PECADO DEL DESEO romance Capítulo 4

—¡Nooo!

Veo la luz feroz en los ojos de Clyde,y... el deseo imparable que se esconde detrás de la luz feroz.

Siento un mal presentimiento al instente, recordando lo de anoche, hago todo lo posible por empujarlo y golpearlo, tratando de huir de él.

—¡Ven aquí! —él grita. Cuando llego a la puerta, se adelantó a mí y cerró la puerta con un portazo.

Sus manos agarran mis muñecas y me presiona contra la puerta con fiereza.

—¡No, Clyde! —Entro en pánico, pero no me atrevo a gritar en voz alta, por temor a alertar a Kenneth—. Qué... ¿Qué es lo que quieres?

Pero siempre pasa lo que menos esperas: la voz de Kenneth suena fuera de la puerta.

—Selena, ¿te has tratado la herida? ¿Cómo estás?

Abro la boca para responderlo pero Clyde me quita la voz con su beso.

Su lengua me está enredando en la boca y no puedo respirar. Después, cuando me estoy mareando por el beso, de pronto mete la mano en mi falda y me quita las bragas...

—No...—me resisto en voz baja, casi llorando— No, Clyde... Clyde, te lo ruego, no...

—¿Mi hermana también suplicó así a los secuestradores? ¿Acaso la dejaron ir?

Me quedo en silencio y aprieto los labios con fuerza.

De repente, me penetra a la fuerza... ¡Maldita sea! El dolor desgarrador invade cada uno de mis nervios. Clyde pone mis piernas alrededor de su cintura, y cada vez que se mueve, mi espalda toca la puerta.

Está callado, pero sus embestidas son cada vez más despiadadas... Y muerdo mi labio para evitar gemir.

—Muy sufrida... —Clyde se ríe entre dientes en mi oído—. ¡No escucho ni jadeos ni gemidos! ¡Parece que aún no te he satisfecho!

Luego, empuja con fuerza de repente, el inmenso dolor me llega como una ola furiosa y le muerdo el hombro.

—¡Perra! —Me pellizca la barbilla con tanta fuerza que no puedo moverme y no me atrevo a emitir sonidos.

El miedo a la asfixia y a la muerte me envuelve por completo como una oscuridad sinfín.

Escuchando la conversación entre los dos hermanos, mi corazón está inquieto.

—Kenneth —Clyde sonríe y dice—, ¿Buscando a Selena?

—Sí, ¿no está aquí?

—Lo único que vi cuando subí fue el botiquín sobre la mesa, no la vi a ella aquí. Probablemente fue a dar un paseo por el jardín.

Me estremezco detrás del sofá. Todo mi cuerpo parece desmoronarse, el dolor me come de dentro a fuera... «Clyde, ¡¿por qué no te vas a la mierda?!»

Miro la puerta en silencio y veo que Kenneth se va en su silla de ruedas. luego, los pasos pesados de Clyde se acercan de nuevo.

—Vuelve a la habitación y límpiate.

Me mira con frialdad, sus ojos se ponen entre mis piernas, y muestra disgusto al ver las cosas pegajosas de que él mismo ha dejado.

—Papá y mamá llegarán por la tarde —dice Clyde—. No Hace falta que te recuerde cómo tienes que comportarte, ¿verdad?

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