Siento con claridad que Kenneth se pone rígido.
Su respiración se altera y pierde el equilibrio. Yo pongo mis manos detrás de su espalda y abrazo su cuerpo.
Sé que no estoy abrazando a un hombre ni a mi esposo, lo que estoy abrazando solo es una culpa y una compensación. Me regaño por dentro: «Selena, ¿qué estás haciendo? ¿Qué es Kenneth para ti? ¿Tu segunda opción?».
Pero aun así no quiero soltarlo.
Kenneth empuja mi hombro con ligereza. Mis ojos se abren un poco y lo miró. Su rostro asombrado está lleno de incredibilidad.
Me mira sin parpadear, y tras largo rato, de repente sonríe como un niño que por fin ha conseguido los dulces que tanto ansia.
la lágrima derramo porque siento que le debo mucho.
Me lanzo a los brazos de Kenneth después de que Clyde me insulta y me desprecia.
¡Cómo puedo ser tan mala!
Sé que no es justo para él, pero ahora solo me queda él. Ya no puedo obtener amor del Clyde, Kenneth es mi última esperanza, o acabaré como en mi sueño, donde caigo hasta el infierno.
—Selena… —dijo en voz baja y emocionada—.
—¡Kenneth! —Lo miro—. Kenneth, soy tu esposa, ¿no es normal que nos besemos?
—Sí.
—Lo siento por haberte ignorado.
—No, no, ¡no digas eso! —Inmediatamente me tapa la boca—. Selena, es mi culpa… Soy una carga para ti. Si fuera un hombre sano, te habría dado una vida muy feliz, pero…
—Me gusta como eres. —Me echo a sus brazos, escuchando los latidos de su corazón.
Estos latidos débiles no laten con tanta fuerza como los de Clyde, no son tan erráticos como los de Clyde. Pero lo sé, este corazón me pertenece por completo. En este mundo no hay nadie más que me trataría tan bien como Kenneth.
—Kenneth, siempre soy tu mujer. Estoy muy feliz, de verdad…
Cuando se caen las lágrimas, siento que mi corazón se está muriendo poco a poco. Decido enterrar mi alma sucia junto con mi amor absurdo en ese sueño inexplicable.
Después de ese día, rara vez veo a Clyde. Está muy ocupado con el trabajo de la empresa. Cuando llega a casa solo pasa veladas trabajando en el estudio.
Trato de contener mi preocupación por él, pero no sirve de nada. Inconscientemente redacto un mensaje de «No te quedes despierto hasta muy tarde».
Lo leo varias veces y, al final, no soy capaz de darle a enviar. Solo puedo borrarlo palabra por palabra. Entonces entro en la cocina, preparo la cena que le gusta y la pongo allí en la mesa. Luego me escondo en la habitación. Conteniendo la respiración, escucho cómo abre la puerta, sus pasos, sus masticaciones y cómo devora la comida…
En ese momento, me siento complacida sin razón.
Sin embargo, allí está mi juicio preguntándome: «Selena, ¿qué te pasa? ¿No has decidido enterrar tu amor?».
Sí, Kenneth es mi esposo. Debo ser fiel a mi esposo…
Así que empiezo a evitar a Clyde más deliberadamente. A veces, cuando nos encontramos en la mesa de la cena, me agacho la cabeza para no mirarlo. Y, como para actuar ante toda la familia, le pongo comida en el plato de Kenneth. Quiero aparentar que somos una pareja enamorada.
Kenneth siempre sonríe feliz como si estuviera diciendo a todos lo considerada que soy cuidándolo.
Luego de eso, Clyde apenas vuelve a casa y no sé lo que está haciendo. Más tarde, las sirvientas me contaron una noticia: Clyde está a punto de comprometerse con la señorita de la familia Franco, Sheila Franco.
No sé cómo describir lo que siento en ese momento.
Estoy sentada allí como una boba. Me siento dolorida como si mi corazón se ha hecho una pequeña herida, y luego alguien apuñala esa herida sin ninguna piedad, hasta que todo queda ensangrentado.
***
La fiesta de compromiso de Clyde se lleva a cabo en el hotel de cinco estrellas más lujoso de la Ciudad Río. La gente que viene es de la clase alta. Yo no quería estar presente en tales ocasiones, pero esta vez me veo obligada a asistir porque es un evento muy importante para familia Santalla.
Llevo un vestido blanco ordinario. No llevo más accesorios aparte del lirio que hay atado en mi muñeca.
Intento pasar lo más desapercibida posible e irme a casa una vez que termine la fiesta. A mitad de la fiesta, voy al baño. Para mi sorpresa, tan pronto como salgo, alguien me agarra de la muñeca y me presiona contra la pared.
Clyde se queda asombrado, pero en seguida se ríe en burla, y luego las risas se convierten en carcajadas.
—¿Mi hermano ya ha conseguido domarte? ¡¿Te vas a quedar con él para siempre a pesar de que no puede darte sexo?!
Acaricia un poco mi cabello desordenado con su mano.
—¿Os habéis acostado en este tiempo? ¿Sigues con la idea de darle un bebé?
Giro la cara y no hablo.
Aprieta mi hombro abruptamente, y una voz de bestia ruge en mi oído:
—¡Respóndeme!
El fuerte dolor me llega desde los hombros hasta mi corazón, y mi última cordura se viene abajo.
—¡Sí, quiero estar con él para siempre! —grito llorando—. ¡¡Soy su esposa, mi deber es acompañarlo por el resto de mi vida y darle un bebé!!
Clyde ahora mismo muestra una expresión aterradora. Sus ojos son tan agudos como los de un lobo feroz.
Está encima de mí y me quita el vestido como una fiera. Me besa y su lengua recorre por toda mi boca. Su aliento baja hasta mi clavícula y poco a poco baja más. Su respiración cae en mi pecho. Más tarde, levanta mi sujetador y acerca sus dedos a mis senos. Una mano tira de mi pezón mientras la otra desciende por mi ombligo y llega hasta mis bragas.
Gimo y siento que mi cuerpo empieza a arder, sobretodo mis entrepiernas.
—¿Te gusta? Ja, sí que eres una putilla.
Inclina su cabeza hacia mi pecho y lame el pezón que está hinchada y dura por su tiro de antes. Lo chupa como un niño sediento, produciendo sonidos que ruborizan.
¡Es vergonzoso reconocerlo, pero estoy húmeda!
Me baja las bragas. Me acaricia las entrepiernas y mete un dedo. No puedo dejar de jadear. Un vacío interior está tomando poder de todos mis sentidos. Saca el dedo y siento su erección rozando en mi sexo. ¡De repente! Un gran dolor me deja sin aliento. Me bloquea en el sofá y me embiste ferozmente una y otra vez…
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