Peligrosa 21+ (COMPLETA) romance Capítulo 26

Maratón 1/4

Dante Vivaldi.

A pesar de todas las fuerzas qu ejerce el pelirrojo queriendo liberarse de mi agarre se le vuelve imposible debido a la rabia que me carcome. Afianzo más fuerza en el cuello de su camisa para en el momento en que llegamos a la frialdad de la calle lanzar su cuerpo al asfalto.

—¡ESPERO VERTE LO MÁS LEJOS DE PÍA POSIBLE! —espeto furioso, con mi respiración acelerada, gotas de sudor deslizándose por mi cuello y espalda, obligando a que la tela de mi camisa se ajuste con fuerza a mis músculos.

Le doy la espalda al pelirroja, pero manteniendo mis sentidos activos, en el instante justo en que hace el intento de golpearme por detrás pero lo esquino propinándole un puñetazo en el estómago que lo deja sin aire haciéndolo retroceder y retorcerse de dolor.

—No te atrevas a golpear a nadie por la espalda —advierto con el odio aumentando en mis venas.

La expresión facial del chico es dolida, por más lastima que quiere darme no lo logrará cuando creyéndose más hombre que nadie intento golpear a una mujer porque por muy hijo de puta que sea todos venimos de ellas, nacemos y crecemos gracias a ellas.

—¿¡Quien te crees que eres para darme órdenes!? —brama sosteniendo su estómago.

Una sonrisa satírica sale de mi, a la vez que doy un paso demostrando lo peligroso que soy cuando emociones negativas están presentes dentro de mi.

—Soy quien hará lo que sea porque esa rubia esté a salvo así deba matarte —asevero seguro y sin miedo porque más cojones que él sí tengo.

—Pues quédatela al final es una facilona —se da media vuelta queriéndose ir pero esta vez ya no puedo soportar más las ganas de partirle la cara y antes de lo pensando le propino un fuerte job en su rostro, y un derechazo que le quiebra el labio.

—Al menos es mucho mejor que tú así que no hables mierdas de alguien que solo te ha sido sincera —doy media vuelta, dirigiéndome a mi auto, necesitando algo para liberarme de estos jodidos sentimientos de mierda.

Odio que hablen mal de las mujeres, todas tienen el derecho de vivir las experiencias que quieran, valerse por sí mismas y luchar por lo que quieren.

Mí mirada está fija en el móvil que se encuentra en mí mano derecha. Mis ojos color marrón se concentran en las ganancias que recibiré cuando logre cerrar el negocio de millones de dólares con aquella empresa europea.

La gran camioneta con asientos de cuero se mantiene en movimiento con mí traje azul Prusia pegado a mí cuerpo con algunas pequeñas arrugas.

Mí cabello con los risos llamando más la atención. Ser el espécimen más atractivo de este mundo era algo agotador, pero satisfactorio.

El incidente de hace unas horas aún está en mi cabeza, haciéndome maldecir con las rabia que todavía me estremece, me estremece más de lo que me imagino ya que me tuve que aguantar el no partirle la cara a semejante imbecil.

—Jefe —el llamado de uno de mis jefes de seguridad que se encuentra en el asiento del copiloto llama mi atención ocasionando que mí mirada se fije en la suya color negro.

Debido a mis pocas ganas tuve que llamar a mi chofer porque conociéndome destrozaría el auto antes de llegar a mi destino.

—Continúe —comunico con mi mirada de nuevo en el aparato tecnológico.

—La señorita Glinda Thompson está en su departamento —escuchar aquellas palabras mí cuerpo se tensa por instinto, mis músculos se tornan duros y por mi mente solo pasa una frase.

«Me cago en la leche».

—Diríjase a mí otro apartamento —expreso desabotonando uno de los primeros botones de mí camisa.

Glinda Thompson, pelirroja con cuerpo de modelo, peligrosa, atrevida, hija de una de las personas más poderosas de Inglaterra, poseedora de unos ojos de diabla, se encuentra en sus veintinueve años de edad; aquella chica, es mí peor pesadilla.

Desde el momento en que llegué a Canadá, fuí el tío más famoso y millonario de este país, me tiraba a quien quisiera, luego las desechaba como una goma de mascar que te llevas a la boca y cuando te cansas de ella la tiras a la basura. Siempre fuí sincero y honesto con todas las que tuvieron el privilegio de probar mí gran miembro; ninguna se quejó, y a pesar de todo deseaban cambiar mí forma, pero ni siquiera lo haría por mí madre.

Mí nombre es Dante Vivaldi, empresario, un cabrón potencial, dueño de unos ojos marrones que son capaces de atraparte en un océano de pura lujuria y perversión, soy inteligente, un ser sin sentimientos, amo ser el dominante, soy un macho alpha en todo su esplendor, cabello castaño oscuro que llama la atención desde kilómetros de distancia, una piel bronceada por los fuegos del infierno, conquistador y destrozador de almas. Muchos tíos cambian en el momento que alguna mujer los daña o engaña, en mí caso no es así. Mí personalidad siempre ha sido la misma, nunca cambiaré por nadie, ni nada, soy un ser que trata a las personas como debe ser, soy el dios que siempre tendrás que venerar, soy ese lujo que muy pocas se pueden dar.

Mí mente absorta en aquel pensamiento cuando un mensaje llegó a mí teléfono de última tecnología.

Debemos vernos.

         Mejor amigo.

Aquel chico era capaz de ser tan frío como el hielo cuando de algo malo se trataba, y algo me decía que lo era.

En mí otro apartamento de descanso.

        Él cabrón que amas.

En el momento que el mensaje fue enviado alguien llegó a mi mente.  La dueña de unos ojos azules tentadores e inocentes, unos labios tan delicados que se verían de lo mejor en mí gran polla, chupando y lamiendo, con su lengua dando pequeñas pasadas en la punta de color rosado, mis venas dándose a mostrar, sus manos suaves agarrándolo con dureza, extremeciendo mí cuerpo.

Mis latidos se aceleraron, mí garganta se secó, aquella imagen que se estaba formando en mí mente no era para nada dulce, ser inocente no venía con mí ADN. Mí miembro se despertó provocando que mí pantalón se ajustara más todavía al sentir la dureza.  Sin pensar, me abrí el cierre y con mí inmensa mano tomé mi pene erecto, mis venas se dejaban ver como sí fueran a explotar, en mí mente todavía estaba aquella puta imagen aumentando el calor en aquel auto.

Comencé el movimiento de arriba para abajo con mí mano derecha en mí miembro viril y mis latidos acelerados por completo. Mis pupilas dilatadas en el espejo negro de la camioneta, no me avergonzaba masturbarme en mí auto con personas ahí, y esa imagen erótica, tenía la confianza suficiente en mis hombre también. A mí mente regresó como el impacto de una bala la imagen que hacía segundos estaba rondando por mí cabeza. Mí miembro no tardó mucho en eyacular todo el semen que tenía reservado en mí interior, aquello era la primera vez que me sucedía algo tan rápido, aquella chica de ojos azules, inocencia única y virginidad intacta, me tenía al borde del colapso. Me limpié la mano con una toalla de color blanca tejida y me la pasé por la punta de mí miembro, quitando las pequeñas gotas que se estaban escapando poco a poco.

Mí cuerpo se relajó y mis pupilas retornaron a su tamaño original a la vez que cerraba mis ojos. El camino fue más rápido de lo que llegué a pensar en algún momento. Con rápidez desde la ventana de mí asiento trasero era capaz de divisar mí gran edificio de doce pisos, con mí apartamento en el último.

Mí jefe de seguridad salió del auto mientras mí puerta trasera era abierta dejándome salir al aparcamiento. Los periodistas con sus cámaras se encontraban ansiosos por tener una gran primicia. En minutos llegué a mi departamento permaneciendo solo con mí pantalón color azul Prusia.

Al levantar la mirada, mis ojos se cruzaron con los del chico de órbitas oculares color avellana y cabello castaño, ofreciéndome un vaso con una de mis bebidas alcohólicas preferidas; whiskey. De un trago me bebí todo el contenido, dejándo resbalar aquel líquido refrescando mí garganta, relajando mis hombros.

Aquel apartamento era completamente de un color azul resaltante y elegante. Mí suelo está cubierto de alfombras negras de poliéster, un enorme sofá a solo unos pasos, donde noche tras noche muchas mujeres disfrutan del sexo oral que le ofrezco.

Una cocina amplia, donde predominaba el color negro y el azul, un gran ventanal que daba vista a toda la ciudad de Canadá y sus gruesas calles.

Mí cuerpo todavía continuaba siendo un volcán en erupción que necesitaba ser liberado en ese mismo instante, pero primero lo primero, debía conocer que sucedía con mí mejor amigo, para mí la amistad iba primero que cualquier polvo. Extiendo el vaso de cristal completamente vacío al chico que todavía permanece con su mirada fija, en mí mano extendida.

—Tenemos que hablar —su tono sonó frío y serio, aquel compañero me había acompañado en todas mis borracheras, era tan adicto a la lujuria como yo; pero ahora que se iba a casar nada era igual, su vida había dado un cambio radical.

—Pues habla, no tengo todo el día, además de que quiero follarme a una tía buena en una discoteca —mis palabras vulgares no sorprendía al chico que se encontraba a solo unos pasos de mí.

—Tomemos asiento —su mano agarró el vaso de vidrio, lo dejó en la pequeña mesita de madera blanca que está justo al lado del sofá, mientras señala al mismo asiento.

Planté mí trasero en este sin tardar mucho cuando Ethan se preparó para hablar.

—Gracias por defenderla del pelirrojo  —comentó él con su mirada fija en el trago que permanecía en su mano.

—¿Como lo supiste? —pregunté con mí mirada un poco perdida.

«Necesito follar»pensé pasando mí mano por mí cabello.

—Puedes dejar de mirarme con cara de violador —se quejó él acercando sus labios al líquido ardiente.

De un momento a otro emprendió camino en mí dirección. Su vestido negro se le ajusta a sus caderas de una manera bastante provocativa. Desde lejos se ve que posee unos tragos de más.

—Hola guapo —la voz de la chica me deja igual de desconcertado que nunca, y mí pene aumenta su tamaño en el segundo que su voz llega a mis oídos.

Giro mí cuerpo por completo dejando que sus ojos se crucen con los míos, provocando que se sorprenda a tal punto de tropezar y terminar con el trasero en el suelo.

—Llegaré a pensar que te gusta el suelo —mí voz sonó burlona y me aproximé extendiendo mí mano.

—¡Cállate! —gritó ella con una mano apoyada en el suelo tratando de levantar su cuerpo de este, y sobando su trasero.

—Así es como le agradeces a tu salvador—la jalé del brazo acercando su cuerpo al mío.

—Uff, no creas que me acostare contigo por agradecimiento —expresa aproximando su cuerpo al mío mostrando su aliento a alcohol con sus mejillas sonrojadas.

—Eres tan terca —mis vocablos fueron dichos con seducción, mí cuerpo ya está reaccionando a la gran cercanía de esta chica y a su fuerte perfume de gardenia que se cuela hasta lo más profundo de mi ser.

—Y tú tan sexy —su mano terminó en mí mejilla izquierda brindándome su calor.

No lo pensé más y acerqué su cuerpo por completo al mío. La estruendosa música, todo mí alrededor desapareció en segundos dejándome solo pensando en algo.

«Quiero follarmela» pienso con las ganas a flor de piel.

Mí cuerpo está ardiendo en calor, mí mano viaja al cabello de la chica aproximando sus labios, delineando con mi lengua su atractivo sabor a vodka.

----------

N/A

Lo siento por dejarlos con las ganas.

Pronto llegará la boda y descubrirán muchas cosas.

¿Les gustó el capítulo?

Inserten opinión sobre Dante aquí...

Pía...

Darla...

Glinda...

Ethan...

Voten y recomienden está historia a más personas para actualizar todos los días.

Los quiero mucho, recuerden seguirme en mi Twitter mis amores.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Peligrosa 21+ (COMPLETA)