiendas de conveniencia de este mundo son encantadoras y tienen muchas cosas bonitas.

—No, sólo puedes elegirme a mí —Cristian siguió adelante y encendió un cigarrillo con su mechero.

El olor a humo borra el olor a colonia, por lo demás frívolo, que llevaba encima.

—¿Por qué?

Cristian, inexplicablemente, seguía sintiéndose infeliz, mordiendo su cigarrillo y gruñendo:

—Cásate conmigo y podrás tener una vida lujosa.

Cuando terminó, se inclinó hacia él y exhaló con cierta maldad hacia Elsa: —¿Qué te parece? Soy genial.

Dicho esto, se sintió inexplicablemente un poco excitado y no pudo evitar mirar fijamente los labios de Elsa, acercándose cada vez más.

Elsa dirigió a Cristian una mirada llena de ira y, de repente, gritó con voz exagerada: —Socorro, hay un pervertido...

Cristian se ocupó de ir a taparle la boca y fue mordido con fuerza por Elsa, sangrando.

—Tontita, muérdeme otra vez —Cristian apartó la mano, pero la locura en sus ojos creció aún más.

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