Perdida Ficticia, Amor Genuino Redescubierto romance Capítulo 1

Cinco años después del divorcio.

En el Café Milán.

Una voz masculina robusta interrumpió la tranquilidad de la mañana: "¡Leonor! Ven aquí, lleva este pedido al Palacio Radiante".

"Jefe Rocha, me llamo Leila Cuéllar." Leila, vestida con uniforme de reparto, con una cola de caballo semi-alta y una sonrisa amable en su rostro, miró al hombre de mediana edad frente a ella.

El hombre la miró indiferente y puso varios cafés recién preparados directamente en las manos de Leila: "No me importa cómo te llames, apúrate y lleva esto a esta dirección. Aquí están las llaves de la moto, ten cuidado cuando conduzcas. No me importa si te golpeas, pero no dañes la moto."

Leila tomó el café y las llaves de la moto y se alejó de la cafetería.

Había estado trabajando en esta cafetería durante casi cinco años, y también había cambiado su nombre hace casi cinco años, pero el gerente Rocha todavía no podía recordar su nuevo nombre Leila.

Cinco años atrás.

Un relámpago brillante iluminó el exterior de la ventana en un instante, como si quisiera desgarrar el cielo, la lluvia torrencial fuera de la ventana llegó con fuerza. El brillante destello de ese relámpago se reflejaba en la cama del hospital que estaba siendo empujada hacia la sala de partos.

Leila permanecía en la cama, con el vientre abultado.

En la cara de ella, no estaba claro si era agua de lluvia o sudor, que humedecía todo su pelo desordenado, pegándolo a su piel.

Junto a ella también fue empujada otra embarazada. Sin embargo, lo sorprendente era que entre las dos embarazadas, solo había un hombre, el esposo de Leila.

El hombre a quien Leila se había amado mucho vestía un traje gris oscuro, todo su ser emanaba una frialdad que te desalentaba al acercarte. Sus ojos estaban ligeramente entrecerrados, y su mirada fría, como si estuviera siendo corroído por algo helado. Bajo esta mirada fría, era difícil notar su tensión.

Los médicos y las enfermeras empujaron apresuradamente a las dos embarazadas a la sala de partos.

Cuando ella despertó de nuevo, ya era un día soleado.

La lluvia de la noche anterior había lavado todo Valle Nubiria hasta hacerlo resplandecer nuevamente.

La luz del sol fuera de la ventana se filtraba a través de las pesadas hojas de los árboles y caía calurosamente sobre la cama del hospital, haciendo que las sábanas parecieran cegadoras.

Leila, acostada en la cama del hospital, con el rostro pálido, abrió los ojos con dolor, aunque el sol era deslumbrante fuera de la ventana, ella sentía que su cuerpo estaba tan frío como si hubiera permanecido en una bóveda de hielo.

Los recuerdos de la noche anterior inundaron su mente como si estuviera viendo diapositivas...

Su vientre, que había estado embarazada durante siete meses, había vuelto a ser plano de la noche a la mañana, como si nunca hubiera albergado una vida ahí. El dolor desgarrador de la noche anterior volvió a atacar a Leila.

Como si acabara de despertar de un sueño, Leila miró a la mujer que estaba cerca y murmuró con voz ronca: "Begoña, ¿dónde está mi bebé?"

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