Pedido de Amor romance Capítulo 160

Los dos estaban hablando y caminando cuando de repente oyeron advertencias de gritos detrás de ellos.

Los dos miraron inconscientemente hacia la dirección, sólo para ver una furgoneta negra que se dirigía hacia ellos, ¡a toda velocidad!

—¡Cuidado!

El peligro llegó demasiado de repente y Alberto se quedó aturdido, y justo cuando iba a tirar de Selena, ésta le dio una patada.

Alberto no tuvo tiempo de reaccionar, pero sus ojos no dejaban de posarse en Selena, sólo que quería salvarla pero no tenía ninguna posibilidad.

Ante el repentino peligro, la mente de Alberto se quedó en blanco, pensando que Selena podría dejarle para siempre.

Sin embargo, justo cuando se preocupaba por Selena, de repente la vio saltar y rodar hacia delante para evitar la furgoneta fuera de control.

—Dios mío, es tan rápida para reaccionar.

—Es realmente increíble, la furgoneta fuera de scontrol se habría matado si su reacción hubiera sido más lenta.

—¡Realmente es genial!

—¿Está todo bien la chica?

El público no dejaba de elogiar a Selena por su agilidad.

Alberto corrió rápidamente hacia Selena, la miró de arriba abajo y le preguntó nervioso.

—¿Selena? ¿Estás bien? ¿Quieres que te lleve al hospital?

Estaba tan preocupado por Selena que incluso había un temblor en su voz.

—Sí, está bien, estoy bien —Selena negó con la cabeza—. Está bien, soy tan ágil, no puede chocar contra mí de ninguna manera, ja, ja, ja...

Dijo con una sonrisa mientras miraba la furgoneta negra sin marcas que se alejaba a toda rapidez.

El obejto de la furgoneta fue ella.

Pero entonces, ¿quién intentaba matarla?

Ella podía adivinar el verdadero culpable sin siquiera pensarlo, pero Laura estaba ahora a punto de casarse con Aaron.

¿Por qué no la dejaría en paz?

—¿Qué estás mirando? Estoy hablando contigo —preguntó Alberto, preocupado.

—¿Eh? No, nada.

Selena sacudió la cabeza y maldijo sin cuidado:

—¿Está loco el dueño de este coche?

Lo dijo deliberadamente, pues no quería que Alberto pensara que el coche iba a por ella.

Alberto la había ayudado demasiado desde que llegó a la Ciudad Azul como para que le diera más problemas.

—¿Es así?

Alberto inclinó la cabeza hacia el sedán que se desvanecía, reflexionando:

«¿Sólo un accidente? No. El coche se dirigía claramente hacia Selena, ¡pero la tonta no lo vio venir!»

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