PECADO DEL DESEO romance Capítulo 42

Kenneth parece lo haber esperado, ligeramente se curvan las comisuras de la boca y se sienta en el sofá, me mira con desprecio,

—Dímelo.

Me quedo allí, pensando en palabras adecuadas.

—¿Qué, no puedes decirme? Entonces, te lo digo, Ian es policía, y Clyde solía decir a todo el mundo que no puedes deshacerte de la muerte de Katherine... Mira, como él esperaba, Ian realmente te investiga, ¿es así?

Me sorprendo, mi cuerpo estaba rígido parada en mi lugar sin poder moverme.

—¡Dime!

Me mira fijamente, presionándome paso a paso,

—¿Es eso cierto? ¿Qué encontró Ian? La persona que secuestró a Katherine en eso momento podría ser...

—¡Kenneth!

Le impido continuar.

Voy a cerrar la puerta y la ventana, estoy sudando frío en pleno verano.

Estoy pensando en cómo decirle... Pero no entiendo por qué Kenneth toma estas fotos, ¿está tratando de amenazarme?

—Kenneth —le digo con la mayor calma que puedo—, dejamos de pelear, no sé por qué me estás siguiendo, pero realmente no soy lo que piensas de Ian...

Me muerdo el labio,

—Kenneth, no me ocultas... ¿Te acuerdas de todo? ¿Recuerdas me viste con Clyde ese día?

Arroja su muleta y rompió un jarrón en el armario con un sonido fuerte.

Me estremezco.

Me mira con una expresión viciosa que veo por primera vez en la cara de Kenneth.

—Oye, no me digas ese día, ¡estoy repugnante cuando lo pienso! —dijo con crueldad—, ¡Selena, realmente eres tan capaz! ¿Olvidaste que yo era tu esposo? ¡Hemos tenido una boda!

Tiemblo por todas partes, como yo espero, realmente recuerda todo.

De esta forma, ¿no se convertirá mi relación con Clyde en una bomba de tiempo?

—Selena, no hables de nada más, ¿cómo te traté desde eras una niña?

Gira la cara, su pecho subía y bajaba por ira.

—Eres muy bueno conmigo, me temo que en la familia Santalla nunca encontrará a otra persona que me trate como tú —digo con voz baja.

—Pero ¿cómo me tratas?

—Kenneth...

Provoca la culpa en mi corazón de nuevo.

Bajo la cabeza, sin saber cómo responderle. Todo está perdonable que se siente enojado, que me odia. Soy yo quien no puedo controlar mi amor primero, y lo traiciono primero.

—Lo sé que estás enamorado de él, y a él también le gustas —dijo con frialdad—, no quiero pensar en lo que pasó entre vosotros dos... Pero esto no significa no me importa. ¡Sois traidores, deberíais hundiros en el infierno!

—¡Kenneth, deja de hablar!

Entro en pánico,

—¿Qué quieres?

Kenneth guarda silencio durante mucho tiempo.

Nunca fuma, pero rompe la rutina ese día. El olor a humo llena la habitación y me marea.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: PECADO DEL DESEO