Uriel decidió que era suficiente: "Ya está todo arreglado, solo espera las buenas noticias."
...
Natalia salió del restaurante, estaba por subirse al auto para volver al estudio cuando recibió la llamada de Rosalía Torres.
"Naty, escuché que vas a enfrentarte en juicio con la familia Torres, ¿qué está pasando?"
Rosalía siempre vivió en las afueras, y Natalia siempre siguió el principio de compartir solo las buenas noticias, no las malas, para no añadirle más presión a Rosalía.
Ella no le había mencionado el juicio con la familia Torres.
Ahora que Rosalía estaba llamando, la primera reacción de Natalia fue: estoy acabado, Rosalía ya lo sabe.
Ya no podía seguir ocultándolo.
"¿Cómo lo supiste?"
Rosalía respondió: "Tu papá me lo dijo."
Sancho había venido, esperando que ella pudiera decirle algunas palabras amables a Natalia y suavizar su relación de padre e hija.
"¿Para qué vino?"
Sancho se estaba volviendo cada vez más desvergonzado, ¡ni siquiera dejaba en paz a Rosalía!
"No te preocupes, estoy bien, da igual si viene o no."
Rosalía sabía distinguir lo correcto de lo incorrecto, sabía que Sancho era un hombre sin visión, y no quería discutir con él.
Ignoró completamente la solicitud de Sancho.
¡Adela había llegado demasiado lejos con la forma como trató a Natalia, debería ser castigada por la ley, debía pagar!
¿Cómo iba a convivir con Natalia en el futuro si ella tomaba partido por Adela?
La familia Torres estaba protegiendo a Adela, solo ella estaba del lado de Natalia, no podía abandonarla.
"Nena, no me dices nada." Rosalía suspiró: "¿Dónde estás viviendo ahora?"
"De acuerdo, voy a bajar ahora, maneja con cuidado."
Colgó el teléfono, Ricardo se puso los zapatos y bajó.
Después de esperar unos diez minutos, un auto negro se detuvo, debían ser ellos.
Se acercó al auto, cuando la puerta se abrió, vio a una anciana amable y sonriente sentada dentro.
Ricardo se iluminó, "Hola, soy Ricardo, el esposo de Naty."
Rosalía había querido conocer al esposo de Natalia desde hace mucho tiempo, pero nunca tuvo la oportunidad. Había escuchado que él era una persona común y se preocupaba que Natalia no pudiera tener una buena vida.
Pero el joven que tenía delante era guapo y digno, con una presencia impresionante.
No estaba vestido de manera particularmente lujosa, pero se podía ver que la calidad de las prendas era muy buena.
Rosalía lo examinó discretamente de arriba a abajo, después de un rato, sonrió y asintió con la cabeza.
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