PECADO DEL DESEO romance Capítulo 8

—Selena...

Kenneth me mira aturdido, un destello de emoción brilla en su rostro pálido. Sus labios tiemblan levemente y esboza una sonrisa.

—Tú... ¿de verdad estás dispuesta a darme un bebé?

Me siento triste, su cara me hace sentir culpable. Soy su esposa, es mi deber darle hijos, pero ahora parece que le estoy haciendo algún favor grande.

No sé por qué, cuando pienso en tener un bebé, siento alguna especie de incomodidad indescriptible en mi corazón.

—¡Selena, me alegro mucho de escuchar eso! —dice con una sonrisa tan sincera que no puede ser fingida.

También me alegro de que le pueda consolar. No está mal darle un bebé, al menos, es algo que le puedo dar a cambio de la amabilidad que me ha dado a lo largo de los años.

—Por cierto, una cosa más... En cuanto a Clyde...

Su tono me da un vuelco en el corazón.

—Cly... ¿Clyde? ¿Qué pasa con él?

—Solo espero que no se lo tengas en cuenta.

Hay alguna emoción seria en sus ojos.

—No lo sabes, desde pequeño ha tenido mucho cariño a nuestra hermana... Cuando Kath tuvo ese accidente, se llevó un golpe tan fuerte como a papá y mamá.

—Selena, ¿puedes comprenderle? En realidad, Clyde me da mucha pena. A menudo lo veo en el estudio, mirando la foto de cuando éramos niños... Nos da mucha consideración y siempre ha hecho todo lo posible por mí y por Kath.

—Selena, sé que siempre te ha malentendido y te ha sido irrespetuoso... Pero se le pasará con el tiempo. No se lo tengas en cuenta, ¿de acuerdo?

No sé qué decir y al instante soy una tormenta interna de emociones enfrentadas.

Kenneth no sabe cómo su buen hermano me tortura a sus espaldas. Sin embargo, para tranquilizarlo, asiento con la cabeza y apoyo la cara en su rodilla.

Acaricia mi cabello con suavidad... No sé cómo decir lo que siento ahora.

Estoy agradecida con Kenneth, él es el único de esta familia que me protege sinceramente, pero a la vez siento que mi corazón se está quedando sin vida poco a poco. Ese dolor como alguien cortándome la piel lentamente tal vez lo tenga que llevar conmigo toda la vida.

Y, la familia Santalla será una pesadilla de la que nunca podré escaparme.

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