La sala VIP del hospital estaba totalmente equipada y, aunque no había necesidad de salir, a Julieta le parecía increíble. Si el mundo exterior supiera que el digno jefe del Grupo Velázquez está lavando los platos en la cocina, se quedaría con la boca abierta.
Julieta se apoyó en la puerta de la cocina y se rió al ver a Hector de pie frente al fregadero.
Ese tipo de Hector era un poco demasiado realista, lo que hacía que Julieta no pudiera apartar la mirada, y al mismo tiempo Julieta sentía que seguramente su hombre era el mejor y era un placer verlo lavar los platos.
Mientras Hector lavaba los platos en la cocina, el médico asistente vino a ver a Miguel.
—No hay nada grave, sus indicadores físicos son todos normales y puede recibir el alta hospitalaria mañana —el médico lo comprobó cuidadosamente y se lo dijo a Julieta.
—¿De verdad? Qué bien. —Julieta casi lloró de alegría cuando escuchó las palabras del médico. Después de sufrir durante tanto tiempo, Miguel pudo por fin salir del hospital.
—Hector, el médico ha dicho que Miguel saldrá mañana del hospital.
Julieta estaba feliz como una niña, bailando y compartiendo la buena noticia con Hector.
Hector asintió con una sonrisa.
—Gracias por su duro trabajo —Hector se dirigió al médico que lo atendía y le dio las gracias.
—Es mi deber —el médico respondió con cautela y salió de la enfermería con una sonrisa, quedando un poco aturdido por el agradecimiento del jefe.
Como Miguel pudo recibir el alta del hospital, Julieta estuvo de buen humor todo el día.
Al día siguiente, Orlando terminó los trámites de alta de Miguel antes de tiempo y llevó a los tres de vuelta a Barrio Lujo. Nada más llegar, vinieron Iván y Malena.
Hector no les contó a sus padres sobre la enfermedad de Miguel, pero Guillermo les reveló por casualidad la noticia. Cuando los padres de Hector se enteraron de que Miguel iba a recibir el alta, no fueron al hospital y vinieron directamente a Barrio Lujo para visitar a su nieto.
—Cariño, deja que la abuela te vea.
En cuanto Malena entró en la habitación, abrazó a Miguel con lástima en los ojos.
—¿Por qué nos ocultaste a mí y a tu padre que Miguel estaba enfermo y hospitalizado? —le preguntó Malena a Hector con enfado cuando vio que Miguel ya no estaba en graves problemas.
—Sí, ¿cómo puedes ocultarnos algo tan grande? —dijo Iván y tampoco estuvo de acuerdo con el comportamiento de Hector.
—Padre, madre, Miguel acaba de coger un resfriado y se ha recuperado —Hector les explicó a ambos.
—También hay casos graves y no graves de resfriados.
Los dos se sentían muy indefensos frente a Hector.
Miguel entró en los brazos de Julieta en un abrir y cerrar de ojos, y Malena miró a Julieta con la culpa brillando en sus ojos. Había visto el anuncio publicado por la Empresa Arotuo y sabía la verdad del asunto. Además, gracias a la ayuda de Julieta cuando Miguel estuvo enfermo, Miguel estuvo muy bien atendido.
Malena golpeó a Iván con el codo, haciéndole un gesto para que hablara. Iván tosió y dijo en un tono poco natural:
—Señorita Julieta, gracias por cuidar de Miguel.
—Eso es lo que debo hacer, siempre me ha gustado Miguel y estoy feliz de cuidar de él, no hace falta que seas tan educado —Julieta contestó amablemente, con un tono tranquilo, como si la última vez que los dos se burlaron de ella nunca hubiera ocurrido.
Iván se sintió muy incómodo y miró a Malena. Solía ser una figura poderosa, y si alguien le pidiera que tomara la iniciativa de disculparse con Julieta, se sentiría avergonzado.
—Julieta, la última vez Iván y yo te malinterpretamos, y espero que no lo tomes en serio —dijo Malena con expresión amable.
—Siento haberte hecho sentir mal.
Sabía que con el comportamiento de sus padres, este asunto no sería tan sencillo, y sólo Julieta sería la perjudicada.
Hector recordó que Julieta llevaba un tiempo enfadada con él. En aquel momento pensó que Julieta causaba problemas de forma irracional, pero ahora se dio cuenta de que era por este incidente y se sintió muy apenado al pensar que no sólo no la consoló, sino que tuvo una guerra fría con ella.
—No lo volveré a hacer —prometió Hector con voz suave a Julieta, y sus brazos alrededor de Julieta se estrecharon.
Siempre hacía promesas, pero siempre eran incumplidas por otros, y no sabía cómo enfrentarse a Julieta.
—Muy bien, te creo —Julieta asintió y se inclinó en los brazos de Hector, sintiéndose feliz.
Después de este incidente, su relación no sólo no se vio afectada, sino que se fortaleció.
Después de eso, Miguel se recuperó por completo. Como había estado tanto tiempo en el hospital, Julieta sintió que estaba a punto de perder su vitalidad, así que Hector planeó llevarlos a relajarse. Miguel bailó de alegría cuando supo que iba a divertirse con sus padres.
Por muy maduro y sensato que se comportara Miguel, seguía siendo un niño, y la naturaleza de un niño nunca cambiaría.
A las diez de la mañana, los tres llegaron a la entrada del parque de atracciones y al bajar del coche, atrajeron la atención de los turistas porque los tres parecían muy atractivos. Aunque Julieta llevaba una máscara y un sombrero y no se le podía ver la cara, su buena figura también llamaba mucho la atención.
Hector hizo los preparativos con antelación, y Orlando ya había comprado las entradas y los estaba esperando en la puerta.
—Gracias, Orlando —Julieta agradeció en un tono cortés.
Orlando dio un paso a un lado y dejó de molestar a los tres.
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