Elsa se frotó la cabeza, desconcertada.
Mirándola así, Cristian se puso un poco serio:
—¿Todavía te duele?
—No, no me duele nada, la medicina que me diste funcionó excepcionalmente bien —Elsa sonrió, y Cristian se sintió aliviado al verla sonreír, pero aun así insistió en que no podía irse a casa hasta mañana por la tarde, y se empeñó en decir que era mañana por la tarde.
Finalmente Elsa no tuvo remedio que aceptar.
Y en la familia Fonseca, Nora ni siquiera recordaba que Elsa se había escapado y no había vuelto esa noche, como Elsa había adivinado.
Estaba habló con Candela sobre el regreso de su marido.
—Tendremos que estar mejor preparados, y cuando llegue el momento diré que has preparado todo esto, para demostrarle lo que puedes hacer. Cuanto más pensaba Nora en ello, más excitación parecía tener.
Candela no emitió ningún sonido, ante su insinuación de que Agustín mostró las fotos a su madre, que su madre ya habló a Enrique, el verdadero padre de Elsa.
«¿Si el repentino regreso de padre tiene algo que ver esta cosa? Si es así, padre regañará a Elsa en ese momento. Papá estará aún más satisfecho conmigo bajo la comparación con Elsa»
Pensándolo Candela también se estaba entusiasmando con ello.
Pero cuando llegó la tarde y Elsa aún no había aparecido, Nora y Candela pensaron durante mucho tiempo antes de recordar que Elsa había salido ayer corriendo con la cabeza entre las manos.
—¡Elsa lo hizo a propósito! Fingir estar enferma cuando sabía que su padre iba a volver a casa, no está escondida en el hospital ahora mismo esperando a hablar de las cosas con su padre, ¿verdad?
—Mamá, entonces vamos a buscala rápidamente, yo iré al hospital, creo que Elsa no parecía estar fingiendo ayer —Candela estaba un poco indecisa. Pero sería bueno que a Elsa se le diagnosticara la locura.
Esto hizo que Candela se pusiera un poco celosa, pero luego se cambió el pensamiento
«¿Y si es por lo de la foto y por eso papá se apresura a reñir a Elsa? »
Así que se acercó amablemente y dijo:
—Papá, Elsa no vino a casa ayer y mamá y yo estábamos preocupadas.
Enrique giró inmediatamente la cabeza para mirar a Nora:
—¿Elsa ha desaparecido? ¿Por qué no me dijiste desde el principio algo tan importante?
Nora se asustó un poco, pero no pudo ocultar más su resentimiento ante la idea de que esta vez Enrique no volviera a casa hasta dentro de tres meses: —¿Decirte qué? ¿Te importa? En todos los días desde que encontré a mi hija, ¡nunca has vuelto a verla!
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