Perdida Ficticia, Amor Genuino Redescubierto romance Capítulo 6

Él la besó apasionadamente, pero también con una cierta urgencia. Sus dientes se rozaron, llenos de un aliento ardiente. Disfrutó de su dulzura, como si quisiera absorber todo su aliento.

Leila, como si acabara de despertar de un sueño, frunció el ceño y lo empujó con todas sus fuerzas.

Sin decir una palabra, abrió la puerta del baño y salió corriendo.

No esperaba que Karl, el asistente de Rubén, estuviera parado en la puerta del dormitorio con un policía.

Karl aspiró aire y cerró rápidamente los ojos.

Leila no tuvo tiempo de mirar su apariencia embarazosa, cuando una gran sábana cayó sobre ella desde atrás.

Luego Leila sintió un mareo, Rubén la levantó y la tiró al baño.

Cuando Leila se quitó la sábana, un nuevo vestido fue arrojado sobre la mesa de mármol frente a ella.

"Ponte esto." La mirada del hombre era fría y arrogante, su voz monótona, sin cambios.

Después de decir esto, Rubén se dio la vuelta y salió.

Leila bajó la vista hacia la falda que acababa de quitarse, pero ya estaba mojada. En cambio, el vestido que Rubén acababa de tirar, Leila solo lo miró una vez y descubrió que era de su talla. Así que no le quedaba otra que ponérselo.

Cuando Leila salió después de cambiarse, solo quedaban Karl y el policía en la habitación.

El policía le hizo algunas preguntas a Leila de acuerdo con el procedimiento, ella cooperó y le dijo la verdad, luego Karl se dio la vuelta y despidió al policía.

Como prometió, Rubén la llevó a la entrada del café después de que Leila terminara su declaración.

Leila salió del auto, luego miró al Porsche que se alejaba, con un cierto brillo en sus ojos, cuando el auto de repente retrocedió. Se retiró rápidamente dos pasos, esquivándolo. Sus ojos estaban llenos de determinación.

La ventanilla del auto se abrió de nuevo, justo cuando iba a fingir que no había visto nada y marcharse, vio al hombre arrojar una bolsa de papel por la ventana, y luego arrancar el motor y alejarse.

Bajó la mirada hacia la bolsa, dentro había un tubo de ungüento y algunas pastillas anti-inflamatorias.

Vaciló un momento, finalmente se enfureció, recogió el ungüento, lo agitó en la dirección en la que el auto se había ido, pero al final no lo arrojó, sino que lo tiró a la basura.

El teléfono sonó de repente, sacó el celular del bolsillo y miró la pantalla, esos dígitos familiares hicieron que frunciera el ceño al instante...

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