"Ya llegó."
Natalia pensó que Ricardo había olvidado sus llaves. Abriendo la puerta, dijo: "Ric, ¿por qué... Jimena? ¿Qué haces aquí?"
Hace tiempo que no la veía, Jimena ya no era tan arrogante como antes, sino que parecía algo desgastada.
¡Obviamente, la situación de Adela la tenía ansiosa!
"Natalia, vine a pedirte disculpas."
Jimena sonrió con intención de agradar. El caso de Adela estaba a punto de ir a juicio. Sancho no quería interferir, ¡pero no podía soportar ver a su hija en la cárcel!
Tenía dos bolsos de lujo que entregó a Natalia: "Adela se equivocó esta vez. Déjala en paz. Estos son para ti."
Natalia echó un vistazo. ¿Pretendía deshacerse de ella con un par de bolsos pasados de moda?
Levantó la mano y tiró los regalos al suelo: "Jimena, lárgate."
No necesitaba esas cosas, ¡ni perdonaría a Adela!
Sin embargo, Jimena pensó que Natalia era ingrata: "Natalia, ¿qué más quieres? Ya me disculpé, ¿qué más quieres que haga?"
"¡Jimena, deberías conseguir un buen abogado para Adela, no disculparte conmigo!"
Natalia cerró la puerta de un golpe, y Jimena maldijo al lado de la puerta.
Natalia no pudo soportarlo, tomó una cubeta de agua fría de la cocina, abrió la puerta y la echó sobre Jimena: "¡Jimena, te advierto, mejor te mantienes lejos de mí, o te mataré!"
Jimena temblaba de pies a cabeza, pero no se atrevió a decir nada.
"¡Si no te vas, llamaré a la policía y te mandaré con Adela!"
Jimena estaba asustada, recogió los lujosos bolsos del suelo y se fue a rastras.
Natalia, apoyándose en su cintura, cerró la puerta.
Cuando Ricardo volvió, ya era de noche.
Natalia le sirvió un plato de pasta. Vio que tenía ojeras: "¿No dormiste anoche?"
Solo sabía que el padre de Ricardo había sido infiel durante su matrimonio y que su madre había fallecido.
Las experiencias de su infancia eran inusualmente similares.
Ella podía entender el estado de ánimo de Ricardo en ese momento. Agarró la mano de Ricardo y dijo: "Ric, entiendo cómo te sientes. Él no merece que lo llames padre. No tienes que estar triste, todo mejorará."
Ricardo se tensó un poco.
Obviamente, no esperaba que Natalia le agarrara la mano. Siempre le había desagradado el contacto físico, pero no rechazaba cuando Natalia lo tocaba.
"Ric, No te pongas mal."
Natalia no se dio cuenta de que su gesto era demasiado íntimo. Se levantó y caminó hacia él.
La otra mano acarició suavemente su cabello. Su cabello era un poco áspero, un poco duro.
Ricardo agarró su mano por instinto, apretando un poco, y Natalia perdió el equilibrio, cayendo en sus brazos...
Gritó algo sorprendida, su rostro se puso rojo mientras intentaba salir de sus brazos, pero él la sostuvo firmemente. ¡Luego la besó profundamente!
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