—No, es que ni usted ni el Sr. Velázquez trajeron a Miguel el fin de semana pasado, así que vine a echar un vistazo —Umberto sonrió.
—Oh, la semana pasada Miguel estaba un poco indispuesto así que no saqué a Miguel —En lugar de decir que era porque desconfiaba un poco de Umberto, por lo que había buscado un nuevo psiquiatra para probar, Julieta se inventó una mentira como respuesta.
Miguel se acurrucó en los brazos de Julieta y no pinchó la mentira de Julieta.
Umberto intercambió algunas palabras más con Julieta antes de levantarse para despedirse.
Cuando se fue, toda la casa quedó en silencio. Miguel jugueteaba con su puzzle, mientras Julieta estudiaba el libro profesional que le había regalado Elena.
Como iba a actuar, tenía que sacar lo mejor de sí misma.
De hecho, Julieta también tenía muchas ganas de trabajar con Alonzo.
—Julieta, ¿qué estás haciendo?
Mateo apenas se había puesto en contacto con Julieta desde que terminó la película del forense. Hacía mucho tiempo que no veía a Julieta, y aunque se había paralizado por el trabajo, la sonrisa de Julieta se le clavaba obstinadamente en la mente y no podía disiparse pase lo que pase. Incapaz de resistirse, Mateo decidió echar un vistazo.
—Mateo, ya no estás activo —Julieta estaba de buen humor.
—Sí, quería descansar dos días. ¿Estás en casa ahora? Quiero ir a ver a Miguel —Mateo se excusó a sí mismo.
—Bien, ven aquí —Al oír que venía a ver a Miguel, Julieta no se negó y aceptó inmediatamente.
Sin embargo, cuando Mateo llegó, todos sus pensamientos no estaban en Miguel y sólo miraba a Julieta.
A Miguel no le gustaba mucho. Sólo había tres personas que le gustaban a Miguel, una era Julieta, otra era su padre y la última era su tío pequeño, Mateo no era nada.
Aunque Mateo hubiera querido complacerle, no le importaba.
Mateo estaba a punto de marcharse tras sentarse unos instantes, pero Julieta le invitó a quedarse a cenar con ella. Hector no volvería esta noche, así que si Mateo no se quedaba, ella y Miguel se quedarían solos de nuevo.
Cuando Hector llegó a casa, Mateo acababa de salir y se despedía de Julieta con una suave sonrisa. En cuanto se dio la vuelta, vio a Hector, quieto y enfadado, detrás de él.
—Tío —Mateo bajó las cejas y bajó los ojos cuando ella le saludó amablemente.
—Hmm —Hector asintió, sin querer mirar a Mateo.
—El Sr. Velázquez ha vuelto. Acabo de hacer café con leche, ven a probarlo —Julieta tiró de Hector y se dispuso a caminar hacia la casa.
Mateo miró a Julieta con alegría en las cejas y no pudo evitar suspirar, pensando que al final seguía perdiendo contra Hector. Pero con tal de que Julieta sea feliz, está dispuesto a renunciar así como así...
Mateo perdió su alma y se fue, la luz detrás de él era estrellada y tan cálida, pero no tenía nada que ver con él.
No se dijo nada durante toda la noche.
Al día siguiente, Julieta y Hector salieron juntos, después de que ambos intercambiaran dulcemente un beso, se subieron a coches separados, Julieta iba al hospital y Hector al Grupo Velázquez.
Cuando Julieta llegó al hospital, su corazón latía con fuerza por el malestar, pero debido al nuevo drama, lo soportó, sólo que su cara estaba miserablemente blanca.
—Julieta, ¿estás bien? —Elena se dio cuenta del extraño aspecto de Julieta.
—No pasa nada —Julieta negó con la cabeza.
Obligándose a olvidar lo que había pasado, se concentró en escuchar lo que el médico le decía.
—Elena, volvamos —Julieta reunió sus emociones y le dijo a Elena.
—Oh, vale —Elena miró a Julieta cuando finalmente se normalizó y dejó escapar un suspiro de alivio. La Julieta de los momentos anteriores fue, en efecto, muy aterradora.
Cuando Julieta regresó a casa, seguía pensando en lo que había visto en el hospital y de vez en cuando se paralizaba.
Durante una semana, Julieta fue al hospital todos los días y se familiarizó con algunos de los pacientes de aquí, y pudo hablar con ellos de vez en cuando. Se llevaban bien, aunque cada uno decía lo que quería y ninguno podía entender al otro.
—Julieta, ¿estás segura de que no hay ningún problema? —Elena observó cómo el cuerpo de Julieta perdía peso rápidamente en sólo una semana y se preocupó un poco.
—Todo está bien —Julieta sonrió de forma exagerada.
—Julieta, dime la verdad, ¿hay alguna otra razón por la que no quieras asumir este drama? —preguntó Elena.
—No, ¿qué podría pasar? Como y bebo todos los días, no hay nada más que ganar peso. —Julieta hizo acopio de sus emociones y se disimuló de forma impecable.
—¿Estás segura?
—Sí —Julieta asintió.
Lo que no dijo Julieta es que el guión era bueno y el director también, pero después de leerlo empezó a tener pesadillas, y cuando soñaba a medianoche siempre pensaba en aquel incidente de hace cinco años.
Ella misma era como esa tonta pueblerina de entonces, sin saber quién era el hombre y sin quedarse con el bebé.
Últimamente había soñado que el bebé volvía a ella, quejándose de que no lo cuidaba....
Estas cosas estaban escondidas en su corazón. Al no poder hablar de ellos, sólo podía sufrir en silencio.
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