OTRO MUNDO DE MÍ romance Capítulo 20

Elsa pensó para sí misma, qué atrevido era este tipo, si se hubiera atrevido a hablar así en su dinastía, habría sido arrastrado y decapitado.

Pero ella era una persona amable así que solo le dejaba en paz.

Después de pagar, Cristian abrió la puerta y le indicó a Elsa que saliera del coche.

Entonces abrió la puerta con cierta deliberación, sus finos labios ligeramente levantados, con un atisbo de complejidad bajo los ojos: —Esta era la casa de mi madre, si aún viviera, le habría encantado verte.

«¿La madre de Cristian ha fallecido?»

Elsa se estremeció y lanzó una mirada silenciosa a Cristian, así que él, como ella, se quedó sin quien la favoreciera... ¿Era por eso que estaba enfermo?

En ese momento, Cristian tomó su dedo y presionó la cerradura de la huella dactilar, la puerta se abrió y Elsa quedó nuevamente cautivada, dejando atrás aquellos tristes recuerdos mientras tocaba con curiosidad la cerradura de la huella dactilar.

Cristian tomó las huellas dactilares de Elsa cuando le explicó la cerradura de huellas dactilares.

—En el futuro, presione su dedo aquí y podrá entrar.

La cabeza de Elsa se inclinó ante estas palabras y un desconcierto surgió en su corazón, pero antes de que pudiera pensar con claridad, vio un pequeño retrato en la pared frontal de una mujer gentil y hermosa que la miraba con una sonrisa.

Elsa soltó una risita, señaló el retrato y preguntó a Cristian:

—¿Quién es usted?

—Esta es mi madre —Los ojos de Cristian se desviaron un poco.

Elsa soltó una risita y dijo:

—¿Y su vestido?

—Este es un traje antiguo, pero cada vez más gente le gusta llevarlo en los tiempos modernos. Este tipo de vestido se quedó muy bien a mi madre. Y le gusta mucho.

Cristian contempló el retrato con una mirada nostálgica.

Elsa asintió y murmuró pensativa:

—Así es. Es muy hermosa y gentil. Esta prensa se veía más conservadora. ¡Qué genial!

Fue Cristian quien finalmente tosió y preguntó:

—¿No vas a llamar a casa? Tu madre... podría estar preocupada.

Elsa se distrajo y sus ojos fueron reemplazados por la infelicidad:

—No te preocupes, tal vez ni recuerde que vivo en este mundo mientras Candela se mantenga bien en su casa.

Ahora Elsa se veía un poco triste y adorable, pero mirando tal mirada, alguna idea siniestra saltó a su mente otra vez. El hombre tragó la saliva fijando las miradas en ella.

Elsa parecía percibir algo, y la forma en que la miraba en ese momento le recordaba la primera vez que lo había visto, cuando ese hombre la había inmovilizado contra la pared y la había besado con locura.

La sensación de los labios y la lengua sacudiéndose y moliendo aún estaba fresca en su mente.

Se avergonzó un poco por un momento:

—No me mires así.

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