Clyde me tira al suelo, sé lo que va a hacer, entonces tenso mi cuerpo y cierro los ojos. No hago nada, y solo dejo que mi silencio luche por mí.
Clyde aprieta mis hombros con fuerza y el suelo duro y frío me golpea la espalda. Rompe violentamente mi ropa, mete la mano para pellizcarme e incluso se inclina a morderme el pecho como un lobo feroz.
¡Quiere que me duela! ¡Lo sé!
Siempre ha tratado mi cuerpo como un campo de batalla al que devastar, humillar y conquistar. Solo quiere escuchar mi suplica de piedad y mi doloroso llanto.
¡Pero no! ¡No voy a decir ni mu!
Me muerdo el labio, pero aun así guardo silencio. Clyde jadea con fuerza y sus ojos se ponen sonrojos… Me penetra un dedo ferozmente, al instante mi cuerpo se encoge y el dolor insoportable me hizo perder la cabeza.
Entonces, muerdo su hombro con fiereza.
Ruge y me empuja, veo que hay ira en sus ojos, pero también una lástima que me sorprende.
Agarro mi ropa y me encojo en un rincón. ¡Imposible, he visto mal! Cada vez que hago algo así con Clyde, tengo alucinaciones, en las que Clyde me trata con ternura, pero en realidad, solo es una bestia furiosa.
—Selena —Después de mucho tiempo, llama mi nombre con su voz ronca.
En ese momento parece haberse calmado. Está sentado en el suelo con su ropa ordenada, apoyando la cabeza contra la pared, traga saliva.
—Cuando lleguemos a casa, diles que el médico se ha equivocado. No estabas embarazada ni intentabas huir, solo estabas de mal humor por el resultado verdadero, querías salir a dar una vuelta y yo te recogí de camino… ¿me oyes bien?
—¿Qué? —Me quedo atónita.
—Haz lo que te he dicho, ¿queda claro? —Se endereza y me fulmina con la mirada.
Con eso, Clyde se pone de pie, baja las escaleras y se sirve una copa de vino en el salón.
Yo está un poco perdida y lo sigo con cautela.
—¿Duele? —pregunta tocando la herida de mi boca.
Inconscientemente evito su mano y niego con la cabeza.
—No debes mentirme, Selena —él bebe el vino de un tirón y suelta esa frase.
Una expresión de soledad que nunca he visto aparece en su rostro, que me asombra mucho.
¿Le importa mucho ese bebé? O… ¿solo le importa que le mienta?
—Mataste a mi hermana. No dejaré que te vayas de la familia Santalla hasta que descubra la causa de la muerte de mi hermana… Tranquila, cuando la verdad salga a la luz, ¡morirás de las peores formas!
Al terminar, él empuja violentamente y la botella de vino cae al suelo.
Ante sus palabras, mantengo en callada.
«Este es el Clyde que conozco…» Sonrío amargamente, ahora estoy más segura de que el destello de lástima, ternura y soledad solo son alucinaciones mías.
—Vete a casa —Clyde deja la copa, suelta estas palabras con frialdad, toma su abrigo y camina hacia la puerta.
Me aliso la ropa, pero los botones han desaparecido, además y la ropa está destrozada como mucho tapa mi sujetador.
Me abrazo y le sigo a Clyde hacia la puerta, pero hay una persona afuera…
En ese momento, la sangre de mi cuerpo parece congelarse, mi respiración se detiene, y miro fijamente al hombre frente a mí… Está con las muletas y sus ojos están llenas de sospecha, la cuál se clava en mi corazón como una aguja.
—Ken… Kenneth… —balbuceo y lo llamo por su nombre, con una voz tan débil que ni siquiera yo lo escucho.
—Selena —Kenneth me mira, luego a Clyde, y frunce el ceño—. ¿Por qué estáis aquí? ¿Qué le pasa a tu ropa?
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