Pedido de Amor romance Capítulo 28

—¡¿Aaron?!

Selena ya lo estaba pasando mal y fue sacudida así por él, se puso aún más mareada.

Aaron cerró la puerta y con su rostro frío se fijó en Selena.

—Te advertí que te alejaras de Alberto. ¿Estaba sorda o qué?

Frotándose el pecho, Selena estaba algo mejor, miró al hombre y levantó una sonrisa.

—Vaya, Aaron, ¿quién eres tú para decirme que haga lo que tú quieras? ¿Eres mi pan de cada día o nos hemos casado? Dices que no estoy cualificada, ¿y tú?

Selena, se armó del valor y con sus delgados dedos pinchó el pecho de Aaron, pareciendo que estaba muy enojada.

—Eres rico, poderoso y sobresaliente. ¡Pero eso no significa que puedas manipularme a tus antojos! Te acostaste conmigo hace unos días, y en un abrir y cerrar de ojos estás comprometido con Laura. ¡¿Quieres que mi bebé nazca llamando a Laura “mamá”?!

Selena apartó a Aaron con rabia y habló muy emocionada:

—¿Algunas vez me has respeto la voluntad? ¡¡¡Este es mi bebé, mi bebé!!!

Finalmente, los ojos de la testaruda se humedecieron y las lágrimas brotaron sin cesar.

Con lágrimas en los ojos, temblaba de rabia.

Aaron retrocedió un poco por el empujón repentino de la mujer.

Cuando volvió a mirar a Selena, ésta ya estaba llorando.

Y él no podía refutar sus palabras.

—Aaron, escúchame bien, aunque me muera, ¡no permitiré que nazca este bebé! —señaló a Aaron y pronunció con claridad palabra a palabra.

Fue la primera vez que Aaron veía a Selena tan enfadada desde que la conoció.

No mencionó nada de dinero, ni le pidió nada de las condiciones, sino sólo le dijo que no permitía que su bebé llamase a otra mujer “mamá”.

—¿Me lo has prometido y crees poder arrepentirte? —le dirigió a Selena una mirada arrogante con el rabillo del ojo—. ¡No creas que puedes ser arrogante para gritarme sólo porque está con ese Alberto!

Aaron le sujetó la barbilla y la levantó ligeramente hacia arriba:

—Recuerda que ni tú ni Alberto tienen derecho a criticarme.

Se miraron fijamente durante un buen rato antes de que él siguiera hablando:

—Me pediste que investigara el caso del accidente de tus padres y lo he hecho. El material está en mi despacho. Después de que te traslades a la Villa Tamayo, te daré toda la información del caso, así como, dejaré al médico proceder la operación de tu padre.

Selena finalmente cerró los ojos, ocultando la desesperación y la tristeza en sus pupilas.

Ahogando un sollozo, dijo:

—¿Esto es justo para mí?

El hombre la soltó, levantó la mano para acarició su pelo, como si acariciara a una mascota y dijo sonriendo:

—En el mundo de los adultos, no existe la justicia absoluta. Si quieres equidad, pues sé más fuerte.

Le dio una palmadita en la mejilla.

La cara de Selena, manchada de lágrimas, se convirtió en una sonrisa, una de esas sonrisas tristes, impotentes y desesperadas.

—Sí, ¿dónde está la justicia en el mundo de los adultos? Todo se basa en la fuerza. Sin fuerzas, soy un nadie insignificante —murmuró, mirando hacia abajo.

—Es bueno que lo sepas —Aaron la abrazó por la cintura y la acercó a él—. Ahora tienes en tu vientre al bebé de la familia Tamayo. Aunque te guste Alberto, lo tendrás que aguantar.

El hombre finalmente sabía por qué Selena no tenía interés en él, era porque le gustaba un donjuán como Alberto.

No obstante, el hombre dijo:

—Si no quieres salir avergonzada después, ¡desnúdate tú misma!

Selena lo ignoró y sacó su teléfono del bolsillo, que resultó ser la llamada de Alberto.

Antes de que ella contestara, Aaron se lo arrebató el móvil y la tiró a un lado.

—¿Un rato sin verte, ese tipo te echa tanto de menos? Una puta es puta aunque tenga un aspecto feo —los ojos del hombre se entrecerraron ligeramente—. ¡Selena, eres una pura zorra!

No le dio otra oportunidad y le arrancó la ropa a Selena...

Selena no se resistió, y parecía ya estaba sometida a su destino.

El teléfono de Selena vibró sin parar por las llamadas consecutivas.

Aaron echó un vistazo a su teléfono y vio “Alberto” saltado en la pantalla, sintiéndose excesivamente molesto.

Luego, cogió el teléfono...

—Aaron, ¿¡qué estás haciendo!?

Como no quería que él contestara al teléfono, Selena quería recuperarlo, pero el hombre conectó la llamada sin ninguna vacilación.

—Selena, ¿dónde estás? ¿Por qué no contestas a mi llamada? —preguntó preocupado Alberto.

Aaron enarcó una ceja y activó el altavoz del teléfono.

—Lo siento... no me encuentro bien... —tartamudeó.

Pero antes de que terminase de hablar, Aaron le lanzó un “ataque”, penetrando en su interior.

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