PECADO DEL DESEO romance Capítulo 21

Siento que mi mundo se desmorona.

Esta es la primera vez que veo a Kenneth mirándome con tanta desconfianza. No solo desconfianza, sino también decepción, enfado, humillación… Todo esto mezcla en esos ojos que originalmente eran limpios y sencillos.

Quiero agarrar su mano, pero tan pronto como la extiendo, mi sujetador se expone junto con los chupetones que Clyde acaba de dejar en mi cuello…

Parece haber ira destellando en los ojos de Kenneth.

—Vosotros… —Su respiración está agitada y ni siquiera puede terminar la frase.

—¡No es lo que crees, Kenneth! —Me apresuro hacia él para explicar— Escúchame…

—¡No me toques! —Kenneth está histérico y me aparta la mano con severidad. Ya de sí está inestable, haciendo fuerza, su cuerpo pierde el equilibrio y cae hacia un lado.

Clyde lo sujeta a tiempo.

Obviamente, Clyde también se sorprende un poco con la llegada de Kenneth, hay un destello de nervios en su rostro, pero rápidamente recupera la calma.

—Kenneth…

—¡No me llames! —Kenneth da un paso atrás y grita—. No esperaba que le hicieras tal cosa a Selena…

—No es lo que ves, Kenneth —explica Clyde con ceño fruncido.

Mis ojos se encontraron con él por un instante, y en ese mini segundo, mi corazón tiembla sin razón.

—Kenneth —susurra Clyde—. Hablemos dentro.

—No hace falta entrar, ¡hablemos aquí mismo! —Kenneth está muy alterado—. ¿Qué pasa? ¿Os da miedo que los vecinos se enteren? ¿Sentís vergüenza? Ya que os atrevéis a hacer algo tan sinvergüenza, ¡no tengáis miedo de que todos os critiquen!

No consigo calmarme. Sabía que algún día se enterarían, y finalmente ha llegado este día… Pero me toma por sorpresa… Sinceramente, no quiero hacer daño a Kenneth y tengo miedo de convertirme en la culpable de la familia Santalla después de que esto se divulgue.

Si eso pasa, me echarán y volveré a los días sin donde vivir ni qué comer. Ya no seré la señora Santalla, y toda la sociedad me considerará una putilla que ha seducido a su cuñado.

Entonces, no solo lo perderé todo, sino que mis quince años también habrían sido en vano.

¡No puedo dejar que eso ocurra!

Desesperadamente tomo a Kenneth del brazo, dejo que me empuje y me golpee, pero no lo suelto. Cuando me abofetea, siento que me arde la cara y oigo zumbidos.

Lo miro increíble.

El Kenneth que una vez me consideró un tesoro ha desaparecido. Ahora, de su rostro enojado, solo descifro que me llama «puta» en su interior.

—Kenneth… —rompo a llorar—. ¿Puedes darme unos minutos? Prometo que te lo contaré todo…

—No hace falta ni unos minutos, te lo puedo explicar ahora.

Clyde se acerca con expresión fría y pone una mano sobre el hombro de Kenneth.

—Kenneth, Selena no está embarazada, el hospital se ha equivocado. Selena estaba de mal humor por el tema, así que se ha comprado un billete para salir a tomar el aire, pero como tenía miedo de que le pasara algo, he ido a traerla de vuelta.

—Ella… se cayó, por eso la traje aquí para que se bañara y se cambiara de ropa. No esperaba que vinieras.

—Ja, ¿no te lo esperabas? —Kenneth se burla—. ¿No esperabas que apareciera interrumpiendo vuestro polvo?

—Kenneth…

—¡Clyde! —ruge Kenneth con los labios temblando—. No digas más, no me voy a creer nada de lo que digas… ¡Soy cojo, pero no ciego! ¿Te crees que no sé cómo miras a Selena?

Un escalofrío me estremece.

—¡Ahhhh!

Después de su grito, se inclina y recoge las muletas, se tambalea hacia mí con rostro hosco y ojos enrojecidos, y me golpea la espalda con las muletas.

Caigo al suelo, y él me da un golpe de nuevo. Me quedo estupefacta sin saber cómo reaccionar. Cuando vuelvo a mis sentidos, veo a Clyde protegiéndome.

Su figura alta y robusta de repente me da una sensación de tranquilidad. Me escondo detrás de él y tiro de sus pantalones temblando, de pronto lloro a lágrima viva.

Kenneth quiere golpearme de nuevo, pero Clyde se le sostiene la muñeca con fuerza y dice con una voz fría:

—Kenneth, cálmate. ¡Golpearla no resolverá nada!

—Claro… no puedo solucionar nada golpeándola… —Los ojos de Kenneth se tornan extraños, sus ojos se abren más de repente y dice—. ¡Entonces te golpeo a ti!

—¡Kenneth!

Cierro los ojos con fuerza y, en un instante, como si algo explotara en mis oídos… escucho el grito de Kenneth, seguido por el sonido amortiguado de algo ​​rodando por las escaleras.

¡Boom!

El tiempo se detiene.

En ese momento reina el silencio y puedo escuchar mi respiración turbulenta y los latidos de mi corazón.

—Ken… Kenneth… —Me apresuro a levantarme, y la escena en este momento me deja completamente conmocionada.

Kenneth acaba de rodar por las docenas escalones y ahora está inconsciente.

Por debajo de su cabeza empieza a fluir lentamente un charco de sangre…

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: PECADO DEL DESEO