"No pasa nada."
Natalia negó con la cabeza, tomó el menú del camarero y lo empujó hacia Ricardo: "¡Pide lo que quieras, hoy invito yo!"
Ricardo echó un vistazo al menú: "¿Ya te pagaron el alquiler?"
"¿Cómo lo supiste?" Ella no pudo ocultar su sorpresa, luego hizo un gesto con los dedos: "El triple".
Él lo sabía, por supuesto.
El casero se había fugado, la inmobiliaria no quería hacerse cargo y la policía aún estaba investigando.
Ese dinero lo había pagado él.
"Bueno, entonces no me voy a cortar."
Natalia esperaba esa respuesta, y golpeó con confianza su pecho: "¡Pide lo que quieras!"
Tenía algunos miles en su bolsillo, ¡podía darse el lujo de pagar esa comida!
El hombre dijo que no se cortaría, pero en realidad fue considerado. Pidió tres platos según su gusto y cerró el menú, empujándolo hacia Natalia.
"Ahora te toca a ti."
Natalia ya había visto el menú y eligió lo que le gustaba. Además, recordó amablemente: "Lo siento, en ningún plato coloque cebolla o cilantro, porque mi esposo no los come".
"De acuerdo."
El camarero se mostró muy amable y se marchó.
Ricardo escuchó ese apelativo, mostrando una fugaz sorpresa en su rostro, seguido de una sombra de alegría apenas perceptible.
Natalia tomó su jugo y bebió un sorbo, viendo al hombre sentado frente a ella, dijo: "Mi estudio abrirá pronto."
En realidad, quería invitar a Ricardo a la inauguración, pero él tenía que trabajar y no se atrevía a preguntarle.
"¿Necesitas que te reserve un ramo de flores?"
Tenía una reunión importante ese día y por los momentos, parecía que no podía posponerla.
Ella no obtuvo la respuesta que esperaba y se sintió un poco decepcionada, pero al analizarlo bien, entendía que él tenía que priorizar su trabajo.
"No hace falta, consideremos esta cena como una celebración anticipada."
Ricardo se quitó la chaqueta, se levantó y fue al baño.
Natalia estaba enviando un mensaje a Beatriz, cuando de repente, escuchó una voz a sus espaldas: "¿Tienes el descaro de aparecer por aquí?"
Adela estaba de pie no muy lejos, acompañada por algunas amigas.
Ella dejó su jugo a un lado y sonrió: "¿Acaso este restaurante es tuyo?"
¿Necesitaba su aprobación para asistir?
"¡Es cierto, un hombre no debería levantarle la mano a una mujer, eso no es de caballeros!"
Todos parecían ignorar que Adela había sido quien había provocado el conflicto.
Natalia, de pie detrás de Ricardo, vio a los ojos del hombre, pareciendo preguntar: ¿Debo decirle que te suelte?
"¡Dile a este hombre que me suelte, o te juro que no te dejaré en paz!" La mujer seguía amenazándola.
"Ric, déjala."
Él se detuvo, claramente sorprendido de que Natalia quisiera que soltara a Adela. Sentía una leve insatisfacción.
¿Tenía que seguir aguantando incluso después de haber sido tan maltratada?
Reluctantemente, soltó su mano.
Pero Adela seguía sin arrepentirse.
"Natalia, qué astuta eres, ¿de dónde salió este hombre? ¿Es tu mantenido? ¿O tu marido barato?"
Seguía burlándose: "Y esta mujer ha pasado por muchos hombres, te aconsejo que te alejes de ella, o si no..."
"¡Paf!"
"¡Paf! ¡Paf!"
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