Papá, quiero que sea mi mamá romance Capítulo 145

—¿Todavía quieres caminar? —Hector tiró de Julieta para que se sentara bajo el alero y le pidió su opinión, mirando la lluvia que corría.

También fue una buena opción quedarse aquí y ver la lluvia junto con Julieta.

—Esperemos un poco. Es difícil llamar a un coche ahora —Julieta negó con la cabeza. Para protegerla, Hector ya tenía medio cuerpo empapado. ¿Cuándo se volvió tan miserable el gran jefe Hector? Su confusión de la mañana ya había desaparecido, sustituida por la dulzura que llenaba su corazón.

—De acuerdo —Hector asintió.

Nunca rechazó la petición de Julieta.

—No sé cuándo dejará de llover —Julieta miró la fuerte lluvia, que incluso hacía imprecisas las letras del cartel de la tienda de enfrente. El cielo se fue oscureciendo poco a poco y el viento añadió el frío.

Hector se quitó el traje y lo puso sobre los hombros de Julieta.

—Hector, depende de ti usarlo. Con el pelo mojado, cogerás frío —Julieta se negó inmediatamente.

—Úsalo —Hector apretó sus gruesas palmas sobre los hombros de Julieta, haciendo que ésta no pudiera rechazar su ropa.

Los dos se apoyaron así bajo el alero, observando tranquilamente la lluvia torrencial. Las luces de neón atravesaron el agua y se convirtieron en un hermoso arco iris.

Sin embargo, la tranquilidad de ambos se vio pronto interrumpida. No sólo estaban Julieta y Hector bajo el alero, sino también algunos transeúntes sin paraguas, así como un indigente.

El habitante de la calle parecía asiático. Se sentó allí con el pelo desordenado y la cara sucia, que era bastante miserable.

Mucha gente trató de evitarlo, despejando el espacio donde estaba sentado. Por casualidad, Julieta estaba cerca de él.

Julieta le echó una mirada y le pareció un poco familiar. Como su piel estaba ya tan sucia que no podía ver su color original, tuvo que identificarlo por sus rasgos faciales, que parecían asiáticos.

—¿Qué estás mirando? —Hector descubrió la extrañeza de Julieta.

—Vi a alguien conocido —Julieta respondió con sinceridad.

—¿Alguien lo conoce? —Hector levantó las cejas. Aparte de ellos dos, todos eran extranjeros. Ignoró al vagabundo sentado en el suelo.

—No estoy segura —Julieta se encontraba indecisa. Precisamente, esa persona no era realmente familiar, pues ella lo conocía, pero él no la conocía a ella.

—Así que puedes ir a preguntar. No pasa nada, aunque te equivoques —Hector parecía relajado.

—¿Realmente quieres que pregunte?

—Vamos. —Hector animó a Julieta. Una persona que podía hacerla dudar tanto era sin duda alguien importante para ella.

Con el estímulo de Hector, Julieta finalmente tomó la decisión. Se acercó al vagabundo paso a paso, se agachó lentamente y le miró directamente a los ojos.

—Hola, por favor, ¿es usted Glauco Magro? —preguntó Julieta con cuidado.

Glauco era un diseñador sensacional y muy conocido en el país. Comenzó su carrera en Estados Unidos y se convirtió en el diseñador jefe de LV en menos de un año. Después de trabajar para LV durante 3 años, renunció decididamente y fundó su propia marca con amigos. Sin embargo, por razones desconocidas, Julieta no ha vuelto a saber de él en esos dos años.

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