Pedido de Amor romance Capítulo 180

Como futuro heredero de la familia Tamayo, su esposa debía estar a la altura de las circunstancias, provenir de una familia decente.

Esta era la regla.

Regañado por Selena, Aaron no dijo ni una palabra.

—Gira a la derecha, a Buena comida de Paco —Selena le mandó.

El coche se detuvo, los dos se bajaron y fueron directamente a Buena comida de Paco.

Es la 1 de la madrugada y no había mucha gente en el humilde restaurante.

Los dos se sentaron fuera, pidieron un guiso y pinchos al azar, pidieron dos docenas de cervezas y se las bebieron.

Un puesto de comida tan humilde, Aaron nunca había estado en uno y hasta se sentía un poco sucio estando en tal lugar.

Pero por alguna razón, ahora no lo parecía así.

Mientras que la persona sentada frente a ella fuera ella, todo sería maravilloso.

Selena abrió dos cervezas, le entregó una a Aaron y luego tomó una para ella, levantó la cabeza y llamó al dueño del puesto en voz alta:

—No sabe bien la cerveza, danos dos botellas de alcochol con alta concentración en su lugar —murmuró Selena con desgana, quizá molesta por el estado de ánimo de Aaron.

El dueño contestó que sí y les trajo dos botellas de alcohol.

Aaron tomó un solo sorbo, el alcohol de mala calidad le pareció acre y desagradable en la boca.

Pero tampoco era exigente y acompañaba a Selena a beber en silencio.

—Aaron, eres tan molesto como tu prometida, que con el poder, quiere intervenir en la vida de los demás.

El alcohol era fuerte y picante.

Selena tomó unos tragos y señaló a Aaron y empezó a regañar al hombre.

Este escuchó las palabras de Selena y no supo qué responder.

Aaron frunció el ceño al ver los pinchos, que estaban llenos de condimentos, pero no hizo nada al respecto.

Al ver su cara de asco, Selena le dirigió una mirada inexpresiva:

—Qué estás mirando, prueba. No son venenosos, ¿no puedes comerlos?

Cogió una brocheta de cordero y se la dio a Aaron:

—¡Toma, pruébalos, te prometo que no te vas a morir por comerlos!

Por alguna razón, estaba enfadada con Aaron por parecer tan superior.

Aaron sintió un poco de repulsión, dudando por un momento antes de finalmente extender la mano para tomar un bocado del pincho de cordero que ella le entregó.

En la boca, un tufillo a condimento y luego unos mordiscos creía que era un sabor extraordinariamente distintivo.

Se dio cuenta de que no era de extrañar que a tanta gente le gustara la barbacoa, resultaba que tenía muy buen sabor.

—¿Cómo sabe, está delicioso? —preguntó con una inclinación de cabeza.

Aaron asintió:

—Sabe bien.

—Ya te he dicho que no es venenoso, ¿por qué no puedes comerla?

Selena sostuvo un pincho en una mano y levantó a la copa en la otra, brindando con Aaron:

—Toma, salud, y te felicito por adelantado por tu boda...

—Vale.

—Aquí, otro brindis para ti. Eres mi hermano y eres rico, pero recuerda, paga la cuenta mañana.

—Bien.

—¿ Aaron estás mudo, o que no puedes hablar o qué? No es divertido charlar contigo.

—¿De qué quieres hablar?

—Ya no quiero hablar más contigo, eres muy molesto.

Selena se puso furiosa con Aaron y bebió en silencio.

Dentro de poco, los dos se terminaron cuatro botellas de alcohol de alta concentración, y ella le pidió unas cuantas botellas más.

Como ya era el otoño y hacía un poco frío por la noche.

Los pensamientos de Aaron eran contradictorios, y cada vez que miraba a Selena, su corazón se sentía como si estuviera atascado con una piedra, lo que hacía que se sintiera extra angustiado.

Así, se le despertó la sed de alma poco a poco mirando a la bella emboracha en la cama

Se inclinó sobre ella y la rodeó con sus brazos.

La mujer se dio otra vuelta para quedar de cara a Aaron, con las piernas apretadas contra las suyas, su cabecita rozando el pecho de él, encontrando un ángulo cómodo y volviéndose a dormir.

El tenue aroma de la mujer permanecía en sus fosas nasales, y mientras Aaron la sostenía, sentía que su cuerpo se calentaba cada vez más, con un deseo incontrolable de poseerla con frenesí.

Se inclinó, miró sus labios rojos y se inclinó para besarlos.

Sus labios eran suaves y dulces, lo que le hizo excitarse más.

—Ve ...vete ...

Selena murmuró y volvió a dormirse.

Aaron soltó a la mujer y le acarició la cara y no pudo evitar decir:

—Selena, después de mañana, te llevaré al otro lugar, ¿de acuerdo?

Si a Selena le gustara, se casaría con ella sin duda a pesar de las objeciones de todos.

Pero, no, a Selena nunca le había gustado.

En todo caso, Aaron no podía soportar forzarla por sus propias razones egoístas.

No quería ver a Selena deprimida.

Pero tampoco quería someterse al tormento emocional y a la devastación que temía que un día fuera incapaz de contenerse para herirla.

Por lo tanto, la mejor manera sería enviarla lejos.

Aaron tenía cada vez más claro que sus emociones se estaban descontrolando cuando estaba con Selena.

—No... no ...

La mujer en sus brazos no sabía si estaba murmurando o si entendía sus palabras y realmente le espondió.

—¿Sabes ... que si sigues quedándote, un día te haré daño?

El hombre pronunció las palabras ocultas en su corazón, y sólo se atrevió a decirlas cuando ella dormía.

—Si... si Laura no me hubiera salvado en primer lugar; si yo no hubiera estado borracho en ese viaje al País C y ella no hubiera estado embarazada, no me casaría con ella de ninguna manera.

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